Aún con rencores sin disipar, las familias enfrentadas históricamente en Gaza accedieron a comenzar el camino hacia la reconciliación aceptando un incentivo económico.
Durante los últimos diez años, las familias Sobeh y Al Ghalban de Jan Younis, en el sur de Gaza, han jurado vengarse tarde o temprano por el asesinato de sus hijos, un deseo al que ahora renuncian a cambio de una compensación para facilitar la reconciliación palestina en el territorio.
Mohamad al Ghalban, un militante de Hamás de 27 años, fue asesinado por unos enmascarados poco después de la firma del acuerdo de reconciliación entre Al Fatah y el grupo islamista en febrero de 2007. Al día siguiente, hombres de Hamás reclamaron venganza y mataron a tres personas, una de ellas Ismail Sobeh, un anciano de 70 años.
Este episodio violento es uno de los muchos que se repitieron en la Franja de 2006 a 2008, precediendo y sucediendo a las tensiones entre las facciones rivales que alcanzaron su punto álgido cuando Hamás expulsó de Gaza a las fuerzas de Fatah leales al presidente Mahmud Abás en junio de 2007.
Sobeh y Al Ghalba no fueron las únicas víctimas mortales de estas luchas callejeras, que según datos del Comité Unido de Reconciliación Social palestina, dejaron unas 400 personas asesinadas en ambos bandos y más de 2.000 heridas.
Ibrahim Sobeh, de 30 años e hijo de Ismail, dijo que a lo largo de una década no supo exactamente quién mató a su padre "porque durante los enfrentamientos todo el mundo iba enmascarado", lo que no evitó que en ese tiempo "siempre pensara en su venganza".
"Reconciliación real y acabar con la separación interna son la única garantía para mi y para mi familia, así como para las familias de otras víctimas, de impedir la venganza y dejar de pensar en ella", afirma este simpatizante de Fatah.
Con sus palabras, respalda el acuerdo de reconciliación logrado en junio bajo mediación egipcia que no se materializó hasta el pasado jueves, cuando catorce familias fueron las primeras en recibir una compensación o "deyya" de 50.000 dinares jordanos (casi 204.965.587 pesos colombianos) aportada por Emiratos Árabes Unidos.
El acto de perdón se llevó a cabo durante una ceremonia oficial en Gaza a la que asistieron 8.000 personas. A cambio de la compensación, los familiares renunciaban a la venganza.
El principio de entendimiento se firmó en 2011 en El Cairo, pero se retrasó hasta este año por discrepancias políticas entre las facciones.
Sobeh dice que él y su familia se sienten "cómodos" después de suscribir el pacto, aspirando a que sea "el principio del final de años de odio" y "la apertura de una nueva página de la reconciliación por el bien del futuro de nuestros hijos para tener una vida mejor".
Los familiares de Mohamed al Ghalban también se unieron al trato y aceptaron la "deyya" ante el público asistente, que contó con notables y líderes de la comunidad.
Para algunos, sin embargo, los sentimientos cultivados durante tantos años no se eliminan fácilmente. "Aunque hayamos aceptado el acuerdo y la 'deyya', no creo que nuestros corazones estén satisfechos y créeme: si conociese la cara de la persona que mató a nuestro hijo, no dudaría en vengarme", confiesa uno de los miembros de los Ghalban que rehúsa dar su nombre completo.
Si los dirigentes de Hamás y Fatah lograran "una verdadera y seria reconciliación", expone, "pienso que nuestros corazones y mentes dejarían de darle vueltas a la venganza", pero "esto está descartado porque aún quedan diferencias".
Majed Abu Shamalah, presidente del Comité Unido e integrante de Fatah, asegura que acabar con las disputas familiares "es el primer paso práctico para lograr la total reconciliación" a través de "la amnistía y el perdón".
Un hecho que confirma el paso dado por Hamás este domingo con el anuncio de disolver el comité administrativo con el que gestiona Gaza desde 2016 y permitir el regreso al territorio del gobierno de consenso liderado por el primer ministro palestino, Rami Hamdala.
Miembros de partidos políticos y representantes del Comité Islámico para el Desarrollo y la Solidaridad Social 'Takaful', que supervisa la reconciliación, confirman que este tema avanza de manera positiva.
Ahmed Abu Harb, una de las víctimas de la división y cuyo hijo fue asesinado de un tiro en la cabeza por un partidario de Fatah el 9 de junio de 2007, es un ejemplo de aquellos que están preparados para cerrar este episodio.
“Once años más tarde, perdonamos. Esa será la primera semilla en el camino de una reconciliación", dice esperanzado.