“Un rector, con sus acciones, modela el tipo de ser humano que serán sus estudiantes”
Por María Carolina Meza Botero
Cuando pienso en mi vida escolar, muchas personas vienen a mi mente, pero una en especial marcó esa etapa: la rectora de mi colegio, Sister Tierney Trueman. Traigo esto a colación a raíz de la reciente muerte del Padre Francis Wehri, rector por casi 50 años del Colegio San Carlos en Bogotá. Sacerdote benedictino norteamericano, se nacionalizó en nuestro país y dedicó su vida a educar a miles de colombianos, entre los que están presidentes de la República, artistas, académicos, empresarios y miles de ciudadanos activos que aportan a nuestra sociedad desde muchos frentes y a quienes les marcó la vida.
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Nuestro colegio, el Santa Francisca Romana, ha sido siempre muy cercano al San Carlos. Compartíamos, además de una filosofía sobre el valor y el deber ser de la educación, muchas actividades juntos. Recuerdo fiestas, tardes de teatro, debates, conciertos y miles de momentos donde estábamos juntos y en los que nuestros rectores de alguna manera aparecían en la sombra. Aunque no fue mi rector, de alguna manera conocí y admiré siempre al Padre Francis, como una imagen masculina similar nuestra rectora.
Hoy, que dirijo la Fundación Empresarios por la Educación, desde la que hace 15 años trabajamos para mejorar la calidad de la educación pública en Colombia, muy especialmente a través del programa Rectores Líderes Transformadores, quiero dedicarle a él estas palabras y hacerle un homenaje a quien fue un rector modelo para el país. Uso palabras de amigos que compartieron sus recuerdos y aprendizajes a raíz de su partida.
La educación no ocurre solo en el aula. Un rector, con sus acciones, modela el tipo de ser humano que serán sus estudiantes. Como buen sacerdote, el Padre Francis predicaba. Pero más allá de eso, sus acciones hablaban por él. En cada uno de sus actos cotidianos encarnaba eso que creía debía ser una buena persona: desde el asunto más nimio, como recoger papeles botados en el suelo –¡cosa que hacía todos los días!-, hasta otros más complejos como asegurarse de ser un colegio de puertas abiertas en el que han cabido siempre desde hijos de ministros hasta personajes anónimos por igual. Sus acciones marcaban la vida de quienes lo veían mucho más profundamente que cualquier palabra.
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El Padre Francis se sabía cada historia de vida, cada nombre, le daba a cada quien la importancia que se merecía, era exigente y riguroso. Tenía fe en los alumnos del colegio, en todos, sin excepción, desde los que sacaban las mejores notas hasta los que no. Tenía sobre todos altas expectativas y exigía a todos, estudiantes y profesores, tener sobre sí mismos y sobre los demás las más altas expectativas: un círculo virtuoso que promueve la excelencia.
Colombia ha sido marcada por religiosos con un alto compromiso social, algunos más abiertos que los mismos laicos, tantas veces tan dados a criticarlos. Así como el actual Papa, que tanto nos enseña, el Padre Francis era un hombre liberal, de mente abierta, que promovió el desarrollo del pensamiento crítico de los estudiantes, el compromiso con la construcción de lo público y el respeto a las muy diversas maneras de ser.
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Necesitamos maestros y rectores con alta conciencia social, que tengan siempre en su mente el bien común, tan necesario para la vida en comunidad. El Padre Francis tenía vocación de servicio y una infinita conciencia social. Aunque dirigía un colegio privado, opinaba que la educación debería ser toda pública, así reconociera que fuera todavía difícil lograrlo en Colombia. Hizo parte del grupo creador de la Alianza Educativa, desde la que logró que los conocimientos generados en el San Carlos fueran puestos a disposición de un proyecto educativo social que hoy es un caso de gran éxito sobre la administración de colegios en concesión. Además, el Colegio San Benito, obra social de la comunidad benedictina del San Carlos, es un ejemplo para el país.
Si le preguntaran hoy por su obra, seguramente respondería como lo hizo Sister Tierney al ser condecorada con el Premio Karin por su servicio en la Clínica de Mayo: "Solo he hecho lo que se espera que haga en mi trabajo". Las personas como ellos ven en su trabajo su obra de vida, su manera de honrar los valores universales de servicio. ¡Nos habría encantado tenerlo de profesor para nuestros rectores, que tienen hoy la enorme tarea de formar a la generación encargada de hacer realidad el sueño de un nuevo país!
Con toda humildad y cariño le entregamos hoy, de manera simbólica, un diploma honoris causa de Rector Líder Transformador. Su vida y su obra serán siempre una infinita fuente de inspiración.
*Directora de la Fundación Empresarios por la Educación, una organización de la sociedad civil que conecta sueños, proyectos, actores y recursos para contribuir al mejoramiento de la calidad educativa.