El filósofo francés Gilles Lipovetsky estuvo en Colombia para hablar del consumidor en la era actual y las paradojas de la posmodernidad en tiempos de la felicidad banal.
Sociólogo, escritor y filósofo, el francés Gilles Lipovetsky no analiza el mundo del consumidor de una manera cotidiana y moralista. Su trabajo en el estudio de la humanidad y sus acciones le dieron una mirada externa sobre cómo se busca en la actualidad el placer individual y cómo se mide la felicidad según el poder adquisitivo.
El argumento de Lipovetsky se basa en un entramado histórico que parte desde la desesperanza del hombre, a finales de la Segunda Guerra Mundial, hasta las nuevas generaciones, quienes encuentran en el placer de la compra la excusa para olvidarse de los problemas y sentir satisfacción personal.
“Estamos en una nueva sociedad de consumo que se ha implementado en las sociedades desarrolladas, vivimos una nueva etapa, un nuevo estado de las economías del consumo, por lo que propongo llamar a este nuevo momento ‘la sociedad del hiperconsumo’ y al consumidor que vive en esta comarca como el ‘hiperconsumidor’”, explicó el francés.
El sistema capitalista ha causado un frenesí en el consumismo, de acuerdo con el filósofo, quien se ha dedicado a explorar los deseos y necesidades del hombre frente al entorno cambiante que él llama ‘ruptura social’ como una humanidad inmersa en las transacciones de compra y venta que han llegado a medir el nivel de satisfacción que perpetúa los esquemas de poder y plantea nuevas necesidades para el hombre actual.
De acuerdo con el filósofo, la búsqueda por el placer lleva a un gusto que no es más que una “felicidad paradójica”, ya que el hombre se encuentra en la constante búsqueda de satisfacción consigo mismo y siempre encuentra distintas formas de lograrlo, así esto implique salirse de lo establecido.
“La sociedad de consumo masivo se enfocaba antes en la familia, en lo general, era como un equipo, en cambio con la sociedad de hiperconsumo se están enfocando en el equipamiento de individuos. A este nivel hay que constatar que la sociedad de hiperconsumo favoreció la individualización de los comportamientos”, explicó Lipovetsky.
La presión social en épocas como los años 50 generaba que personas de la clase obrera no pudieran adquirir artículos de lujo debido a la avalancha de críticas que llegaban por parte de la alta sociedad, en la actualidad, sin importar la clase, las personas tienen una gran inclinación por las marcas y los artículos exclusivos, ya que les dan cierto tipo de status en la población.
“Las antiguas barreras que separaban las clases sociales se han vuelto mucho menos reguladoras o drásticas con el paso del tiempo, lo que no significa que las clases sociales hayan desaparecido, porque las desigualdades económicas incluso se acrecentaron con la globalización”, dijo el francés.
En este concepto, las decisiones de compra tienen mucho menos que ver con criterios de clase que con criterios de género, edad o personales, por lo que generan un ‘consumo ecléctico’, un consumo que cambia de acuerdo a las circunstancias, lo que significa que las personas van a despilfarrar el dinero en un ámbito y luego van a comprar de manera muy económica en otro.
“Es como que una mujer vaya y compre una camisa en una tienda cualquiera pero adquiera un bolso de Dior. Hay un proceso de descoordinación dentro de los métodos de consumo que es una situación que no existía en el pasado, porque había cierto control de lo colectivo respecto al individuo”.
La industria de la moda es uno de los temas centrales para el filósofo, quien ha aportado en obras sobre capitalismo artístico y estético.
Lipovetsky enfatizó en que, más que el hecho de consumir en este reglón económico, la necesidad del hombre por comunicarse con los colectivos se da en el espacio a través de la prenda que se pone.
En ese sentido, cree que existe un extraño vínculo emocional en el consumo de objetos caros y raros, bajo la premisa de la obtención de felicidad, una felicidad que no termina siendo real y más que un sentimiento de placer efímero.
“El individuo es mucho más dependiente del mercado en cuanto a la satisfacción diaria de sus necesidades, es imposible vivir hoy en día fuera de la espiral mercantil que invade todos los espacios. Estamos libres de escoger sus diversiones, pero estamos cada vez más dominados por la oferta en cuanto a la organización de nuestras existencias. Entonces, entre más autónomo sea el individuo más ejerce el poder del mercado sobre él. Un mundo de placer que escapa cada vez menos al mundo de la comercialización de los modos de vida”, puntualizó.
Gilles Lipovetsky, quien nació en París en 1944, es filósofo y sociólogo, profesor agregado de filosofía y miembro del Consejo de Análisis de la Sociedad y consultor de la asociación Progrès du Management.
En sus principales obras, en particular La era del vacío, analiza lo que se ha considerado la sociedad posmoderna, con temas recurrentes como el narcisismo apático, el consumismo, el hiperindividualismo psicologista, la deserción de los valores tradicionales, la hipermodernidad, la cultura de masas y su indiferencia, la abolición de lo trágico, el hedonismo instantaneista, la pérdida de la conciencia histórica y el descrédito del futuro, la moda y lo efímero, los mass media, el culto al ocio, la cultura como mercancía, el ecologismo como disfraz y pose social, entre otras.
Es profesor de la Universidad de Grenoble y tras la intercionalización de su obra se convirtió en uno de los intelectuales franceses más importantes de finales del siglo XX.