El Día Mundial del Medio Ambiente y el Día de los Océanos son fechas para reflexionar acerca de la responsabilidad de los ciudadanos y las naciones en el deterioro de los recursos naturales.
Cada año se celebra el 5 de junio el Día Mundial del Medio Ambiente, para conmemorar la importancia de la naturaleza para la vida y el desarrollo humano, y promover su preservación. La fecha es una ocasión para reflexionar acerca del deterioro de los recursos naturales, justo en un momento en que han tomado mayor relevancia los monitoreos a la calidad del aire, los programas de reforestación, los intentos por salvar las especies que se encuentran en vía de extinción, y las acciones por evitar que el calentamiento global aumente y con él continúen el deshielo de los glaciares y los trastornos climáticos que ocasionan inundaciones y sequías.
La preocupación de la comunidad internacional por el tema, ha derivado en acciones para la salvaguardar el planeta, que incluyen la firma de acuerdos como el Convenio de Viena para la protección de la capa de ozono; y el Protocolo de Kioto y el Acuerdo de París para hacerle frente al calentamiento global; así como los avances en las políticas de cada país acerca del correcto manejo de los residuos. Sin embargo, el deterioro del entorno sigue siendo evidente.
Y aunque las naciones han demostrado su interés en trabajar para evitar problemas como el calentamiento global, el reciente anuncio de Donald Trump, presidente de EE.UU., de retirar su país del Acuerdo de París sobre el cambio climático, ha generado rechazo y preocupación, sobre todo por ser uno de los mayores productores de gases con efecto invernadero, lo que, sin duda, afecta el entorno, no sólo en el ámbito de Norteamérica.
En ese sentido, tal como lo explicó Adriana Soto, directora de The Nature Conservancy (TNC) organización internacional dedicada a la conservación de la biodiversidad y la naturaleza, la responsabilidad de cada país va más allá de su propio territorio. “Los problemas ambientales no reconocen fronteras” porque las afectaciones que produce una nación perjudicarán a otros países.
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Por otro lado, junio tiene más fechas importantes para el medio ambiente, como el Día Mundial de los Océanos, instituido por la Asamblea General de las Naciones Unidas, y que se conmemora el día 8.
Uno de los aspectos que ha mantenido encendidas las alarmas es la contaminación de los océanos, que ha evidenciado niveles tan altos que han dado lugar a las denominadas islas de plástico o islas de basura, como la que se puede observar en el Pacífico y que ha sido ampliamente analizada por expertos.
A mediados de mayo, la ONU comunicó en un informe que según su Programa para el Medio Ambiente (Pnuma) la contaminación plástica se encuentra “presente en todas partes”, desde las playas de Indonesia, en Asia, “hasta en el fondo del océano en el Polo Norte”.
Según la información, el mundo pasó de producir 1.5 millones de toneladas de plástico en 1950, con una población de 2.500 millones de habitantes, a más de 300 millones de toneladas durante el año pasado, ocasionando graves consecuencias para las plantas y los animales marinos.
Por esto, en su lucha por mantener los océanos limpios de este material, el organismo lanzó a principios de este año la campaña #Mareslimpios durante la Cumbre Mundial del Océano organizada en Bali.
Esta iniciativa incluye una invitación a los gobiernos para que implementen políticas de reducción de plásticos y también insta a las industrias para que reduzcan los empaques y rediseñen sus productos, así como a los consumidores para que cambien sus hábitos.
Por otra parte, desde mañana y hasta el 9 de junio se realizará la Conferencia sobre los Océanos, por lo que, de acuerdo a la información del organismo, el presidente de la Asamblea General de la ONU, Peter Thomson, destacó la importancia del evento, que busca contribuir a que se cumplan las metas del objetivo número 14 de los 17 que contiene la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, plan de acción que se estipuló a favor de las personas, el planeta y la prosperidad.
Si no se le pone freno al deterioro de los mares “para el año 2050, habrá más plástico que peces en los océanos. Debemos alertar a los gobiernos y a otras autoridades que se requiere de acciones para detener la contaminación”, señaló Thomson.
El cuidado de lo local
Pero las denominadas islas plásticas dan cuenta de la contaminación de los afluentes cuyas aguas terminan en el mar y ponen sobre la mesa el tratamiento que se les debe dar a los ríos y quebradas en los ámbitos regional y local.
Para Carlos Augusto Giraldo, docente de la Universidad de Antioquia y quien cuenta con una maestría en Ciencias Ambientales, la situación de varias fuentes hídricas en el departamento de Antioquia “es delicada”, lo que se evidencia claramente, según él, en la subregión del Urabá antioqueño.
“Los municipios han hecho unos esfuerzos grandes por tener acueductos de agua potable y de cuidar sus microcuencas, sin embargo, el Golfo de Urabá presenta unos indicadores altísimos de contaminación porque todos los ríos vierten sus aguas negras al Golfo. Allí los ríos y el tema de las aguas son graves”, aseguró.
Asimismo, opinó que aunque en la actualidad las personas se encuentran mejor informadas en materia ambiental, muchas de ellas actúan “con una doble moral ecológica porque dicen: yo consumo comida saludable, pero tienen un carro para andar ellas solas”.
Múltiples presiones
La directora de TNC explicó que los recursos hídricos afrontan tres factores de presión: la deforestación, que ocasiona que los ríos pierdan la capacidad de retener lluvias; la contaminación, que puede originarse en el ámbito doméstico o industrial y también en el uso de mercurio en actividades de extracción ilegal de minerales, donde se arrojan cantidades sin control de este elemento químico a los afluentes; y el cambio climático, que afecta los periodos de lluvia, trayendo como resultado inundaciones y avenidas torrenciales.
En Colombia, especificó la directora, la problemática ambiental contiene otro aspecto preocupante: la deforestación, pues, aseguró, en los últimos años se han talado aproximadamente seis millones de hectáreas de árboles.
En ese mismo sentido, Javier Parra, subdirector de recursos naturales de la Corporación Autónoma Regional del Oriente Antioqueño (Cornare) apuntó que “el planeta Tierra es uno solo; no crece”, aunque sí aumenta la densidad de la población y con ello los problemas para el ambiente.
“Todos los días los indicadores demográficos dan cuenta del crecimiento acelerado de las poblaciones, un crecimiento que no solamente demanda más y más buenos recursos sino que genera desechos sólidos, líquidos y emisiones atmosféricas, y si no controlamos cada uno de esos desechos obviamente esta ‘nave’ va a estar más asfixiada, más ahogada cada día”, dijo.
El manejo de desechos
Parra, sin embargo, resaltó que ha habido adelantos en educación acerca del cuidado del medio ambiente. “Si uno compara los estudiantes, los niños, qué hacían hace 20 años con los residuos, frente a qué hacen hoy, seguramente el resultado es muy positivo y gratamente reconfortante”.
Pero todavía “ nos falta mucho incentivar los procesos de reciclaje, recuperación, tanto del material orgánico para reincorporarlo de nuevo a los ciclos de producción de la agricultura en nuestro país; y los inertes para reincorporarlos a los procesos productivos”, añadió.
“Falta tecnología. Además de seguir trabajando en los procesos educativos nos falta desarrollo tecnológico, investigación para que podamos unir los procesos educativos de responsabilidad con tecnología para transformar esos residuos en nuevos productos, nuevos elementos y que se inyecten fácilmente dentro de los procesos productivos”, recalcó.
La meta
De acuerdo con Carlos Restrepo, director del programa Basura Cero de la Gobernación de Antioquia, el departamento produce aproximadamente 1.500 toneladas de desechos al año, de las que el 65% son residuos orgánicos, que podrían aprovecharse en abonos.
Actualmente se reutiliza el 17% de este material pero la meta es llegar al 80% en los próximos dos años. “La meta es ambiciosa pero ya ha sido superada por otros países”, anotó.
Las acciones de la Administración para la buena disposición de los desechos se han realizado de la mano con las autoridades ambientales, como las corporaciones Cornare, Corantioquia y Corpourabá, así como el Área Metropolitana, con quienes se han llevado a cabo campañas de separación de los desechos en los hogares .
Además, se han legalizado y carnetizado a las personas que se dedican al reciclaje, a quienes se les ayuda en los procesos de separación y disposición de estos elementos.
Más responsabilidad
Juan David Osorio, docente investigador de la facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Antioquia y quien cuenta con un magister en Economía de los Recursos Naturales y del Medio Ambiente, afirmó que para dismunuir la contaminación, las empresas deben reducir el material que usan para el empaque de sus productos, así como hacer seguimiento a los mismos después del proceso de venta para garantizar la correcta disposición de los residuos.
El cobro de la recolección de desechos, de acuerdo a la cantidad de residuos que se produzca, sería una medida que podría contribuir a reducir la contaminación, añadió el experto.
Dijo que en Colombia se ha avanzado en el reciclaje del plástico pero que “estamos ‘quedados’ con el manejo de los residuos electrónicos” que resultan del desecho de computadores y otros artefactos.
Erradicando el mercurio
El pasado jueves, la Asamblea de Antioquia radicó un proyecto de ordenanza que busca erradicar por completo el uso del mercurio en todo el departamento, y se empezaron “a hacer controles de legalidad a los que utilicen mercurio para la actividad industrial”, tal como lo señaló el gobernador Luis Pérez Gutiérrez.
El director Carlos Restrepo, afirmó que Antioquia “es la región de todo el mundo con mayor consumo de mercurio”, lo que ha ocasionado, en municipios como Buriticá, problemas congénitos en los niños. Actualmente se viene trabajando en un proceso de descontaminación de 500.000 toneladas de lodo contaminado en ese territorio.
Al año, el departamento consume entre 100 y 120 toneladas de mercurio.
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Para Juan Carlos Acevedo, líder ambientalista del municipio de Alejandría, la explotación de minerales ha sido un “motor en Antioquia, pero ha perjudicado el medio ambiente” cuando no está legalizada, por lo que se deberían implementar actividades de sensibilización para que las personas que derivan su sustento de esta actividad siembren también especies que contribuyan a la recuperación de los territorios.
Apoyo a pequeñas localidades
Acevedo comentó que una de las falencias que encuentra en el Gobierno, es que éste se centra principalmente en ejecutar obras de infraestructura, mientras se deberían aumentar las inversiones en los recursos naturales y apoyar las iniciativas de las pequeñas comunidades que desean realizar programas de reforestación y cuidado al entorno.
Asimismo, aseguró que el desconocimiento del medio ambiente ha creado una “gran brecha” entre el hombre y la naturaleza. Además, por otro lado, afirmó que a muchos ciudadanos todavía les falta mucha sensibilidad respecto a estos temas.
“La contaminación del medio ambiente se debe en gran medida a la falta de conciencia de las poblaciones y los dirigentes”, puntualizó.
¿Cómo va la calidad del aire?
Por otra parte, una de las preocupaciones para los habitantes del área metropolitana tuvo que ver en los últimos meses con que se decretaran las alertas por la contaminación del aire.
Carlos Hoyos, director del Sistema de Alerta Temprana del Valle de Aburrá (Siata), explicó que en el territorio se mide más la calidad del aire que en otras ciudades y que cuando en el área metropolitana se emite una alerta, que puede ser roja, con esos mismos índices de contaminación en otras zonas del país no se toman estas medidas.
“Nosotros tenemos una condición de valle, que hace que nuestro reto por calidad del aire sea mayor, porque cuando se empieza a acumular la contaminación en el Valle de Aburrá, por su condición geográfica, por estar encerrado y por tener poca ventilación la acumulación se da muy rápido, se puede dar exponencialmente”, mencionó.
Actualmente, la calidad del aire en el Valle de Aburrá se encuentra entre buena y moderada, “lo que quiere decir que estamos realmente lejos en este momento de tener una calidad del aire que pudiera afectar la salud de las poblaciones”, puntualizó.
Especies amenazadas
Las afectaciones que el hombre ocasiona en la naturaleza perjudican el hábitat de otros seres vivos, poniéndolos en peligro, tal como explicó Dairo Escobar, director del Sistema de Información sobre Biodiversidad de Colombia. “Cualquier actividad que conlleve un cambio o una alteración en el ecosistema natural de una especie, la está colocando en riesgo”.
De acuerdo con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (Uicn), en Colombia hay 1.200 especies amenazadas, de las cuales 173 se encuentran en peligro crítico, 390 en peligro y 640 en la categoría vulnerable. De éstas, 407 corresponden a especies animales y 796 a plantas.
Por otro lado, según un informe de mediados de febrero del Ministerio del Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, con cifras de la Policía Nacional, el tráfico ilegal de especies afecta a 234 tipos de aves, 76 especies mamíferos , 27 de reptiles y nueve de anfibios.
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