Son una amenaza no sólo a los intereses nacionales sino a los ciudadanos cuya privacidad ya no existe
Los extraordinarios beneficios que nos ofrece el internet, entre otros el acceso inmediato a la información, el comercio electrónico, las comunicaciones y el entretenimiento, tienen su cara oscura: los conflictos globales, el cibercrimen y lo más reciente el hackeo de los computadores. En otras palabras, la web es un arma de doble filo de la que dependemos cada vez más, convirtiéndonos en una especie de zombis afectando el tejido social y las relaciones familiares. Ya los jóvenes se rehúsan a la comunicación verbal, se acabó la interacción personal.
El ‘’ransomware’’, el tipo de software ilegal que bloquea los computadores hasta que no se pague por la extorsión, es el último de los métodos que los ciber delincuentes se inventaron hace unos días. Fueron más de 200.000 ordenadores en 150 países los afectados. Un virus que se expandió como pólvora que aunque se pudo desactivar rápidamente, aún quedan secuelas imposibles de desconocer. ¿Qué tal si todo el sistema de transporte, los hospitales y muchos negocios de un momento a otro se vieran privados de los servicios de internet?
El polémico hackeo de Rusia a los computadores al Comité Nacional Demócrata es un hecho sin precedentes en la historia de las elecciones presidenciales norteamericanas mostrando hasta donde llegan los cibercriminales. ¿Quién iba a pensar que la poderosa red de inteligencia podría ser permeada y puesta en ridículo? Los enemigos de la transparencia y los métodos ilegales son una amenaza no sólo a los intereses nacionales sino a los ciudadanos cuya privacidad ya no existe.
Nos volvimos adictos a la web negándonos a aceptar que ello nos vuelve vulnerables. Mientras más nos conectemos, nuestros aparatos y teléfonos serán objeto de intrusión por quienes tienen interés en meterse a nuestras vidas, controlando lo que hacemos y hasta bloqueando los sitios de preferencia. Quien se atreva a afirmar que está exento de peligro no entiende que el mundo es otro, a merced de lo que hagan los delincuentes en el espacio virtual.
Con el avance de la tecnología, en poco tiempo los hogares se volverán ‘’inteligentes’’, es decir, que las luces, termostatos, cerraduras y hasta electrodomésticos estarán monitoreados a través del internet. Una expansión de la red y un medio para que quienes tengan forma de vender sus servicios se conviertan en un negocio de magnitud inconmensurable. Se proyecta que del 2016 al 2021 el número de hogares inteligentes pase de 90 millones a 463 millones principalmente en los Estados Unidos y China.
Lo anterior va a hacer que todos seamos vulnerables y expuestos a cibercriminales que se inventarán la forma de burlar los controles y firewalls. Al fin y al cabo ese es su propósito. De acuerdo con la Agencia de Inteligencia de los Estados Unidos, en el futuro los estados y los ciudadanos muy seguramente utilizarán los aparatos a su disposición, para por un lado apoyar operaciones de inteligencia y por el otro para atacar las redes de computadores con fines malignos.
Ciertamente, a los genios y creativos de Google, Facebook y Amazon les debemos admiración y respeto por permitirnos acceder a la comunicación, el conocimiento y el comercio, pero también que su tecnología y métodos nos han vuelto menos seguros e independientes. ¿Qué será de este mundo sin el internet?