El agua contaminada y el hacinamiento, entre otros factores, implican para los damnificados y socorristas riesgos para su salud, por lo que se ha trabajado para evitar más hechos que lamentar.
Uno de los principales aspectos en los que se trabaja en Mocoa, después de la avalancha que cobró 321 vidas (según el último reporte), es la prevención de una segunda emergencia, que podría ocurrir si no se diera el manejo adecuado a la tragedia que golpeó este territorio, como lo explicó Carlos Iván Márquez Pérez, director de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (Ungrd).
Según el director, hasta el momento el balance en las labores es satisfactorio gracias a que se han realizado los procedimientos de manera integral, obedeciendo a los protocolos y articulando esfuerzos desde varios frentes, como las competencias en materia de salud, ambiental, social e incluso psicosocial, sin que hasta el ahora se registren nuevas afectaciones entre los pobladores y garantizando el bienestar de los miembros de los organismos de socorro, que hasta el momento no han tenido ningún accidente.
Con una emergencia sin el adecuado manejo “tendríamos contaminación, generando problemas respiratorios, gástricos, dérmicos, y entraríamos en un tema de epidemia por el mal manejo de cuerpos, de basuras, de materiales sólidos y eso sería una posibilidad de una segunda gran emergencia”, recalcó.
Riesgos después de la avalancha
Sigifredo Ospina Ospina, médico microbiólogo, epidemiólogo y jefe de Epidemiología hospitalaria del Hospital Universitario de San Vicente Fundación, recalcó que después de una tragedia como la ocurrida en Mocoa las personas corren el riesgo de contraer varias enfermedades derivadas del agua no potable.
En una situación como la ocurrida en Putumayo “se aumenta la cantidad de diarreas, principalmente en niños y en ancianos, y la recomendación en ese caso es hervir el agua, filtrarla o tomarla envasada”, señaló el especialista.
También se pueden presentar infecciones relacionadas con una bacteria llamada leptospira, que se encuentra normalmente en la orina de los roedores y los perros, y que puede diseminarse a través de las aguas detenidas, dijo Ospina Ospina, quien mencionó, además, que otras posibles afecciones son los problemas dermatológicos, que se presentan, principalmente, en la población infantil.
Asimismo, por el hacinamiento “todas aquellas infecciones que sean transmisibles, principalmente por vía respiratoria, también se pueden aumentar, como la influenza y la tuberculosis, por lo que se recomienda el uso de mascarillas en aquellas personas que presenten síntomas de enfermedades de este tipo”, anotó.
Otro de los problemas lo constituyen las picaduras de serpientes, que migran de sus lugares habituales hacia otros sitios. Por otro lado, los roedores también pueden desplazarse hasta las viviendas, generando problemas, apuntó.
Prevención
El director de la Ungrd dijo que en la atención de la emergencia se han aplicado hasta el momento más de 30.000 dosis de vacunas contra hepatitis A, fiebre amarilla, tétanos y varicela, y que se vienen realizando jornadas de prevención y promoción en los albergues.
“Se están haciendo jornadas de atención médica con enfoque diferencial a las madres gestantes, lactantes, a los niños, a las niñas, a los adultos mayores, personas con discapacidad y al personal en general”, especificó.
El director Márquez Pérez resaltó que “afortunadamente no tuvimos ninguna crisis en el tema hospitalario, porque se ha hecho toda la activación del protocolo de salud” y expresó, asimismo, que se han realizado campañas de limpieza y el adecuado manejo de basuras.
“Acá en Mocoa no se ha requerido un complemento adicional de orden nacional, menos internacional, porque la cobertura que se ha dado desde el sistema propio de salud ha dado para ello”, comentó.
En ese mismo sentido, la gobernadora de Putumayo, Sorrel Aroca Rodríguez, subrayó que “por el tema de nuestros fallecidos no se presentó una emergencia sanitaria en Mocoa. Nosotros mismos nos sorprendemos gratamente de todo el apoyo interinstitucional de Medicina Legal, CTI, Fiscalía y Secretaría de Educación Departamental porque evitamos una emergencia sanitaria”.
Buen balance en atención
La gobernadora narró que para hacerle frente a la emergencia el personal médico y asistencial, así como los miembros de los organismos de socorro, fueron inmunizados para prevenir las principales patologías de riesgo, gracias a las jornadas de vacunación que se organizaron a través de la Secretaría Departamental de Salud.
“A pesar de todo esto y de la complejidad de atender una emergencia tan súbita, tan repentina, yo de verdad reconozco la valerosidad de nuestra Oficina de Gestión de Riesgos del Departamento y la Municipal, que han sabido coordinar una operación monumental con organismos de socorro, Cruz Roja, Cruz Roja Internacional, Defensa Civil, Bomberos. Yo creo que ha sido un balance positivo para la magnitud de lo que nos ocurrió”, expresó la mandataria.
De acuerdo con el director de la Ungrd “se atendieron 332 personas heridas. 80 requirieron traslado y remisión hacia Popayán, Neiva, Cali y Bogotá, y se les hizo traslado aéreo. Algunos que tenían algunos traumas, unos politraumatismos, todos han recibido y están recibiendo atención médica especializada”.
Manejo del agua
Uno de los aspectos en que más se ha hecho énfasis es el adecuado manejo del agua para evitar afecciones en la población. Hace pocos días fueron hallados por lo menos 63 cuerpos a las orillas del río Caquetá, al parecer víctimas mortales de la avalancha en Mocoa, lo que produjo la suspensión del servicio de agua potable en los municipios de Solano y Curillo para evitar problemas de salud en los habitantes de estas localidades debido a la contaminación de los afluentes.
Márquez Pérez aseguró que “detrás de unas aguas mal entregadas se generan todos los problemas que pueden entrar por la vía gástrica, y esa es una de las cosas que tiene uno que controlar”.
Por su parte, la gobernadora del departamento de Putumayo narró que “prácticamente desde el día dos de nuestra tragedia se ha comenzado con el suministro de agua por medio de carrotanques, con una división, una zonificación que se ha hecho a través de la empresa Aguas Mocoa de la Alcaldía municipal”, y que ha sido fundamental la puesta en funcionamiento de las plantas de tratamiento del Acueducto de Bogotá, que “están permitiendo que los carrotanques entreguen agua 100% tratada”.
“Falta conciencia”
Para Carlos Alberto Gil Valencia, experto en gestión del riesgo de desastres y exdirector del Dagrd, todavía falta mucha conciencia por parte de las administraciones municipales y departamentales acerca de la gestión del riesgo.
“Por lo general los municipios no tienen estrategias de respuesta de emergencias, además no socializan y se le da poco presupuesto a este tema, sabiendo que en el momento en que ocurren estos eventos, es lo que más tragedias y más muertes puede ocasionar”, enfatizó.
De acuerdo con él, “tristemente tenemos una cultura en la que pensamos que nunca van a pasar las cosas. Tanto los gobernantes como las personas que viven al lado de la ribera del río o que viven vulnerables a cualquier tipo de evento natural, siempre creen” que no se van a ver enfrentados a posibles tragedias “porque aquí no llueve tanto o porque no tiembla nunca”, por lo que muchos ciudadanos continúan viviendo en condiciones de riesgo.
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Acerca de Mocoa, dijo que “la ciudadanía tenía varias vulnerabilidades. Primero, hay unas quebradas o ríos que pasan al lado, donde hay muchas casas. Las casas están ubicadas muy cerca, sin respetar los retiros obligatorios por prevención de riesgo que deben tener. Están a muy pocos metros y casi sobre cualquiera de las quebradas”.
Aclaró que en muchas ocasiones no se puede evitar que ocurran este tipo de eventos pero sí el fallecimiento de tantas personas, con unos adecuados planes de gestión de riesgo y la estrategia de respuesta a las emergencias que se puedan presentar en el municipio, debidamente socializados con la comunidad.
Añadió que también es fundamental contar con sistemas de alertas tempranas “que le puedan decir a la gente en la parte de abajo, donde está la ciudad, cómo viene la quebrada, cómo viene creciendo y cuál es su caudal” para que los lugareños puedan saber a tiempo que es inminente el riesgo de eventos como avenidas torrenciales, conocidas como avalanchas.
Minería ilegal como causa
En medios de comunicación han circulado opiniones que aseguran que una de las causas de la tragedia de Mocoa fue la explotación minera. Sin embargo, la gobernadora de Putumayo aclaró que “en las zonas por donde vino la avenida torrencial el 31 de marzo, no. Pero en otros lugares del departamento sí es una actividad que está generando problemas.
Incluso, en Puerto Guzmán el segundo río de la región se secó, como lo dice el señor alcalde y como lo han manifestado diferentes autoridades policivas, a causa de la actividad de la minería ilegal”.
Rubén Darío Gómez Cano, secretario general de la Confederación Nacional de Mineros de Colombia (Conalminercol), aseguró que muchos mineros informales, que no han cambiado su condición por falta de intención del Gobierno Nacional y una política para formalizarlos, llegan a los territorios para extraer los minerales en el menor tiempo posible “sin tener en cuenta la normatividad ambiental y, lógicamente, sin recomponer los terrenos ni las riberas de los ríos o las quebradas donde realizan la explotación, y pueden generar unos amontonamientos de piedras, de tierra, lodo, sin que haya una posibilidad de recuperar esos terrenos antes de terminar la explotación”.
“Eso, básicamente, es lo que puede ir generando acumulaciones peligrosas de rocas y sedimentos a las orillas de los ríos y las quebradas, que no necesariamente es el caso de lo que ocurrió en Mocoa puesto que allí no tenemos conocimiento de que se haya dado este tipo de explotación, máxime si se trata de unos caños donde se toma el agua para los acueductos de las regiones”, aclaró.
Asimismo, Pedro Cuero, quien se dedica a la minería en el municipio de Guzmán, negó enfáticamente que en la tragedia de Mocoa tuvieran algún tipo de responsabilidad los mineros porque “no hay ninguno en ese sector”.
Además, aseveró, aunque se dediquen a la minería informal, muchas de las personas que derivan su sustento de esta actividad en Putumayo cuidan el medio ambiente y tratan de afectar lo menos posible los recursos con que trabajan.
“Suma de errores”
Para Andrés Montoya, quien pertenece a la Facultad de Ingeniería del Tecnológico de Antioquia y es coordinador de las especializaciones del área ambiental, “lo que pasó en Mocoa fue una suma de errores. El primero fue que aunque tenemos unos planes de ordenamiento territorial, que fueron creados desde 1997, casi no se tiene un buen cumplimiento acerca de ellos, entonces las personas siempre están habitando al lado de las márgenes de los ríos. Fuera de eso, se sabía que en la zona, estudios de Corpoamazonía y lo que estaba indicando el Ideam, es que la pluviosidad estuvo muy alta durante los últimos días y esos trabajos que había hecho Corpoamazonía eran en pro de disminuir la vulnerabilidad bajo la cual estaban esas personas ubicadas en Mocoa. No se atendió realmente con los parámetros del Plan de Ordenamiento Territorial. No se cumplió con las normas que indican que no es que podamos estar a 30 metros del retiro del cauce principal sino que debemos estar a 30 metros de la llanura de inundación. Por otro lado, se tuvo un retorno muy alto de pluviosidad y todo esto desencadenó, lastimosamente, en esta tragedia tan grande”.