El nuevo inquilino de la Casa Blanca tiene alarmados a todos por igual: desde la comunidad internacional hasta los mismos norteamericanos. El discurso de posesión fue una extensión de la campaña centrada en el rencor y resentimiento. En lugar de inspirar apeló a la desesperanza y la desunión. La tradición obliga a enfatizar los valores nacionales, a estimular la participación ciudadana y la superación de las diferencias partidistas. En la era Trump humildad, generosidad y decencia desparecen del diccionario. La “carnicería americana y América primero” auguran una época de aislamiento y peligroso proteccionismo.

Bully e histrión a la vez vive pegado a su cuenta de Twitter haciendo creer que gobierna a su antojo sin que haya lugar a la disensión. El suyo es un gabinete dominado por amigotes multimillonarios casi todos hombres, con tan solo 3 de 20 secretarios procedentes de las minorías y ningún hispano. Lo anterior no debe sorprender pues la comunidad latina se volcó en contra de su aspiración.

Obsesionado con lo que digan los medios de comunicación se niega a aceptar que su posesión no tuvo la acogida esperada e insiste contra toda evidencia que la suya fue la de mayor concurrencia. O que hubo cerca de 3 millones de “votos” depositados por indocumentados que le costaron el voto popular. Otra falsedad de la que no hay prueba alguna. ¿Y eso qué importancia tiene? Pues que el modus operandi de Trump es el de distraer a la opinión de los hechos verdaderamente relevantes.

En su primera semana en la Presidencia ha emitido varias órdenes ejecutivas con la intención de impactar a la opinión con sus promesas de gobierno. La Ley de Salud fue su primer objetivo firmando un decreto que debilita su funcionamiento sin antes proponer una alternativa. Serían cerca de 18 millones los que podrían perder su cubrimiento una gran parte de los cuales son la base de su electorado. Vaya paradoja. A continuación congeló todos los subsidios y contratos de la Agencia Ambiental y ordeno la remoción de todos los enlaces con información relacionada con el calentamiento global.

La comunidad Lgtbi que tuvo el respaldo del gobierno Obama también desapareció de los archivos electrónicos de la Casa Blanca al igual que la página en español. Con la eliminación de una tasa de interés más baja para la adquisición de vivienda para las familias de bajos ingresos, serán menos quienes tengan la posibilidad de ser propietarios. Los inmigrantes indocumentados tampoco la tendrán fácil en aquellas ciudades santuario donde deje de operar el programa que evita entregar a las autoridades de inmigración a todos los que estén irregularmente en los Estados Unidos. Definitivamente, las minorías no serán la prioridad de la nueva administración.

México cual patito feo ha sido señalado culpable de los males que aquejan a la clase trabajadora norteamericana. El Muro de la Infamia será una prioridad para Trump y un despropósito para el resto del mundo civilizado. Así haya congelado la nómina federal a todos los niveles, el dinero para su construcción deberá salir “por el momento” con cargo a los contribuyentes pues la idea es que el vecino pague con una sobretasa del 20 por ciento a sus exportaciones. Una abierta violación al Tratado de Libre Comercio pero no importa pues hay un nuevo sheriff en Washington y un aumento de los precios para el consumidor.

Mientras tanto, el partido republicano observa impávido como la bancada en el congreso terminará avalando todas y cada una de las arbitrarias movidas del ejecutivo. Son los nuevos firmones de un gobierno que desconoce la separación de poderes y donde la oposición no existe pues los demócratas poco o nada podrán hacer para impedir al nuevo Caudillo.