El hablar y algunos elementos claves

Autor: Lucila González de Chaves
1 febrero de 2018 - 12:10 AM

Una persona que no se expresa adecuadamente, por ignorancia o por rebuscamiento, o por llamar la atención, tiene dificultad para comunicar a otros sus pensamientos, deseos e intenciones

Algunas pocas personas, muy pocas por fortuna, parece que sintieran necesidad de impresionar a sus interlocutores con giros rebuscados, con palabras poco conocidas, con temas exóticos, con gestos y entonaciones extravagantes.

Quizás (o quizá) ello se deba a la falta de espontaneidad y sinceridad, lo que es fácilmente captado por el interlocutor; esta circunstancia crea en algunos, una inmediata sensación de rechazo y aburrimiento.

No debemos olvidar que, si bien el idioma está guiado o gobernado por normas, la manera que cada persona tiene de expresarse es absolutamente personal, puesto que la elección de frases y palabras está regida por nuestra mente, en un acto que es puramente individual.

Démonos cuenta de que el deficiente manejo del lenguaje deteriora al que habla y sus relaciones con los demás. Una persona que no se expresa adecuadamente, por ignorancia o por rebuscamiento, o por llamar la atención, tiene dificultad para comunicar a otros sus pensamientos, deseos e intenciones; y como el escucha no entiende ni celebra esas formas melindrosas y altisonantes de expresión, se cansa y, a veces, deja la conversación.

Cultivar la capacidad de hablar de un modo sencillo, claro, sin adornos, fácil de comprender, sin gestos ni tonos exagerados, es el primer paso para lograr otro lenguaje más enriquecido que, además de ser correcto, está lleno de armonía y elegancia; de afecto, fraternidad y aceptación, o por lo menos, tolerancia, de lo que los demás dicen.

Lea también: El sentido de lo que decimos está en lo que los demás oyen

Recordemos que una voz suave, armoniosa, bien articulada y expresiva se escucha con gusto; y, hasta hace menos enojosos los conceptos, los avisos, las noticias, las propagandas, la controversia en la conversación.

Algunos locutores y presentadores de programas y noticias, ya no hablan, gritan. Hay quienes les dan tono de discurso oratorio, o explicaciones académicas, a cualquier anuncio o información insignificantes.

En las entrevistas, también hay boberías lingüísticas, con apariencia académica; algún periodista inicia la pregunta con un largo discurso de apreciación (¡y de respuesta!) antes de formular preguntas enmarañadas. El entrevistado no retiene los largos y confusos planteamientos del entrevistador, y se ve obligado a responder solamente: “¿me repite la pregunta?”. O contesta otra cosa, porque no entendió. Gracias a los profesores de Comunicación, hoy las preguntas están más al alcance del entrevistado, porque se formulan con sencillez, precisión y cortedad.

Se ha aprendido en la Universidad que hay que llegar hasta la mente del entrevistado con un lenguaje claro, con una pregunta corta, definida, sencilla, seria, sin adornos críticos ni humanísticos ni deportivos, sin incluir en ella la posible respuesta.

 Debemos dejar ese “discursismo” tropical, innecesario y de mal gusto; sencillamente, tratemos de hablar bien. Los profesionales del habla nos recomiendan:

- Evitar actitudes falsas y petulantes

- Expresar las ideas sin rodeos y sin vaguedades.

- La frase debe ser lógica, y que tenga precisión, claridad, sencillez, adecuación y propiedad.

- Tener una disposición afectiva; esto quiere decir que debe gustarnos la conversación, el tema, el interlocutor.

-Evitar las prevenciones y el ánimo combativo; no entablar con el oyente una competencia sin fin. Una discusión que descompone el ánimo.

- Cuando se habla en público, es un espectáculo aburrido y produce desazón en los oyentes, un expositor que esté continuamente moviéndose; en permanente paseo mientras habla.

A veces, no establecemos límites entre los vocablos. Lo que escuchamos son “cataratas de palabras”, según la opinión del académico y gran maestro de la fonética, el colombiano Luis Flórez.

El idioma oral es riesgoso en las personas sin cultura, porque se trasmiten los errores que algunos defienden como verdades idiomáticas.

Vea también: Para hablar y escribir mejor

Están los errores en las estructuras de las frases debido a la falta de estudio de las normas de construcción y del adecuado empleo y conocimiento del sentido de las palabras.

Es necesario cuidar y enriquecer el lenguaje oral: hay que leer incansablemente, aprovechar el contacto con personas de cultura, asistir a reuniones en donde se manejen bien los aspectos culturales y los lingüísticos; en donde se discutan sin apasionamiento los aconteceres del momento, en donde funcionen la ética y el respeto por el discurso del otro; y, en general, poder emitir juicios críticos constructivos.

No quiere ello decir que nuestros encuentros con familiares y amigos se conviertan en una tortuosa vigilancia lingüística y pierdan su esencia de diversión, de compañía afectuosa para pasar las horas y hablar de todo y de nada. Personalmente creo que esto último debe cuidarse como un tesoro, porque es ahí donde está la fuente del vigor, del bienestar interior, de la alegría del encuentro, de la sensibilidad por las pequeñas cosas del diario acontecer, celebradas y compartidas.

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Comentarios:

augusto
augusto
2018-02-02 09:24:29
¿Aprueba la academia tener algo por cierto sin conocerlo de manera directa o sin que esté comprobado o demostrado? ¿Porqué si lo cierto es conocido como verdadero, seguro, indubitable, la academia aprueba tener algo por cierto sin conocerlo de manera directa o sin que esté comprobado o demostrado? Así que si la academia es eso, ¿Porqué creer en ella?

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