Los países y organizaciones democráticas que sospechan de los resultados de las elecciones en Venezuela deben actuar en defensa de la mayoría aplastada por la tiranía
Nicolás Maduro respondió a las elecciones regionales del pasado domingo en tres momentos que retratan el estado de dictadura a que ha sido sometida Venezuela. Antes de que su amiga, y subordinada política, Tibisay Lucena, presidente del Consejo Electoral, los divulgara, anunció el reconocimiento de los resultados. Tras la apresurada promulgación del conteo, se explayó en insultos a la oposición y sus aliados. En la mañana del lunes anunció que el paso a dar por su gobierno (tiranía) sería la censura a las redes sociales, último espacio de la libre expresión en un país en el que los medios han sido acallados y la calle fue convertida por el gobierno en escenario de represión y muerte.
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Aunque los partidos que la integran tuvieron posiciones distintas sobre su participación en las elecciones regionales, la Mesa de Unidad Democrática ha sido coherente en su sospecha previa sobre las acciones del gobierno en estos comicios, así como en su denuncia posterior a la falta de transparencia en una jornada manipulada por el partido del dictador, asaltante de los poderes que no controlaba, y carente de observadores imparciales y, por tanto, confiables. Su coherencia le ha confirmado el respeto de quienes en el mundo se lo han concedido por su valiente contradicción a la tiranía, además de que le ha granjeado el de países que se habían abstenido de acompañarla, como España, que se ha sumado a quienes declararon “sospechosos” los resultados y pidieron sanciones a la tiranía.
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Así Nicolás Maduro grite su “victoria” en las fraudulentas elecciones y su constituyente de bolsillo “posesione”, casi de ipso facto, a los nuevos gobernadores, el mundo les ha restado legitimidad a las elecciones. Lo hicieron las organizaciones y países, como la OEA y Estados Unidos, que han venido trabajando en defensa de la recuperación de la democracia venezolana. Y lo ha hecho la Unión Europea, que al reconocer como “sospechosos” los resultados de las elecciones, inició el análisis de las sanciones que por primera vez impondrá a la dictadura. El distanciamiento ha incluido a países europeos en solitario, como Francia, pero también a naciones americanas con líderes moderados, como Canadá.
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La infame carrera del chavismo para afianzar la dictadura que diseña en la espuria asamblea constituyente no puede ser ya contenida con la valiente Mesa de Unidad Democrática o por países y organizaciones que se han jugado por la defensa de la democracia actuando frente al tirano, acogiendo a los disidentes y denunciando la infamia. A la ONU le ha llegado la hora de encarar esta crisis, que se suma a la cubana como manchas contra la libertad en el continente americano, y a quienes anuncian denuncias ante la CPI les toca iniciar la presentación de casos por las notorias violaciones a los derechos humanos responsabilidad de Nicolás Maduro y la camarilla que lo acompaña.
Democracias formales, dictaduras reales