Estudiando la historia de la humanidad se encuentran cosas muy curiosas e interesantes como la siguiente: los antiquísimos seres humanos vivían como simples animales hasta que en un momento se le ocurrió a una persona usar un pedazo de madera encendida, lo que permitió cocinar comidas y hacerlas más sanas y nutritivas, técnica que originó un cambio total y definitivo para la humanidad.
Luego las teas encendidas propiciaron la extracción y fundición del hierro, luego el cobre, bronce y más metales que le permitieron a las personas hacer cuchillos, lanzas y otros aparatos que aceleraron el progreso de la humanidad. En la actualidad dependemos de herramientas metálicas que hacen posible la vida actual en el mundo, lo que nos hace recordar que los primeros elementos metálicos surgieron por el uso de la tea encendida.
En el mundo de hoy se encuentran altos científicos aportando grandes avances pero lamentablemente en lo único que piensan es en las retribuciones económicas; no se piensa en el progreso efectivo compartido por toda la población humana. Sería muy conveniente que los líderes sociales y científicos pensaran y se responsabilizaran en orientar un mundo mejor y más justo para todos los habitantes. Es imperdonable que en el mundo actual los líderes sociales y científicos no se dirijan a buscar un progreso compartido para toda la comunidad. Sería muy justo que los líderes políticos y científicos trabajaran con la única idea del progreso y bienestar de toda la comunidad.
Volviendo a pensar en eso que ocurrió hace miles y miles de años cuando el ser humano pudo usar el fuego como herramienta que facilitó el cambio en la alimentación de todas las personas y que posteriormente se desarrollara el fuego controlado que hizo posible el uso de metales, si bien por esas épocas no se pensaba en un progreso justo y compartido.
Es muy interesante que hoy se estudien los procesos históricos como fue el uso del ‘fuego’ que cambió la orientación de todos los seres humanos al mismo tiempo que pensamos que en el mundo actual tenemos un exceso de población que no nos hace actuar con metas sociales compartidas pero simultáneamente recordamos cómo el uso del ‘fuego’ cambió la suerte del ser humano en el mundo.