Un diccionario, es decir, la palabra, puede mostrar cómo piensa y qué siente una sociedad
No lo es, creo yo. El idioma es una realidad cultural que, por lo mismo, solo es posible en un grupo humano. Dije una obviedad. Cada grupo humano crea lo que puede en su tiempo, y dentro de esa creación está su código moral, es decir, sus ideas sobre lo bueno y lo malo, sobre lo que se debe y no se debe hacer. Un idioma, primero, se nutre de esa moral (y de las demás obras y características de su sociedad) y, segundo, puede reflejarla. Recuerdo que Memo Ánjel, escritor y docente, hombre sabio, muy sabio, nos decía en una de sus clases que nuestro español está lleno de adjetivos porque somos una sociedad, hablaba de Colombia, de juicio fácil, que califica al otro ligeramente, que califica todo sin mayores detenimientos.
Un diccionario, es decir, la palabra, puede mostrar cómo piensa y qué siente una sociedad. Hace unos meses, quizá a principios de este año, vi en Facebook una publicación con su respectiva polémica. La publicación era la definición de “sexo débil” que aparece en el Diccionario de la lengua española (rae.es, para su edición virtual). El “sexo débil”, reza, es “el conjunto de las mujeres”. Vaya, alguna feminista entró en paro cardiaco seguramente. Y con razón porque, evidentemente, es una idea machista según nuestro código moral.
Pero no se enojen: el mismo diccionario define la expresión “bello sexo” como, también, “el conjunto de las mujeres”. Y al “conjunto de los hombres” lo define como “sexo feo” o “sexo fuerte”. Pero no es culpa del idioma: el idioma nació en una sociedad que no se detenía a pensar ni en machismos ni en feminismos. Son conceptos propios de nuestra época y, por lo mismo, muy seguramente eso de “sexo débil” no tendrá mucha vida y no sobrevivirá a muchas ediciones del diccionario.
Pero antes de sacarlo del diccionario (al concepto “sexo débil”), hay que sacarlo de la sociedad si el propósito es fundar un nuevo orden en el cual varones y mujeres sobrevivan en las mismas condiciones, es decir, en el cual unos y otras puedan hacer lo mismo. Cuando lleguemos a un estado de cosas del que podamos decir “no es machista”, el idioma, las palabras que usamos, cambiará, y ya sí será un disparate que el diccionario incluya “sexo débil”.
Ahora bien, si yo fuera miembro de la RAE y estuviera en mi poder decidir quién va y quién no va en el diccionario, yo hubiera dicho “hombre, saquemos eso de ‘sexo débil’ que, al fin de cuentas, nada le aporta a la vida”. Pero tampoco le aportará mucho a la vida excluirla si las condiciones, si el orden de las cosas y, sobre todo, si las ideas permanecen.
Uxoricidio
Hablando de machismos y diccionarios, la semana pasada se me olvidó mencionar esta palabra cuando les hablé de feminicidio. Un uxoricidio es el asesinato de una mujer, pero con una condición: el marido debe ser el asesino. Evidentemente no son sinónimos exactos y su etimología lo muestra: feminicidio viene de fem?na (mujer), mientras que uxoricidio tiene que ver con uxor (mujer, pero con el sentido “esposa”).