Es la aceptación de los estatutos y de programa de gobierno que se viene construyendo colectivamente, lo que define si alguien es o no miembro del CD.
La crisis del establecimiento -la coalición Santos- Farc- es irrefrenable. El pasado 16, Santos pedía investigar “sin contemplaciones” los episodios de corrupción por los que indagan a los exmagistrados y expresidentes de la Corte Suprema de Justicia, Bustos (para quien la justicia no puede ser un obstáculo para la paz), Ricaurte y Tarquino (el que dijo que había que condenar a los ministros uribistas por conveniencia política). No obstante, el viernes pide que el Consejo Nacional Electoral, CNE, archive la investigación en su contra por ingreso de dineros ilícitos provenientes de Odebrecht en la campaña del 2014, porque según él no hay pruebas en su contra -cometiendo de paso la falacia de petición de principio, porque precisamente es lo que la investigación debería determinar- y señala que su juez es la Comisión de Acusaciones de la Cámara, argumento con el cual deja ver el fondo de lo que pretende: empantanar ad aeternum el castigo de su conducta, precisamente ahora que se siguen desenmascarando las acciones corruptas de su gerente, el señor Prieto con los dineros de Odebrecht .
Antes, las exministras, que alguien con humor bautizó como las “gamarras”, no vinieron al país a la citación de la Fiscalía; el director de la ANI tuvo que renunciar por los señalamientos de corrupción ligados a contratos con Odebrecht en el ventilador prendido por los campeones mundiales de la compra de votos, alias el Ñoño y Musa, cuya “vuelta”, muy al estilo mafioso, le dió el triunfo a Santos en 2014.
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Y por si fuera poco, los corruptos de las Farc nos creen tontos: van a entregar como bienes para reparar a las víctimas 250.000 hectáreas que le expropiaron a los campesinos o que son de la nación; unas carreteras que son del estado, las cirugías que efectuaron a sus enfermos -salvo, presumo- los abortos, que practicaron cuchillo en mano y en las peores condiciones, a miles de mujeres de las Farc; pero también, botas usadas, traperas sucias, toallas sudadas, vasos desechables y todo tipo de cachivaches. Una burla total a los colombianos. Corruptas la burguesía santista y la narcoburguesía de las Farc. Una y otra representan la vieja Colombia, la de la violencia y el narcotráfico, la de los hijos de papi del palacio de Nariño y la de los capos de la coca y la minería ilegal, “unidos, como debe ser”. Son la basura que hay que barrer del país, como saben millones de ciudadanos.
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No hay un escenario más propicio para recobrar el país que éste. Pero emerge el peligro de perder esta oportunidad en razón de las divisiones que surgen en el Centro Democrático, músculo de la oposición. El viernes, el doctor Fernando Londoño acusó al precandidato Iván Duque de no ser uribista, y le pidió que se retirara del partido en razón de que “el senador dijo en un debate: “Vamos a reducir entonces esta discusión simplemente a Uribe y a Santos. O sea, esto es un tema de dos personas como si el resto del país fueran simplemente miembros de una secta que se dejan guiar por dos monjes”. El doctor Londoño reaccionó calificando a Duque de “mozalbete inteligentón” que “coquetea” con los santistas, y de utilizar la palabra “secta en el peor de los sentidos: de fanáticos de un rebaño que no piensa, que no tiene ideas y que sigue al monje y el monje se llama Álvaro Uribe Vélez, que es a quien Iván Duque le debe todo, cualquier cosa que sea en la vida Iván Duque”. Y agregó: “ni el presidente Uribe es un monje, ni el Centro Democrático es una secta. Eso no se lo podemos aceptar de ninguna manera. No lo aceptamos y aquí hay un problema de fondo y una línea de rompimiento total”.
Yo, personalmente pienso que Duque no descalificó a Uribe, porque su expresión no fue una afirmación sino un condicional, que supone que la discusión del país es una pelea entre dos personas y no una que tiene que ver con el pacto Farc – Santos, pero también con la economía, la innovación, la salud, la corrupción, etc. Son los enemigos de Uribe los que quieren desacreditarlo presentándolo como un jefe de secta, y es contra ellos que arremete Duque.
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Ahora bien, las críticas a Duque vienen de hace tiempo por parte de un sector que piensa que este es de izquierda y cercano al inversionista Soros, a quien señalan de financiar a la izquierda internacional, y que Duque es cercano a Santos porque los medios amigos del presidente hablan bien del precandidato, lo cual no prueba que sea santista (y hasta podría ser una estrategia de ese sector para causar división en las filas del CD); y de no ser de derecha, como si esa fuese una condición para ser militante del Centro Democrático y precandidato. Esa es una opinión respetable y defendible, pero no la comparto porque lo que aglutina a los militantes son los estatutos, que contienen elementos comunes a cualquier demócrata, hace énfasis en dar salida a las necesidades de los más necesitados y, a la vez, enfatiza en la necesidad de defender y estimular la propiedad privada (un país de propietarios) y la economía de mercado.
Es la aceptación de los estatutos y de programa de gobierno que se viene construyendo colectivamente, lo que define si alguien es o no miembro del CD. Defender la necesidad de superar el reduccionismo de una lucha sectaria al que nos quieren someter los epígonos y estrategas del régimen no es cruzar la línea del rompimiento total. Y lo afirmo con total independencia porque yo no le hago campaña a Duque ni a ningún otro precandidato
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Pero creo, además, que al precandidato Duque le corresponde salir a defenderse de estos señalamientos, para explicarle a sus oponentes internos sus puntos de vista, porque el silencio siembra la duda entre los militantes de base y los electores del país. Este tipo de episodios es aprovechado por Santos, las Farc y los medios que le son afectos, para dividir al CD, con el objetivo de que pierda fuerza y la oposición no llegue al poder por estar fraccionada.
Yo pensaría que el senador debería pedirle al doctor Londoño una réplica en la que explique sus afirmaciones y el resto de señalamientos, que merecen, todos, una respuesta que informe a la militancia y a los ciudadanos colombianos. Si no enfrenta esta situación irá perdiendo presencia. Estoy seguro de que el director de La Hora de la Verdad sabrá escucharlo y considerar sus argumentos y todo podrá ser aclarado, para bien del país.