El discurso de Iván Duque versus la realidad de su partido

Autor: Johnatan Clavijo
5 abril de 2018 - 12:08 AM

A pesar de ser una figura nueva, juvenil y preparada, Iván Duque poco a poco va dejando de lado esa imagen del ‘outsider’ que llega nuevo a la política

El candidato presidencial por el Centro Democrático, Iván Duque Márquez, ha sorprendido con su acelerado ascenso en las encuestas, no solo en lo que se refiere a la intención de voto, sino también a su cada vez mayor reconocimiento nacional. Además, los principales medios de comunicación y periodistas, especialmente después de los resultados de la consulta de la derecha, han girado la cabeza para mirar a este exsenador que apenas iniciándose en la política y ya logró sacar más de cuatro millones de votos.

La revista Semana destacó el “carisma y talento” de Duque, mientras que, en una polémica declaración, Darío Arizmendi afirmó en Caracol Radio que “nació una nueva estrella en el firmamento político colombiano y se llama Iván Duque…”. En la otra esquina, el reconocido caricaturista Matador, publicó una serie de polémicas caricaturas sobre el candidato del Centro Democrático que le ganaron insultos y amenazas de muerte por redes sociales, promovidas por uribistas radicales, y las cuales desencadenaron la salida de Matador de estos escenarios digitales. Lo que no se puede negar es que, hasta ahora, Iván Duque ha sido el hombre del momento en esta campaña.

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Hace unos seis meses, cuando él apenas era precandidato en las encuestas que se inventó Álvaro Uribe para definir al candidato de su partido, era considerado como el más moderado y hasta el más blando de los participantes de dicha disputa. Al punto que, para algunos sectores de la derecha más radical, significaba un indigno representante de las banderas uribistas.

Sin embargo, no solo se convirtió en el candidato del uribismo, sino también del pastranismo y de los seguidores de Ordoñez, consolidándose como la alternativa principal de la derecha en Colombia. Representar las ideas de todos estos sectores significa ser el vocero de causas polémicas como el desconocimiento de los matrimonios homosexuales, la defensa de las corridas de toros y la visión de un país donde los pensamientos alternativos pueden ser condenados y hasta perseguidos.

En el primer debate presidencial regional, presentado por Teleantioquia y la revista Semana, Iván Duque llegó a plantear las causas “animalistas” como políticas de su eventual gobierno. Sin embargo, el Centro Democrático, su partido, ha sido uno de los que, legislativamente, más a estado de acuerdo con permitir esta práctica en Colombia, lo que pone en tela de juicio su posibilidad de hacer posible esa defensa animal desde un posible gobierno suyo.

Por otra parte, Iván Duque ha manifestado en diferentes escenarios –previos a esta campaña presidencial– posturas abiertamente favorables al respeto de la diversidad de las familias contemporáneas y la no existencia de dogmas políticos y religiosos que atenten contra esta libertad de conformar un hogar. Estas declaraciones le han costado fuertes críticas de los sectores más conservadores, que lo han llevado a moderar su postura hasta hablar únicamente de una igualdad en derechos patrimoniales y civiles, lo que dista mucho del respaldo al matrimonio igualitario, y lo que tampoco convence a sectores que ni siquiera toleran la convivencia de parejas del mismo sexo.

Además: La alternativa del centro

A pesar de ser una figura nueva, juvenil y preparada, Iván Duque poco a poco va dejando de lado esa imagen del outsider que llega nuevo a la política para oxigenarla, y cada vez más va arrastrando con la pesada carga de lo que implica ser candidato por el uribismo, de la derecha, y de lo que significa que su padrino político sea el mismísimo expresidente Álvaro Uribe.

Iván Duque es el receptor del amor y del odio, el reflejo de la polarización de un país que necesita de alternativas integradoras y no divisorias. Por mejores intenciones que tenga, por más que afirme que Colombia “debe ser un país donde todos quepamos”, Iván Duque no puede representar esa alternativa de un país incluyente, cuando tiene que defender las posturas radicales de su partido y de quienes respaldan su candidatura. Posturas de una derecha radical incapaz de convivir con diferentes.

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