En el marco de la Semana por la Paz, que en Antioquia se celebra durante septiembre, la Policía Metropolitana abrió su puerta a un enriquecedor encuentro que exploró posibilidades, riesgos y esperanzas de la reconciliación y la memoria.
Se proponía como una jornada para dialogar sobre Memoria y Reconciliación en un escenario poco corriente para poner en común las miradas diversas sobre los conflictos que han atravesado a Colombia: el Comando de la Policía Metropolitana. Se proponía como una Jornada de la Semana por la Vida, que durante 29 de sus 30 años convocó a las ONG y comunidades para soñar la paz. La Policía Metropolitana, con liderazgo de la teniente Claudia Mejía, lo construyó como encuentro memorable y primer paso para forjar paz.
Parecía otro evento en un lugar inusual. Y se convirtió en punto de partida para reconocer el camino recorrido, el que falta, y los retos para cada uno del centenar de interlocutores que fueron interpelados con la exposición Memorias y reconciliación, un camino en construcción, con la que la Policía rindió homenaje a sus víctimas y a ciudadanos víctimas del conflicto armado. Las imágenes abrieron paso al encuentro entre la Policía, servidora pública que lleva una fuerte historia de victimización y errores, y las víctimas de distintos actores; junto a ellos estaba la ciudadanía expectante por perdón, paz y reconciliación.
El brigadier general Óscar Gómez Heredia, comandante de Policía Metropolitana, recibió a sus hombres e invitados reconociendo el paso que todos dan en procura de reconocerse, aportar a la memoria y ayudar a la reconciliación. Carlos Arcila, subsecretario de Derechos Humanos de Medellín, rescató el trabajo de la Alcaldía por encontrar a las personas dadas por desaparecidas, en particular víctimas civiles y miembros de la Policía. Para la Defensoría del Pueblo, el encuentro es un cambio de la historia: el punto de ruptura de las antiguas sospechas de la Policía por organizaciones que no entendía y de los prejuicios de la sociedad por la institución policial, manchada por errores de algunos de sus miembros.
La voz también fue para la ciudadanía. La emblemática, Teresita Gaviria, líder de Madres de la Candelaria, destacó encontrarse como víctima con una Policía en iguales condiciones, para reconocer que la voluntad de perdón y reconciliación no elimina el dolor, pero sí construye igualdad. Y John Fernando Mesa, coordinador de Redepaz Antioquia lo rescató como punto de partida para un proceso que invita a reconocer las distintas voces y verdades, que formarán los puntos de conversación.
El coronel Fernando José Pantoja, responsable de Memoria y Víctimas de la Policía Nacional, la periodista e investigadora Patricia Nieto, moderados por el periodista Juan Fernando Mosquera, reconocieron las experiencias y dificultades de la memoria que la sociedad empieza a construir.
El coronel reclamó reconocimiento para derecho de la institución a tener voz en el proceso de construcción de la memoria de una historia “en la que todos los sectores y organizaciones” han sufrido hechos victimizantes. Hoy, la Policía hace parte del Centro Nacional de Memoria Histórica.
La presencia del coronel, hijo de una familia que por nueve generaciones ha estado en la Policía, recordó las acciones del conflicto en que los miembros de la Policía sufrieron agresiones directas, fueron víctimas de minas antipersona, enfrentaron el secuestro, y en los que la institución recibió el impacto de los atentados.
Patricia Nieto destacó la valentía de las víctimas que le mostraron a la sociedad su existencia como seres que se sacudieron en su dolor para mostrar un país con desaparecido, secuestrados, desplazados y deudos de fallecidos.
La mirada de la periodista investigadora ayudó a comprender que la memoria será fuente de tensiones para la sociedad. Y, por tanto, será difícil para la Policía, que tendrá una versión institucional de lo ocurrido en el conflicto, pero también se encontrará con la visión de los miembros de la institución, que puede diferir de la oficial tanto como puede hacerlo de la visión de la sociedad.
Con la guía de la mesa, los asistentes recordaron dolores como la masacre de Villa Tina o las agresiones a las Madres de la Candelaria, en que miembros de la Policía se hicieron actores del conflicto.
El camino propuesto en esta mesa les dio esperanza de reconocimiento de las verdades de los distintos que, señaló el coronel, están llamados a aprender a respetarse.
La muerte de decenas de Policías por los planes pistola del Clan del Golfo y el Eln fue sombra extendida en la sobrecogedora Capilla del Comando, recordando que siguen vivos conflictos y victimizaciones que amenazan la esperanza de tejer un país hacia la paz que surgirá de entender su pasado, reconocer culpas, en el que se viva la diferencia como posibilidad de respeto y vivencia en la diferencia.
Patricia Nieto y el coronel Pantoja recordaron trayectos disímiles recorridos por la Policía.
Aquellos en que el policía bonachón era el compañero de los niños en el despertar de sus sueños. Los que representaron la confrontación con sectores, como los estudiantes; su transformación al militarizarse como parte del conflicto, y los que se llenaron de ataques contra la institución. Y con el auditorio hablaron del sueño posible, de una policía cercana a la sociedad, sin riesgo de ser atacada por delincuentes o actores del conflicto o de que algunos de sus miembros, carentes de educación o ética, arriesguen el honor de la institución atacando a ciudadanos.
El sueño empezó a tejerse en un encuentro de ciudadanos, víctimas y miembros de la Policía.
En los primeros pasos a la paz se anhelan perdón y reconciliación. Pero aparece, porque nunca se fue, el dolor. Y la forma de encararlo.
La agente Rochi Montes Barrientos perdió su brazo y tuvo otras serias lesiones salvando a un niño secuestrado. Ella reconoce su dolor, así como su apertura al perdón para tener tranquilidad. Reconoce que la reconciliación de la sociedad con la Policía y el Ejército ocurrirá cuando se realicen gestos de petición de perdón a las instituciones, sus miembros y las familias víctimas, en lugares simbólicos de esa victimización. Un monumento como memoria les haría honor a esas víctimas.
El padre Fabián Ortega, delegado arzobispal para Vida, Justicia y paz, demanda justicia, reparación y no repetición para que se consolide la reconciliación. Y reclama no “la justicia que pedimos en la calle”, como venganza, sino para reconocer al ser humano y restaurarlo para que transforme su vida.
Para la no repetición, los panelistas reclamaron “pactos por la vida, pactos de No Matarás, para no repetir la muerte, para convivir y, para el padre Fabián, para comulgar como parte del mismo sueño.