Cúcuta es sinónimo de comercio. Compradores del interior del país llegaron por años a la capital de Norte de Santander para obtener a bajo precio productos traídos desde Venezuela, donde la bonanza petrolera hacía que los electrodomésticos, la ropa y hasta los vehículos tuvieran precios sin competencia a este lado de la frontera.

Pero nada dura para siempre. Lo único que se consigue hoy fácil y barato al otro lado del río Zulia son galletas, las mismas que los venezolanos vienen a vender a las calles de Cúcuta para luego, con el dinero obtenido, comprar comida y elementos de aseo para llevar a sus hogares.

La crisis tuvo el momento más crítico para la ciudad a partir del 20 de agosto de 2015, cuando el presidente  Nicolás Maduro, con el pretexto de combatir el contrabando entre ambos países, decidió cerrar la frontera por 72 horas en Cúcuta. La medida se extendió hasta Arauca y Maicao y se convirtió en indefinida. Un año después se reabrió para evacuar los vehículos represados. Hoy día el único flujo permitido es el peatonal, por lo que cientos de personas cruzan cada día, cargados de bultos y maletas, desde La Parada hasta San Antonio  y viceversa.

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Además del impacto humanitario por la separación de familias, la desescolarización de niños y jóvenes y el desabastecimiento creciente en el vecino país, San José de Cúcuta sintió el impacto en su economía, primero porque Venezuela se cerró como mercado para la industria local y, segundo, porque ante el cierre fronterizo los precios bajos pasaron a ser un recuerdo y el costo de vida, a pesar de los subsidios que el Gobierno de Colombia mantiene, por ejemplo para la gasolina, se vio incrementado.

La oportunidad

“En las crisis no nos podemos paralizar”, afirma categóricamente Gladys Navarro, directora ejecutiva de Fenalco Cúcuta, para ilustrar que es en esos momentos en los que se consiguen mejores oportunidades de negocios.

Y eso fue lo que hizo la ciudad. El exalcalde Donamaris Ramírez-París Lobo afirma que si bien antes “éramos totalmente dependientes de Venezuela, ahora tenemos nuestra propia vida” y eso se debe, en parte, a que en su Administración se le abrieron las puertas a la inversión como medida para jalonar el desarrollo. Una de esas medidas fue decretar la exoneración, por diez años del impuesto predial y por cinco años del impuesto de Industria y Comercio, para los nuevos proyectos que se asentaran en la capital de Norte de Santander.

Con esta medida se buscaba, ante todo, la generación de empleo, pues Cúcuta es actualmente una de las ciudades con mayor índice de desocupación con el 15,3% en septiembre, cuando el índice nacional fue de 9,2%.

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De otro lado, según el actual alcalde, Cesar Omar Rojas Ayala, los gobiernos municipal y departamental han brindado apoyo a las empresas locales, especialmente del calzado y de la confección, para que miren al interior del país, a la vez que se ha trazado un plan para convertir a la ciudad en un atractivo turístico. Para el efecto se invertirán 60.000 millones en el Parque Colombia, un moderno centro de atracciones mecánicas que se ubicará en el anillo vial oriental, la zona de mayor desarrollo urbanístico de la ciudad.

Rojas Ayala señala que el cierre de la frontera “nos ha traído dificultades, pero también ha ayudado a que nuestros empresarios busquen otras expectativas y eso están haciendo”.

“La situación con Venezuela nos tomó por sorpresa, no teníamos otros mercados, de la mano del Gobierno Nacional lo que estamos haciendo es buscar otros mercados para suplir lo que teníamos”, asegura también la vocera de Fenalco.

Un jardín para Cúcuta

Mientras los empresarios de la frontera miraban hacia el interior para buscar oportunidades, desde Cali se miraban las oportunidades que se abrían en Cúcuta.

Central Control SAS, que hace veinte años construyó el centro comercial Chipichape, por años el ícono de la capital del Valle, miró hacia Norte de Santander para extender el particular modelo de centro comercial que en Jardín Plaza Cali resultó tan exitoso: no vender locales sino asociarse con los comerciantes, como explica Juan Luis Restrepo, presidente de Central Control SAS, quien asegura que es ese modelo el que ha llevado a Jardín Plaza a ser líder en ventas en Cali.

El modelo es nuevo en Colombia, pero no en el mundo. De hecho, Sonaesierra, de Portugal, ha sido una de las empresas, en el ámbito mundial, que más lo ha desarrollado. Su presencia en doce países, tan diversos como Turquía, Rusia, Argelia, y otros como Italia, España o Brasil, certifica que el desarrollo de activos inmobiliarios anclados en retail funciona.

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Interesados en ingresar a Colombia, los portugueses se aliaron con los caleños y, tras explorar opciones en diez ciudades del país, eligieron a Cúcuta para construir allí Jardín Plaza Cúcuta, en el que invertirán 185.000 millones de pesos, generarán 1.200 empleos en la etapa de construcción (que esperan terminar en diciembre de 2018), y será detonante del desarrollo urbanístico del anillo vial oriental, justo frente al lugar donde se proyecta el parque de diversiones.

Tal vez Juan Luis Restrepo, de Central Control, y Tiago Eiró, gerente general de Sonaesierra en Colombia, estén cansados de que les pregunten siempre ¿por qué Cúcuta? Pero Restrepo no se cansa de repetir como un mantra: “A Cúcuta hay que conocerla”.

“Una cosa es lo que se oye, otra es la realidad. Una visita bastó para ver el potencial”, dijo, aunque reconoció que el apoyo de la municipalidad, que además de las exenciones tributarias formuló el plan parcial del sector, fue fundamental.

Tiago Eiró va los práctico y resalta que Cúcuta tiene un número de habitantes importante con respecto al nivel del comercio (pese a que la ciudad contaba ya con dos centros comerciales), la oferta de marcas era baja y hay un mercado inmenso al otro lado de la frontera, de alrededor de 1.3 millones de personas.

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“La crisis de Venezuela fue fundamental para tomar la decisión. Hoy la ciudad no depende de la frontera sino que está preparada para atender el consumo interno. Si se abre la frontera, los venezolanos van a venir a comprar aquí”, explicó Juan Luis Restrepo, quien aseguró que se hicieron estudios de mercado con la frontera abierta y la frontera cerrada y en ambos casos vieron viable su proyecto.

El centro comercial al aire libre tendrá 180 locales, de los cuales serán anclas un supermercado Olímpica y un múltiplex de Royal Films.

“No venimos para construir, vender e irnos, sino para quedarnos. Somos socios de los comerciantes”, reitera Restrepo, quien resalta que ya se construyó un parque que la gente puede disfrutar.

Gregorio Angarita, director de la Corporación autónoma regional de la frontera nororiental, Corponor, resaltó el componente ambiental del proyecto y el hecho de que antes de iniciar obras se hubiera construido un sendero que tiene pista de competencia canina, se hayan sembrado 9.000 árboles en la zona de influencia sobre la ribera del rio Pamplonita y se hayan adecuado campos deportivos, senderos peatonales y de bicicletas.

Optimismo

Inversiones como esta, como la construcción en la actualidad de dos grandes hoteles, el desarrollo de más de una veintena de proyectos de vivienda o la ampliación del aeropuerto internacional Camilo Daza, en el que se invierten más de 33.000 millones de pesos, hacen que la dirigencia de Cúcuta sea hoy optimista, aunque no deja de anhelar la reapertura de la frontera.

“Cuando se hacen inversiones se proyecta una realidad. Si bien Cúcuta y Venezuela hemos sido mutuamente dependientes, la situación política lleva a que Cúcuta se convierta en el lugar donde los venezolanos vengan a comprar. La situación allá se demorará muchos años en recuperarse”, opina el exalcalde Ramírez-París Lobo.

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La inversión “llega en un momento muy oportuno. Será un atractivo que va a proyectar a Cúcuta y hará que estemos preparados para la reapertura de la frontera, creo que no puede quedar  cerrada todo el tiempo sino que vamos a poder brindarles a esos estados vecinos que vengan y lo disfruten”, dijo, por su parte, el alcalde Cesar Omar Rojas Ayala.

En Venezuela “hay una demanda insatisfecha en algunos sectores que siguen teniendo poder adquisitivo”, afirma Gladys Navarro, Directora Ejecutiva de Fenalco Cúcuta, quien añade que es bueno que haya empresarios que quieran invertir.

“Vamos a poner todo nuestro apoyo para que esto sea una realidad y tengamos otra opción, porque hasta en lo urbanístico esto va a mejorar mucho el entorno”, puntualizó.

 “Estamos apostando por Colombia”

Aunque la inversión portuguesa en Colombia es importante en la actualidad, el embajador de Portugal en Colombia, Joáo Ribeiro de Almeida, considera que el comercio bilateral puede ser mucho más dinámico, especialmente desde su país hacia el nuestro, puesto que la balanza comercial, que estima en unos 300 millones de dólares, está marcada principalmente por las exportaciones desde Colombia hacia su país.

Entre las mayores inversiones, resalta la presencia de la cadena de supermercados Ara, la vinculación de Sonaesierra con el proyecto Jardín Plaza, en Cúcuta, y la llegada de productos de la cadena textil, confección y calzado que, en sus palabras, se vende bastante bien en Medellín.

“Hace mucho tiempo que la economía colombiana está en el radar de las empresas portuguesas”, le dijo el embajador Ribeiro de Almeida a EL MUNDO.

¿Por qué llega inversión portuguesa a Cúcuta?

Porque hay un gran potencial, el paro (desempleo) es muy alto comparado con el promedio colombiano, pero una de las razones por las que el grupo (Sonaesierra) invirtió en Cúcuta es porque hay incentivos. Es un proyecto que puede contribuir, y mucho, al desarrollo no solamente económico sino humano de Cúcuta.

¿Cómo ve la situación de la frontera con Venezuela?

Nosotros hemos acompañado todo lo que pasa en Venezuela. Tenemos más de medio millón de portugueses en Venezuela, la gran mayoría han llegado de una isla llamada Madeira, donde nació el gran futbolista Cristiano Ronaldo. Acompañamos con atención y con preocupación todo lo que es el desarrollo de la situación política y económica en Venezuela.

¿La migración desde Venezuela hacia Colombia ha afectado a los lusodescendientes?

A Colombia han llegado muchos lusodescendientes,  la comunidad portuguesa se ha doblado en Colombia en buena medida por esa situación. Gente que ve aquí otras posibilidades, pero curiosamente gente que piensa que un día puede regresar a Venezuela, tienen un profundo amor por esa tierra.

¿Cómo es la presencia de Portugal en Antioquia?

No hay una gran inversión como en Cúcuta, pero hay muchos jóvenes que han llegado y se han casado con paisas. Es una región muy dinámica, con grandes empresas, y por eso estamos mirando oportunidades de negocios, hay inversiones por ejemplo en el sector del calzado, hay zapatos portugueses en las tiendas de Medellín, siempre estamos en Colombiamoda, tenemos potencial en confecciones, textiles y calzado, que es uno de los mejores de Europa a la par con Italia.

Hay un tratado de libre comercio de la Unión Europea con Colombia, tenemos el marco jurídico para hacer más cosas; hace falta mayor intercambio de conocimiento mutuo, que los colombianos vayan más a Portugal y nosotros vengamos más, ahora con la paz es un buen destino de turismo.

¿Se promueve la enseñanza del portugués en Colombia?

Tenemos una catedra de portugués y cultura portuguesa en la Universidad de los Andes, queremos ampliarla, para un colombiano es más fácil el portugués de Brasil que el de Portugal, pero hay gran cantidad de gente que se está registrando en estos cursos.