Según varios expertos consultados por EL MUNDO, este fenómeno existe, pero no tiene el efecto directo y definitivo que se la ha pretendido dar.
195 países se reunieron en 2015 para acordar medidas para combatir el cambio climático. A partir de este evento, este fenómeno se volvió un aspecto protagónico en los planes ambientales de los países y centró el debate público del planeta, a pesar que ya los movimientos ambientalistas venían trabajando en contra de las consecuencias de la actividad humana. El compromiso fue efectuar medidas que eviten que el aumento de temperatura a final de este siglo sea inferior a 2ºC para que los ecosistemas no tengan un daño irreversible.
A pesar de que varios grupos como Green Peace Colombia calificaron el cambio climático como “la mayor amenaza medioambiental a la que se enfrenta nuestro planeta”, expertos y corporaciones ambientales consultadas por EL MUNDO destacaron que si bien este fenómeno tiene incidencia en los desastres naturales, sólo es una parte de los elementos que confluyen para que las llamadas tragedias ambientales sucedan.
“Es un asunto que no se trata de una creencia. El cambio climático es un hecho real y verificable. Sin embargo, es necesario estudiar cada situación porque también existe la posibilidad de que se trate de una variabilidad del sistema climático, lo cual corresponde a procesos naturales en los territorios. Lo que sí es cierto es que el calentamiento global por actividades humanas aceleró los ciclos hidrológicos. Lo anterior genera eventos extremos con lluvias más fuertes de lo normal y sequías muy intensas”, afirmó Paula Andrea Arias, directora de la Escuela Ambiental de la Universidad de Antioquia.
Con respecto a esto, John Alejandro Martínez, experto en clima de la misma institución, afirmó que “hay eventos particulares que tienen varios contribuyentes y factores que se suman. Por ejemplo, si estamos en una atmósfera con mucha agua por culpa del cambio climático y al mismo tiempo estamos en época del fenómeno de La Niña que es un ciclo natural”, sería imposible responsabilizar a simple vista a uno u otro fenómeno; ya que el cambio climático “crea condiciones favorables para los desastres naturales pero no es garantía ni tiene un efecto total en esto”. Por lo cual, según este académico, “decir que lo ocurrido en sucesos como Mocoa fue sólo culpa del cambio climático, sin haber realizado los estudios que lo comprueben, puede ser una ligereza”.
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“En los desastres naturales sí hay una incidencia total del estilo de vida humana. El caso de Mocoa es un ejemplo triste que probó que no se toman en cuenta los estudios con soportes técnicos. Estos indicaban que era una zona de alto riesgo en la que no se podía construir. Aunque hubo un fenómeno natural de lluvias, fue la forma de ocupación del territorio, las políticas de ordenamiento y la poca valoración de los estudios técnicos y académicos lo que repercutió en el suceso que dicha población enfrentó”, contrastó Arias, quien sostuvo que las prácticas que más hacen daño a los territorios son el cambio de cultivos que son aptos para las tierras, las actividades extractivas sin planeación y la mala ubicación de los asentamientos humanos.
Por su parte, Vannesa Paredes Zúñiga, directora General de Corpourabá, complementó que existen ciertas condiciones naturales de las regiones y que son complementadas por las prácticas de ocupación de esos territorios, las cuales pueden incentivar que las situaciones de vulnerabilidad sean mayores.
Diana María Henao García, Jefe de la Oficina de Ordenamiento Ambiental del Territorio y Gestión del Riesgo de Cornare, estuvo de acuerdo con los anteriores argumentos, pero matizó afirmando que “el cambio climático tiene una incidencia muy alta, porque a raíz de este fenómeno se están dando todos los comportamientos de variabilidad climática. Las precipitaciones y las olas de calor son más fuertes, más intensas y concentradas”.
“Antes había unas temporadas climáticas fijas, actualmente son más imprevisibles y se presentan con mayor rigor”, agregó la funcionaria, quien además complementó indicando que los estudios de Cornare concluyeron en que a finales del siglo, la temperatura de esta región aumentará en 2ºC y las precipitaciones aumentarán en 10 mililitros.
A pesar de que los expertos hicieron un llamado a no responsabilizar todo por la actividad del hombre, también aseveraron que no se debe descuidar el impacto que está dejando la sociedad a los ecosistemas con su estilo de vida.
Para Henao García, reconociendo que hay un comportamiento normal en la naturaleza, “cada vez hay más intensidad en el uso y explotación de recursos naturales, territorios cubiertos de cemento. Entre más incrementa el consumo intensivo de la civilización, menos preparados están los territorios para esa demanda. Por eso las fuertes lluvias se convierten en deslizamientos con mayor facilidad, ya que la capa de ozono está más desprotegida, el agua cae con fuerza, rapidez y concentración; arrastrando los suelos y saturando la capacidad de las cuencas”.
La solución para prevenir eventuales desastres, según Martínez, es que “se dejen de emitir tantos gases de efecto invernadero para que no se caliente más la atmósfera; ya que si continúa la tendencia, los procesos naturales van a modificarse hasta ser demasiado fuertes. También debe parar la deforestación porque los árboles ayudan a retener el agua, lo cual evita inundaciones, deslizamientos y crecidas de ríos. Tampoco se puede permitir que los asentamientos humanos lleguen a las laderas de los ríos”.
Al respecto, Cornare hizo un llamado a actuar de manera más consciente y consecuente con los recursos naturales; porque según afirmó, a pesar de que no dejarían de existir desastres naturales, serían mucho menores y podríamos convivir con estas contingencias.
Para Vannesa Paredes, de Corpourabá, “deben aplicarse todas las herramientas de planeación y ordenamiento ambiental y de territorio; identificando las áreas vulnerables y con alta probabilidad de riesgo de ocurrencia de diferentes eventos, los cuales están vulnerables a movimientos de masa, deslizamientos e inundaciones”.
“Cuando se presentan situaciones catastróficas es porque se han hecho cambios sustanciales en los suelos, se ha perdido cobertura vegetal, se han generado procesos de deforestación en el territorio, se han ocupado áreas aledañas a los ríos y estos sitios han sido copados por infraestructuras de bienes y servicios, quitando el área efectiva de estas cuencas. Esto genera las pérdidas no sólo materiales, sino también de vidas humanas”, complementó.
Debido a lo anterior, la funcionaria concluyó haciendo un llamado a que “el desarrollo de actividades humanas de bienes y servicios sea correspondiente a los usos del suelo permitidos en los planes de ordenamiento territorial. Además, es importante que los planes de adaptación al cambio climático sean acordes con las estructuras naturales que hay en las regiones”.
Cambio climático afectó a la naturaleza: ambientalistas
La postura de los ambientalistas, históricamente, ha sido crítica con los sistemas y procesos de desarrollo de los estados, ya que según ellos no son sostenibles y los procesos humanos (causantes del cambio climático) son altamente dañinos para los ecosistemas. En este sentido se expresó Juan Carlos Acevedo, quien sostuvo que “el cambio climático tiene directa influencia en todo lo que está pasando, ya que estamos en un organismo vivo único, en el cual están entrelazados el sol, la tierra, el agua y el aire. Y si alguno de estos elementos se desequilibra, los otros también sufren alteraciones negativas”.
En su argumentación, este defensor del medio ambiente indicó que “el deterioro del aire, del agua, todo hace parte de los efectos de nuestro estilo de vida. La forma acelerada de vivir, de sobreexplotar y buscar el desarrollo sin mirar cómo proteger y cuidar a la tierra, produjo estas contingencias. Cada día habrá lluvias más fuertes, inundaciones y ventarrones bastante intensos. La tierra sigue tratando de equilibrarse y volver a la armonía en la que siempre había estado. Es muy impactante porque ha sido un fenómeno que se ha agravado en los últimos 60 años”.