La alegría por la recuperación de este ícono no borra las preguntas a la Administración y las autoridades de policía, por la forma como se perpetró ese robo
Por fortuna para la memoria histórica y artística de Medellín, el fundidor que lo recibió en su taller decidió devolverle a Medellín el busto del héroe Atanasio Girardot, obra del maestro Francisco Antonio Cano elaborada en 1910, año del centenario de la Independencia, y por tanto pieza única del patrimonio de los antioqueños.
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El aplauso por la recuperación de ese tesoro compartido es para los ciudadanos e instituciones que corrieron a denunciar a través de medios de comunicación y redes sociales, la magnitud del daño y a explicar el inmenso valor patrimonial de la obra que representa a Atanasio Girardot, el héroe que ofrendó su vida a la causa de la independencia, y que es fruto del talento de Francisco A. Cano, quien es aceptado como el más brillante artista antioqueño de las primeras décadas del siglo XX. El esfuerzo de divulgación y alerta provocó el apreciable gesto del fundidor.
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La recuperación del busto instalado en la zona entre la Plazoleta de la Iglesia de la Veracruz, primer patrimonio arquitectónico de Medellín, y junto a la Casa del Encuentro del Museo de Antioquia es una alegría que no resuelve grandes interrogantes sobre las circunstancias en que se presentó el robo de una obra de más de cien kilos de peso, que tiene su pedestal en uno de los sitios más concurridos, y más inseguros, del centro de Medellín y que está vigilado por una cámara de seguridad. Lo ocurrido con esta obra hace temer por el general deterioro y la ineficacia de las promesas sobre recuperación de la seguridad en el Centro.
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De ser exacta, la explicación sobre la tolerancia de funcionarios con quienes declararon que se llevaban la obra para reparación, es certificado de desinterés por el patrimonio artístico e histórico de la ciudad, representado en espacios públicos, edificios y obras de arte, legadas por las generaciones precedentes y fundamento de la identidad. Y, por supuesto, quedan grandes dudas por lo realizado para crear reconocimiento del patrimonio, pero también de las acciones para cuidar las obras icónicas y los espacios públicos de la ciudad, que no valen tanto por ser muchos como por poder ser disfrutados.