El buen capitalismo y la intervención del Estado en la empresa privada

Autor: Juan Esteban Sanín Gómez
11 febrero de 2017 - 12:00 AM

En su libro La Ética protestante y el espíritu del capitalismo

En su libro La Ética protestante y el espíritu del capitalismo, Max Weber planteó que el capitalismo tuvo como génesis involuntaria las reformas protestantes a la iglesia Católica, iniciadas por Lutero y luego por Calvino. Ello por cuanto tal teología establecía una “moral renovadora” en la cual el hombre, bajo el prototipo del “self made man”, debía realizarse en la vida a través del trabajo, la industria y la empresa, y con ello lograría la salvación. Así pues, concluye, son más ricos los países protestantes que los católicos, pues mientras que en los primeros se premia el trabajo, la empresa, el ahorro y la riqueza como obras de vida, en los segundos esto se ve como algo negativo e innecesario, toda vez que orando recibiremos nuestro pan de cada día.

Con el paso de los siglos, hemos visto como la relación trabajo/realización migró de la esfera de las religiones a la esfera de la intervención del Estado en la economía. Así pues Colombia, siendo un país predominantemente católico, fue (y es) cuna de grandes empresarios y de incansables emprendedores que hicieron de sus empresas sus grandes obras de vida, generando así progreso infinito para las regiones y para los millones de personas con ellos involucradas. Luego llegó el Estado con su intervención y sobre-regulación innecesaria a fin de mantener la sostenibilidad fiscal (Acto Legislativo 003 de 2011), y con ello desmotivó y ahuyentó a quienes se dieron a la inmensa y titánica tarea de crear empresa en este país.

La Gran Encuesta Pyme, realizada por la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (Anif) revela una gran caída en el desempeño de este segmento que, según la revista Dinero, constituye el mayor bloque del sector empresarial nacional. Tal encuesta concluye que los empresarios en Colombia son pesimistas y están desmotivados por la incertidumbre respecto del rumbo del país y de las políticas que han de afectar el futuro de sus negocios.

A continuación se presentan algunos fallos judiciales y políticas gubernamentales recientes que, lejos de favorecer la creación y la continuación de la empresa en Colombia, la han desestimulado.

En materia laboral, dos recientes sentencias (C-005 de 2017 y C-636 de 2016) de la Corte Constitucional han generado incertidumbre en los empresarios al momento de contratar. En la primera se extendió el fuero de maternidad a los padres no pudiéndole terminar los contratos laborales a estos sin autorización del Ministerio de Trabajo si su esposa o cónyuge se encontraba embarazada o en período de maternidad, y en la segunda se estableció que el hecho de llegar a trabajar bajo efectos del alcohol o las drogas psico-activas no daba lugar a una justa causa de despido si ello no impedía la realización del trabajo. Estos fallos ultra proteccionistas lo que terminan generando es una disminución en la contratación directa de personal bajo contrato laboral.

En materia societaria, se “hundió” en el Congreso el proyecto de ley 070 de 2015, por medio del cual se reformaría el régimen societario a fin de extenderle a las sociedades del Código de Comercio (S.A.´s, S.C.A.´s, Ltda´s, etc.) ciertos beneficios de las S.A.S. y se simplificaría el régimen legal para las S.A.S. unipersonales. La ausencia de esta normatividad hace que el régimen societario siga en la obsolescencia, debiendo aún (salvo por las S.A.S. y por las sociedades de la Ley 1014/2006) crear sociedades por escritura pública, con fecha de duración definida, con objeto social específico, entre otras especificidades carentes de sentido.

En materia fiscal, la reciente aprobación de la reforma tributaria por medio de la ley 1819 de 2016 en nada estimuló la creación de sociedades ni la generación de empleo. Por el contrario, al eliminar el régimen fiscal de la pequeña empresa (ley 1429/2010), y al indicar que las sociedades del régimen Zomac deban realizar el 100% de sus actividades en las antiguas zonas de conflicto, desestimuló la creación y formalización de las pequeñas empresas. Respecto a la gran industria (cuya tasa efectiva de tributación puede ascender a 75% de las utilidades), dicha reforma, lejos de mejorar la competitividad, creo una situación en la que es más conveniente atender el mercado nacional produciendo por fuera del país.

Dado que la empresa es el motor de la economía, y la economía es la sangre del país, debería darse una reforma integral al régimen jurídico-empresarial en Colombia (laboral, cambiario, societario y tributario) para con ello motivar la creación y conservación de las empresas en el país.

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