El atajo

Autor: Álvaro González Uribe
26 agosto de 2017 - 12:09 AM

En todo acto de corrupción en el fondo lo que hay es un tremendo acto de egoísmo, un desdeño por los demás, un acto antisocial.

“Senda o lugar por donde se abrevia el camino”, es la primera acepción que de la palabra atajo trae el Diccionario de la lengua española. Luego habla de “procedimiento o medio rápido” y, entre otros significados, hay uno que el mismo diccionario atribuye al deporte de la esgrima y que me llama la atención porque pese a su especialidad ayuda a llegar al fondo general de esta expresión: “Treta para herir al adversario por el camino más corto esquivando la defensa”. Obsérvese la expresión “treta”.

Una de las primeras enseñanzas de la geometría elemental es que la recta es la distancia más corta entre dos puntos. En la ingeniería los caminos se trazan buscando las distancias más cortas para unir lugares. Sin embargo, no se puede seguir siempre el principio de la geometría, pues las vías se trazan buscando el trayecto más corto pero también el más seguro e idóneo según las condiciones geográficas, naturales, ambientales, jurídicas, económicas y en general sociales de cualquier tipo. Siempre en la historia de la humanidad salirse del camino implica serios riesgos de diversa índole.

Igual ocurre con las actuaciones sociales. Hay unos medios para conseguir los objetivos. Esos medios son un conjunto de conductas que deben mantener dos guías fundamentales: La ética y las reglas o leyes. Esa ética y reglas o leyes están prescritas para privilegiar, entre otros, la vida y su calidad, los derechos ajenos, los méritos, las capacidades, el respeto por el primero en el tiempo (la fila), cierta condición social como la edad o el estado personal y, en general, una serie de condiciones y situaciones basadas en tres valores claves que se deben conjugar y apoyar entre sí para lograr la convivencia: La justicia, la equidad y la solidaridad.

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La justicia entendida como que cada uno obtenga lo que se merece, la equidad como forma de limar las desigualdades naturales o sociales, y la solidaridad como ayuda hacia quienes no pueden tener condiciones adecuadas para lograr los fines perseguidos.

Sé que es complejo, incluso mucho más de como lo acabo de plantear. Por tal razón volvamos a algo más sencillo: En la vida social tomar un atajo es intentar conseguir un fin, cualquiera que sea, saliéndose de la vía, lo cual implica saltarse las reglas establecidas, sean estas éticas o normativas. ¿Qué genera eso? Muchos males, pero en especial hay uno que destaco porque me parece el peor de todos: Pasar por encima de los demás, atropellarlos, quitarles lo que les corresponde, cercenarles sus derechos. Todo eso y más sucede cuando alguien toma algún atajo social para conseguir un fin. Es como una máquina que va arrollando todo a su paso.

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Los atajos sociales son de diversa índole. Unos generan más daño que otros y otros son más aceptados que unos.

¿Cuáles son esos atajos? Van desde perpetrar ciertos delitos hasta la transgresión de normas administrativas. Desde cometer una falta en un juego o pasarse un semáforo en rojo hasta colarse en una fila. Se trata de obtener un bien, lograr un objetivo o conseguir un triunfo dañando a los demás, poniendo su integridad física o moral en peligro o engañando al público o a los jueces usando medios prohibidos.

Muchas personas no ven las normas, las conductas éticas o los controles como un requisito para convivir sino como una traba o escollo para conseguir sus fines. Pero resulta que esas normas, conductas o controles tienen como razón -lo dije antes- la convivencia que solo se logra con justicia, equidad y solidaridad. Transgrede la convivencia quien es injusto, inequitativo o insolidario; pone por encima el interés propio -individual- sobre el colectivo. En una palabra: es un egoísta.

Entonces, en todo acto de corrupción en el fondo lo que hay es un tremendo acto de egoísmo, un desdeño por los demás, un acto antisocial. Lo más grave es cuando dichos actos se vuelven socialmente admirados. Ello implica nada más y nada menos algo paradójico por no decir absurdo o hasta estúpido: Que la misma sociedad admira a quien con sus actos va contra ella misma.

Está enferma la sociedad que honra al vivo, al astuto, al avispado que logra sus fines a costa de la misma sociedad que engaña. Es una sociedad ciega y quizá masoquista cuando no suicida.

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