El antídoto para el populismo: la hora de la socialdemocracia.

Autor: Ricardo Chica Avella
20 febrero de 2017 - 12:00 AM

La globalización no genera ni desarrollo ni subdesarrollo por sí misma, su impacto depende de qué tipo de políticas se implementen

RICARDO CHICA

La epidemia de populismo que avasalla a los países desarrollados (Brexit, Trump, le Pen), así como como los populismos recientes entre los emergentes (Venezuela, Argentina, el Brasil de los golpistas tan similar a Tailandia) exige una respuesta. El argumento que sigue sostiene que esta está dada por la socialdemocracia (SD) y no por el neoliberalismo (NL), entre otras cosas porque éste es el que ha causado la exclusión en los desarrollados y la marginalidad en los emergentes que ha provocado esa epidemia.

1) La globalización NL. La intensificación de los flujos y el fortalecimiento de las redes que constituyen esta, desde el punto de vista económico, fue el resultado de transformaciones tecnológicas y de política, las cuales hicieron posible la explosión de los flujos de comercio y de capital (globalizaciones comercial/productiva y financiera) y el tsunami en las tecnologías del transporte y las comunicaciones, particularmente las TIC (globalización tecnológica). Esto es una evolución que abre unas posibilidades extraordinarias para el desarrollo económico, pero precisamente la desregulación (transformación política) que lo posibilitó, lo pautó en una forma concentracionista/excluyente, pues destruyó las estructuras regulatorios que hicieron posible el crecimiento de la 2ª fase de la globalización (la edad de oro del capitalismo  1945-75) sin articular en su reemplazo aparato regulatorio alguno que moderara esa tendencia concentracionista/excluyente; de manera que las diferencias entre niveles de desarrollo de los países (como las diferencias al interior de los países) se han ampliado, con la excepción del Este Asiático (EA que a diferencia de Latinoamérica (LA) logró escapar la trampa de ingreso medio y proyectarse a los niveles de los más adelantados.

Este contraste EA-LA ilustra muy bien dos aspectos: la globalización no genera ni desarrollo ni subdesarrollo por sí misma, su impacto depende de qué tipo de políticas se implementen; LA se matriculo con el NL y EA con un patrón opuesto a éste. Esto en tres sentidos fundamentales: control político de los mercados (en lo que consiste la socialdemocracia: SD); políticas de desarrollo productivo (abandonadas en LA por instrucción de los organismos multilaterales en cuyo bolsillo estamos desde la crisis de la deuda de los 80); combinación de crecimiento e inclusión (otro elemento típico de la SD que en LA no hemos logrado pues muy en el patrón jobless growth de la fase 3ª y 4ª de globalización, excluimos al crecer). Esto se logro mediante dos elementos cruciales: difusión extendida de los activos productivos (capital humano) mediante  un esfuerzo masivo en educación; e integración de PYMEs en redes productivas, lo cual permite una inclusión en el proceso de crecimiento mismo (por oposición a la compensación asistencialista de la exclusion de éste a la LA).

En esta forma, el patrón NL que ha seguido el proceso de globalización (la globalización NL), a pesar de crear oportunidades en sus tres formas (comercial-productiva, financiera y tecnológica) genera unos costos enormes para quienes carecen de los activos requeridos para la integración en ellas: la integración en las redes productivas (sistemas de producción internacionalmente integrados y cadenas de valor) y tecnológicas (sistemas de innovación, networking en la knowledge economy) requiere de unas capacidades de las cuales carecen las masas de pobres; y la hiperfinacializacion de la economía global, por una parte genera inestabilidad y riesgo (crisis financieras), y por otra, concentra los recursos de acuerdo al Evangelio (aquel que tiene se le dará más y aquel que no tiene lo poco que tiene le será quitado) pues los niveles de riesgo y los costos de transacción de atender la elite son muchísimo más bajos que los de atender estas masas.

2) La respuesta socialdemócrata. Como sostuve en Razón Pública y en Portafolio, la alternativa relevante al NL no es el populismo sino la 3a vía SD; ilustrado por los contrastes en materia de: mercados, incentivos, fallas de mercado y de gobierno, bienes públicos y privatización, el trípode instituciones-capacidades-incentivos, regulación, crecimiento e inclusión, gobernanza y globalización. Para concluir que la alternativa SD resuelve mejor la conciliación crecimiento-inclusión pues la cooperación es el complemento necesario de la competencia de mercado para que tanto ésta como la acción colectiva que compensa sus fallas, se traduzcan en crecimiento inclusivo. En términos simplificados mientras el NL desata el potencial de los mercados sin control regulatorio compensatorio de sus fallas (las cuales conciernen no solo la equidad sino también la eficiencia) y el populismo intenta reemplazarlos por intervenciones que  destruyen el sistema de incentivos, la SD complementa éste con un aparato regulatorio de control democrático de los mercados (como decían los laboristas ingleses antes de que Blair acabara con la socialdemocracia en UK: los mercados son muy buenos sirvientes pero muy malos amos).

Frente a la globalización NL el populismo no tiene respuesta alguna, para esa masa de marginados por ella, diferente a unos ofrecimientos descabellados desde el punto de vista económico (como lo he discutido en Portafolio en columnas sobre Grecia, Chávez y Trump y Maduro cuya similaridad espantaría a ambos); ellos son los que terminan pagando esa incompetencia en las crisis que siguen a los experimentos populistas. Crecer incluyendo es lo que han logrado las formas de control democrático de los mercados implementadas primero en Alemania y Japón y después en el resto del Norte del EA (y de Europa). Esa es la integración socialdemócrata a la economía global; a donde pueda conducir la populista es ilustrado por Venezuela (y Argentina que pasó de ser una de las cinco economías más desarrolladas del mundo a principios del siglo XX a una de las más postradas a principio del XXI); junto con (en lo concerniente al desconocimiento del incentivo del mercado) Cuba y Corea del Norte (cuyo contraste con la del sur, campeona en crecimiento basado en innovación, es entre abismal y aterrador).

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