La reunión en Helsinki con Putin, otro de los personajes oscuros que domina el mundo, fue el peor de los fiascos desde que asumió la Presidencia
El galimatías en que nos debatimos por cuenta de Trump, hace muy difícil y desgastante tener que dedicar tanto espacio para escribir sobre tantas mentiras, torpezas y salidas en falso. La reunión en Helsinki con Putin, otro de los personajes oscuros que domina el mundo, fue el peor de los fiascos desde que asumió la Presidencia. Para ponerlo en palabras sencillas, el periódico londinense The Sun, llamo al presidente de la nación más poderosa de la tierra ‘’ el perrito Poodle de Putin’’. Muy poco que agregar.
Trump un día dice una cosa y al siguiente se contradice. Los organismos de inteligencia norteamericanos, CIA, FBI y Agencia de Seguridad Nacional pudieron corroborar que el gobierno ruso intervino en las últimas elecciones presidenciales y el presidente de los Estados Unidos en plena conferencia de prensa niega lo sucedido. A su regreso al país y luego de la tormenta desatada no tuvo inconveniente en echar para atrás, poniendo en cuestión el papel y credibilidad tanto de esas agencias como del personal que está a cargo de la seguridad norteamericana.
Lo peor de todo es el encanto y respeto que siente Trump por el gobernante ruso responsable de tantos crímenes. Putin se apoderó de Crimea, invadió a Ucrania, suministró los misiles que derribaron el avión malasio causando la muerte de todos los ocupantes, ha bombardeado en múltiples oportunidades a Siria causando la muerte a decenas de miles de inocentes, desestabiliza cada que puede a Europa, envenena a ex agentes en Inglaterra, da de baja a sus principales opositores y utilizado su aparatchik, la siniestra KGB, como arma política.
La “Cumbre de la Rendición” fue el calificativo de un periodista al encuentro Trump- Putin, quien al igual que otros exfuncionarios y congresistas pusieron en duda la lealtad que todo presidente debe tener con sus ciudadanos. Hay quienes se preguntan si el gobierno ruso esconde alguna evidencia que comprometa a Trump o su familia. Los vínculos comerciales se remontan a 1987 y más recientemente a su viaje a Moscú en 2013.
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No pasa semana sin que el consejero especial que investiga la trama rusa vaya cerrándole el círculo a los allegados a Trump. Lo último fue el “indictment” a 12 oficiales de inteligencia miembros del GRU acusados del hackeo a los sistemas del partido demócrata. Un acto de guerra según la Constitución. También se acaba de develar que el abogado personal de Trump grabó la conversación en la que ambos discuten el pago a una modelo que tuvo un affaire para evitar que fuera público.
Las reiteradas reversas de Trump tienen poco eco en algunos sectores políticos de su partido habiéndose acostumbrado a su bizarro comportamiento. Igual con su base de electores. No debiera ser de poca monta que el presidente tenga tan poco interés en acoger a los aliados, respetar los acuerdos bilaterales para luego mostrar afinidad con Putin y otros dictadores.
Trump recibió de Putin un balón como regalo que terminó en autogol.
Una elección para olvidar