El Petrocorderito y las Erinnias

Autor: José Alvear Sanín
13 junio de 2018 - 12:08 AM

Gustavo firma ese “compromiso” ante unos personajes que lo que desean es precisamente lo contrario, ayudar al demagogo para que ocupe el solio y proceda a destrozar todo lo que “promete respetar”.

Pocos niegan que las mujeres constituyan la mejor mitad de la humanidad. Los mejores momentos de la vida los debemos a las amorosas madres y abuelas, a la “señorita” del kínder, a la primera novia, a la esposa incomparable, sin desconocer la abnegada enfermera, las señoras de servicios varios, las amigas en momentos difíciles, etc. Pero también existen brujas, proxenetas y amazonas.

Lea también: La calunnia e un venticello

En la Grecia inmortal se contraponen las Euménides y las Nereidas, bondadosas y bienhechoras, con figuras aterradoras como Hécate, reina de las brujas, con sus tres cuerpos y tres cabezas —de león, perro y yegua—; la Medusa, con sus ojos desorbitados, enormes dientes, saliente lengua, afiladas garras, cabellos de serpiente, y las tres Erinnias —Tisífone, Alecto y Meguera—, cuyos cabellos son culebras, tienen cabeza de perro, alas de murciélago y negros los cuerpos (Y a propósito, los franceses llaman megères a aquellas terribles mujeres de la Revolución que esperaban las cabezas que cercenaba la guillotina para ensartarlas en las picas que se exhibían en los aullantes desfiles).

Traigo esto a cuento porque en la política colombiana abundan ahora tanto Euménides como Erinnias, o Furias, como les decían los romanos.

En la semana que acaba de pasar las segundas han asumido papeles protagónicos. El primero de ellos, el de la súbita conversión de Petro, de lobo en corderito, operada por la mediación de Claudia Nayibe, y consagrada desde lo alto por el profesor Lockus, que entrega a Gustavo las tablas de una nueva ley, un dodecálogo cuya observancia lo ha de convertir en émulo de Iván Duque en la economía naranja, y de Rudolf Hommes, en neoliberalismo. Ya no habrá Constituyente, ni expropiaciones, ni impuestos confiscatorios, sino capitalismo social y democracia burguesa. Pero con disimulo, absoluto cumplimiento a las Farc y a los colectivos LGTB, sin descuidar la inculturación en ideología de género, que al fin y al cabo lo tuvo como su precursor en Bogotá.

No le costó mucha dubitación a Petro firmar el compromiso de marras, siguiendo el ejemplo de Adolf Hitler en 1933 y Salvador Allende en 1970, para apaciguar y garantizar a intonsos partidos democráticos, que ellos habían dejado atrás el extremismo, y que después de asumir el poder serían los más celosos guardianes del orden constitucional.

La diferencia es que Gustavo firma ese “compromiso” ante unos personajes que lo que desean es precisamente lo contrario, ayudar al demagogo para que ocupe el solio y proceda a destrozar todo lo que “promete respetar”.

A la conversión de Petro ha seguido el besamanos de las Erinnias —Nayibe, Ingrid y Ángela—, no por indígenas menos aterradoras que las griegas, que jamás soltaban a sus víctimas…

Ese aquelarre, sin embargo, no convenció a todas. Gloria Gaitán, a pesar de todos los años que lleva dando lora, encontró censurable la infame explotación del “legado de su padre” por el actual y taimado candidato, que en un acto de supremo equilibrismo también apela al legado de Álvaro Gómez cuando reclama “un acuerdo sobre lo fundamental”.

Habrá que esperar hasta el domingo 17 para saber hasta dónde fueron endosables los votos del baboso profesor y las Erinnias criollas.

Vea además: ¿Dónde está la derecha colombiana?

***

Acaba de regresar a Cali el doctor Antonio de Roux, aterrorizado después de escuchar los discursos del verdadero Petro en el sur del Valle y el norte del Cauca. El padre Judas Francisco y él son sobrinos de Rodolfo Eduardo de Roux S.J., mi queridísimo profesor, fino poeta, académico de la lengua y sacerdote católico.

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