El Pecet, en la lucha contra el dengue y la leishmaniasis

Autor: Alfonso Monsalve Solórzano
5 marzo de 2020 - 04:54 PM

El Programa de Estudio y Control de Enfermedades Tropicales de la Universidad de Antioquia enfoca su qué hacer científico al servicio de los más vulnerables.

Medellín, Antioquia

A veces la gente siente la ciencia médica como algo lejano, que no se ocupa de resolver sus problemas más sentidos y muchas veces, como lo hemos visto este año con el Covid-19, la salud se vuelve un espectáculo. Una cosa muy diferente es lo que pasa con un grupo de enfermedades que afectan a muchísimas personas, especialmente las más pobres, que viven en zonas rurales o en barrios marginados de grandes ciudades, que no llaman la atención de los medios de comunicación ni son de interés de los gobiernos ni de las multinacionales farmacéuticas, justamente por ser enfermedades de pobres, que no tienen representación política y muy poca capacidad económica.

En este grupo de enfermedades está el dengue, la leishmaniasis, el Zika, el chikungunya, la enfermedad del sueño, la enfermedad de Chagas, la lepra, los parásitos intestinales, la ceguera de los ríos, y la elefantiasis. A estas enfermedades la Organización Mundial de la Salud las llama Enfermedades Tropicales Descuidadas o desatendidas (Neglected Tropical Diseases).

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Estas enfermedades, muchas de ellas infecciosas, afectan a más de mil millones de personas de condición humilde, que viven en África, América Latina, Sur de Asia y Oriente Medio en concentraciones humanas (o infrahumanas, sería mejor decir) en las que reina el hacinamiento, hay aguas estancadas, sobresaturación de basura, carencia de servicios básicos y de medidas de saneamiento urbano.

Este es el campo de trabajo del Pecet (Programa de Estudio y Control de Enfermedades Tropicales) de la Universidad de Antioquia, que lleva más de 30 años haciendo investigación básica y aplicada para prevenir, tratar y controlar estas enfermedades, especialmente la leishmaniasis y el dengue.

 

Enfermedades Tropicales Olvidadas

Antes de profundizar en el trabajo del Pecet es importante hablar un poco de las enfermedades desatendidas. Muchas son producidas por virus, parásitos o bacterias y son transmitidas a los humanos por los vectores que pueden ser insectos o caracoles. Las hembras de los mosquitos vectores pican para alimentarse de la sangre que necesitan para fabricar sus huevos. Si la persona o el animal que pican tienen un parásito o virus, el mosquito adquiere ese germen y luego, cuando pica para alimentarse de nuevo, lo transmite a esa persona o animal de la que se está alimentando.

Dos de estas enfermedades son la leishmaniasis y el dengue, que vale la pena abordar.

La leishmaniasis es una enfermedad que está presente en cerca de 100 países. La OMS estima que cerca de tres millones de personas la padecen y está propagada en Colombia. Producida por un parásito, y transmitida por un mosquito flebotomineo, llamado por las comunidades “aludo” o “palomilla”, que pica en horas de la noche. Los parásitos están en animales silvestres y animales domésticos como el perro y en el humano.

En el humano, la enfermedad puede afectar la piel donde ocasiona ulceras grandes y crónicas, o destruir las mucosas de nariz, boca y garganta, o afectar las vísceras como el hígado, el bazo y la médula ósea. En este último caso, la leishmaniasis visceral es mortal si no se da un tratamiento efectivo. Para la leishmaniasis el tratamiento de elección sigue siendo unas sales de antimonio que se están utilizando desde hace 70 años, muy tóxicas pero que ante la falta de interés de las multinacionales y de los gobiernos de buscar otros medicamentos más efectivos y seguros toca seguir utilizando.

El dengue es producido por el virus dengue, que tiene cuatro variedades o serotipos y sólo afecta a los humanos. Una persona puede sufrir hasta cuatro dengues en su vida, pero las complicaciones aumentan cuando sufre más de una vez la enfermedad. El dengue es transmitido por la hembra del mosquito Aedes aegypti y produce fiebre alta, cefalea, dolores intensos en los huesos, en los músculos y detrás de los ojos y erupciones en la piel. En los casos graves, se presentan, vómitos, dolores abdominales, sangrados de fosas nasales y encías y aun hemorragias severas que llevan al shock y hasta la muerte.

El mosquito Aedes aegypti vive dentro y alrededor de las viviendas urbanas, pica en horas del día, sólo pica al humano y se reproduce colocando sus huevos en depósitos de agua estancada (en tanques, llantas, floreros, etc.). Con el calentamiento global el insecto está colonizando nuevos espacios que anteriormente eran muy fríos para mantenerse, y acá en el valle del Aburrá ya ha sido encontrado y bien establecido a alturas de 2.300 metros sobre el nivel del mar. Adicionalmente este insecto ha ido adquiriendo resistencia a los insecticidas y por ello los que son recomendados por el Ministerio de Salud para ser utilizados sólo en caso de epidemias, no logran controlarlos y, por el contario, como lo señala la misma OMS, afecta a insectos benéficos que polinizan las plantas y, muy grave, también se asocian con la aparición de cáncer en las personas.

El Aedes aegypti también es un vector de la fiebre amarilla, que ataca los riñones, el hígado, el corazón y produce una alta mortalidad; del Zika, que puede causar microcefalia en el feto y una parálisis ascendente o síndrome de Guillan Barre; y del chikungunya, que produce dolores articulares que duran meses y años.

Durante tres años consecutivos, en 2014, 2015 y 2016, tuvimos en Latinoamérica epidemias sucesivas de dengue, chikungunya y Zika. Desde 2019 asistimos a la mayor epidemia de dengue en la historia de este continente, con más de tres millones doscientos mil casos informados y alrededor de 1.500 muertos.

Colombia no ha sido la excepción. 127.000 casos el año pasado con alrededor de 300 muertos, epidemia que continúa incontrolable en el presente año, con un aumento en enero de este año del 94%, con respecto al mismo mes del año pasado, y con más de la mitad de los casos con signos de alarma, esto es, con manifestaciones graves de la enfermedad, según informe del Instituto Nacional de Salud y, sin embargo, ocupa menos la atención del Ministerio de Salud que el mencionado Covid-19, del que no hay, todavía, ni un caso en Colombia y muy pocos en América Latina.

O sea que la dimensión real del problema del dengue, que se trata de una verdadera epidemia, obliga a atacarlo con todas las herramientas de los gobiernos nacional, regional y local y con la adopción e implementación de los nuevos desarrollos de la academia y del sector privado.

 

Innovación con sentido social

El Pecet, creado en 1986 en la Universidad de Antioquia, es un grupo de investigación de excelencia con la máxima clasificación de Colciencias y es además un centro colaborador de la Organización Mundial de la Salud.

Su fundador y director es el doctor Iván Darío Vélez B, médico y cirujano de la Universidad de Antioquia (1979); en la Universidad de Montpellier (Francia) obtuvo los títulos de Especialista en Parasitología (1985), Especialista en Medicina Tropical (1986) y Magister en parasitología (1992) y en la Universidad de Granada, España, recibió con honores el diploma de Doctor en Enfermedades Infecciosas (1998). El doctor Vélez ha sido docente de la Universidad de Antioquia desde septiembre de 1982 y es Investigador Emérito con vigencia vitalicia en el escalafón de Colciencias, hoy convertido en Ministerio de Ciencia y Tecnología. Además de dirigir el Pecet, es desde abril de 2014, el director para Colombia del World Mosquitos Program.

Precisamente, con la especialización en Medicina Tropical de la Universidad de Montpellier, el doctor Vélez se formó en el uso de una metodología innovadora, la ecoepidemiología, que consiste en estudiar al interior de los focos o lugares en los que se da la transmisión de las enfermedades, todos los elementos que tiene que ver con la misma: los gérmenes que las causan, las manifestaciones clínicas en las personas, los insectos que los transmiten, los animales que los albergan, los factores ecológicos que tienen que ver la transmisión, los comportamientos humanos que son factores de riesgo para infectarse y las concepciones y prácticas populares de las comunidades relacionadas con la enfermedad. En 1986 comenzó a aplicar, con un grupo que denominó Pecet, esta metodología en comunidades indígenas y campesinas de todo el país, teniendo como modelo la leishmaniasis.

Allí, en medio de sus pacientes pudo sentir la angustia de trabajar con Enfermedades Olvidadas. En el caso de esta enfermedad, de la que Colombia ocupa el segundo lugar de prevalencia en América Latina, después de Brasil, la investigación ecoepidemiológica del Pecet arrojó que aquella se presentaba en zonas selváticas con fuerte presencia de grupos armados irregulares, guerrilla y paramilitares; esto hacía -y todavía hace- que estudiarla y brindarle atención a los pacientes sea de alto riesgo, de hecho uno de los investigadores del Pecet fue asesinado por la guerrilla en el mes de septiembre de 1998, en el Putumayo, mientras adelantaba estudios para su tesis de Maestría; y también pudieron constatar que la presencia de la enfermedad en los individuos que la padecían, se convertía en una especie de marca que conllevaba a un estigma social que les dificultaba recibir el tratamiento, el cual es de difícil consecución en las zonas de conflicto, se considera un arma de guerra y no está permitido venderlo en ninguna farmacia del país.

Cuando a partir de 2014, los miembros de las Fuerzas Armadas aumentaron su presencia en esos territorios para combatir los cultivos ilícitos y los grupos ilegales, sufrieron por decenas de miles la leishmaniasis, enfermedad, que al igual que el dengue, no dispone ni de vacunas ni de medicamentos para prevenirla. Esta realidad de falta de buenos métodos de diagnóstico, de medicamentos, de vacunas y de medidas de prevención para las enfermedades olvidadas llevó al doctor Vélez y su grupo a cambiar la orientación de la investigación. Además de estudiar esas enfermedades para formar estudiantes y hacer artículos científicos, indicadores importantes del qué hacer de la Universidad, el doctor Vélez y su grupo decidieron aprovechar las fortalezas que tiene esta y apostarle a desarrollar productos: medicamentos, procedimientos, diagnósticos y medidas de prevención y control.

Este fue un gran paso que vinculó la investigación con la producción de soluciones para combatir estas enfermedades. Fue el tránsito de la investigación teórica y la docencia a la innovación con profundo sentido social, iniciativa en la que ha contado con el respaldo de las directivas universitarias y de entidades internacionales que hasta ahora no ha parado, y que le ha venido entregando grandes beneficios a la salud del país, especialmente a los más vulnerables. En efecto, el Pecet ha recorrido el camino de desarrollo de productos en todas sus fases, desde el descubrimiento, sea basado en las plantas utilizadas por nuestros ancestros, o con disciplinas de última generación como la bioinformática, los estudios en células humanas y en animales, hasta los estudios clínicos, en humanos.

El Pecet tiene ya unas 20 patentes, pero la idea central es desarrollar medicamentos económicos y seguros que le lleguen fácilmente a la población. Y es de resaltar que estos productos de innovación han sido, casi todos, el resultado de la colaboración con investigadores de la Universidad de Antioquia, de otras universidades nacionales y extranjeras y de la empresa privada. Con una empresa nacional desarrolló una pintura para controlar los mosquitos vectores, con ingenieros de la universidad nuevos tratamientos a base de calor local, con universidades públicas y privadas y empresas locales cremas para tratar la leishmaniasis y con alianzas nacionales e internacionales métodos más fáciles y sensibles de diagnóstico. Ya son 25 años trabajando incansablemente en la evaluación clínica de nuevos medicamentos, vacunas y medidas de prevención.

Aedes aegypti

Control biológico del dengue

Ya se reseñó que el dengue se está comportando desde el año pasado como una verdadera epidemia en Colombia y en América Latina. La comunidad científica internacional ha tenido relaciones de vieja data con el Pecet, que ha publicado más de 500 artículos sobre las enfermedades tropicales, ha albergado a centenares de investigadores invitados de todas partes del mundo y ha ofrecido su tutoría a centenas de estudiantes de pregrado, maestría y doctorado nacionales y extranjeros. Esa comunidad también conoce sus desarrollos tecnológicos y productos de innovación.

En ese contexto, la Universidad de Monash, en Australia, contactó en 2013 al Pecet para que liderara en Colombia el World Mosquito Program para evitar el dengue, el Zika y el chikungunya mediante la liberación masiva de mosquitos Aedes aegypti infectados con una bacteria de insectos llamada Wolbachia.

La Wolbachia es la bacteria de insectos más abundante, más diversa y más versátil de toda la biota. Se trata de una bacteria Gram negativa, intracelular obligada, que infecta exclusivamente células de insectos como la mosca de la fruta, polillas, mariposas, libélulas, etc., y que pasa de generación en generación a través de sus huevos.

Fue descrita por primera vez en 1924 por Samuel Wolbach y Marshall Hertig, quienes la descubrieron en el tejido ovárico de un mosquito Culex pipiens y por ello denominaron a la bacteria Wolbachia pipientis. En la década de los años 50, gracias a los avances en genética, Ghelelovitch y Laven observaron que al realizar ciertos cruces entre mosquitos Culex infectados con Wolbachia, éstos eran incapaces de generar descendencia. El fenómeno fue llamado “incompatibilidad citoplasmática”. En 1997, se descubrió de manera casual una cepa de Wolbachia que produce una importante reducción del tiempo de vida del insecto. Posteriormente el Dr. Scott O Neil, de la U de Monash, en Australia, logró pasar la Wolbachia de la mosca de las frutas a los Aedes aegypti y observó que los mosquitos Aedes aegypti con Wolbachia pierden la capacidad de transmitir el virus del dengue. Luego se demostró que tampoco pueden transmitir los virus, Zika, chikungunya, Fiebre amarilla y un nuevo virus que tenemos en las selvas amazónicas y que se llama virus Mayaro.

En este punto, quizá sea necesario recalcar cómo funciona el control biológico del dengue y otros virus del Aedes aegypti: Si un mosquito macho con wolbachia se aparea con una hembra que no la tiene, sus huevos no nacerán por aquello de la incompatibilidad citoplasmática. Si el mosquito hembra tiene wolbachia, pero el macho no, o cuando macho y hembra tienen Wolbachia, todos sus descendientes nacerán con la bacteria. Al liberar en las ciudades que sufren del dengue los Aedes con Wolbachia, con el paso de las generaciones, los mosquitos con Wolbachia aumentarán hasta que casi todos ellos sean portadores de la bacteria y la ciudad va a tener cada vez menos casos autóctonos de la enfermedad.

Las liberaciones de Aedes con Wolbachia iniciaron hace una década en el norte de Australia, en las ciudades donde había dengue y se logró evitar completamente la transmisión del virus desde hace ya siete años. El paso siguiente fue probar este método en otras ciudades y regiones con alto índice de prevalencia de dengue y se creó una organización sin ánimo de lucro llamada World Mosquito Program, WMP, que ha ido expandiéndose en el mundo y está actualmente en doce países: Australia, Indonesia, Vietnam, Brasil, Colombia, México, India, Sri Lanka, Fiji, Vanuatu, Nueva Caledonia y Kiribati, liderado por la Universidad de Monash y financiado por Wellcome Trust, la Fundación Bill & Melinda Gates y los gobiernos de Estados Unidos y el Reino Unido.

En Colombia, en 2015 y luego de recibir todos los permisos de las autoridades regulatorias, del Comité de Ética y de la comunidad, el Pecet, que lidera el Programa, inició una prueba piloto en el barrio París, de Bello, donde la misma comunidad se encargó de la liberación, a pie, de los mosquitos con Wolbachia. Después de un tiempo, la gran mayoría de la población de Aedes aegypti de esa zona tenía la bacteria, y gracias al monitoreo permanente, se ha comprobado que aun la portan. Esto significa que ya no hay transmisión local de estos virus allí.

Fue una tarea que se hizo con mucha transparencia y respeto y con una gran participación de la comunidad. El trabajo multidisciplinario de médicos, enfermeras, entomólogos, comunicadores sociales y sociólogos del Pecet, con el apoyo de todas las autoridades del municipio y de los líderes sociales, lograron convencer a los ciudadanos de la inocuidad de los insectos para los humanos y el gran beneficio que traería para los habitantes.

Posteriormente y dadas las epidemias sucesivas de dengue, chikungunya y Zika que se vivieron en Latinoamérica, la Organización Mundial de la Salud solicitó a los gobiernos brindar toda su colaboración para que las nuevas y promisorias medidas de control fueran rigurosamente evaluadas en cuanto su eficacia.

Para responder este llamado el Pecet y el WMP elaboraron un protocolo para evaluar la eficacia mediante las liberaciones de mosquitos con Wolbachia en todo Bello y Medellín, protocolo que también fue aprobado por las autoridades y la comunidad y que recibió una importante financiación internacional. Para llevarlo a cabo el Pecet recorrió comuna por comuna ambas ciudades y fue explicando muy bien a las personas, a los líderes, estudiantes y en general a toda la comunidad en qué consistía el control biológico, resolvieron todas las dudas y posteriormente recibieron la aprobación masiva al proyecto, según lo pudieron constatar empresas encuestadoras independientes.

El nuevo reto de liberar masivamente los mosquitos en dos ciudades donde viven tres millones de habitantes, implicó construir una moderna biofábrica para producir los mosquitos y utilizar camionetas, motos y en algunas zonas se fue a pie a liberar los mosquitos semanalmente durante 20 semanas. Cada semana se capturan mosquitos en cada comuna y se llevan a la biofábrica para medirles mediante modernas técnicas de biología molecular el porcentaje de ellos que tiene la Wolbachia. De esta forma los investigadores del WMP saben que en las dos ciudades la mayoría de los mosquitos ya tienen la bacteria. El 21 de octubre del año pasado se hizo la última liberación, en la última comuna, pero los efectos se van viendo ya.

Como se dijo anteriormente, mientras toda Colombia sufre desde hace más de un año una gran epidemia de dengue, en el valle del Aburra la situación de seguridad es muy distinta. No ha habido una sola semana donde los casos de dengue sean de niveles de alarma y mucho menos de niveles de epidemia. La exitosa experiencia ha servido para que Cali, Sabaneta e Itagüí hayan seguido el camino del control y ya se están liberando los Aedes con Wolbachia allí y ciudades como Villavicencio, Cúcuta, Montería y Armenia lo estén solicitando.

Otros países como Paraguay, Perú y Cuba, están interesados en este control biológico y el plan es de producirles los huevos de los mosquitos con Wolbachia en la biofábrica de mosquitos y exportarlos allí.

 

La biofábrica de mosquitos

Considerada por expertos internacionales como la más moderna de América latina. Tiene 1.300 metros cuadrados y está ubicada en el sector de La Aguacatala, ha sido visitada por delegaciones de unos 50 países del mundo y tiene la capacidad de producir semanalmente 20 millones de mosquitos con Wolbachia. Para producir semejante cantidad, los miembros del Pecet han desplegado su ingenio creando, por ejemplo, formas novedosas de contar grandes cantidades de huevos de mosquitos en un tiempo mínimo; o se han diseñado en los recipientes de reproducción, nuevos dispositivos para alimentar los mosquitos y para separar las larvas y las pupas machos de las hembras.

Por la cooperación con la Universidad de Monash y por la filosofía del WMP como entidad sin ánimo de lucro, los productos del conocimiento no son patentados, sino que son de acceso libre para la comunidad científica. El Pecet lo hace de manera gustosa, a sabiendas de que ese conocimiento y esa tecnología apuntan a resolver problemas de salud pública en el país, pero también en el exterior.

Ahora bien, las autoridades nacionales, regionales y locales no le han dado todavía la importancia que se merece este método de control, el único que funciona permanentemente. Y eso que la epidemia de dengue se expande velozmente en el país y el Zika y el chikunguña se quedaron con nosotros. Por eso es hora de actuar. Para ello personas como el doctor Vélez y su grupo del Pecet están dispuestas a trabajar infatigablemente y a ponerse la camiseta, cooperando con los tomadores de decisiones y con la academia, para logar que este programa tenga una verdadera repercusión nacional e internacional.

De eso se trata la ciencia abierta al servicio de los más vulnerables.

 

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Comentarios:

Bertha Lucía
Bertha Lucía
2020-03-06 08:30:32
La Universidad procurando resultados en favor de la Salud Pública: QUE ALIVIO!!!!! Ojalá que próximamente comencemos a ver cifras y que muchas más Instituciones de Educación Superior nos sigan mostrando casos exitos sobre su verdadera razón de ser.

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