Un personaje como el Papa Francisco y el momento actual por el que pasa Colombia son de por si una coincidencia extraordinaria
Quedará para la historia de Colombia la visita del Papa Francisco como el acontecimiento más inspirador de todos los que hemos vivido los colombianos. El Pontífice no sólo se ganó el corazón de las personas que asistieron a las misas campales realizadas en Bogotá, Villavicencio, Medellín y Cartagena, sino de los millones de colombianos que salieron a las calles de estas cuatro ciudades para verlo pasar en el “papa móvil”, o quienes siguieron la transmisión nacional “ininterrumpida” por televisión que duro cinco días.
La doble condición del Papa de ser latinoamericano y hablar español, sumado a su carisma, don de gente, jovial y cercano, definitivamente han influido para lograr la conexión con los colombianos. Un personaje como el Papa Francisco y el momento actual por el que pasa Colombia son de por si una coincidencia extraordinaria que marcará la historia de nuestro país.
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Contrario a lo que la tradición eclesiástica manda, en donde los discursos tienen un carácter afirmativo y reproductivo, que abogan por mantener el statu quo, manteniendo el sistema de valores y principios que definen el orden social, el discurso del Papa Francisco es deliberadamente deconstructivo y transformador, que establece un vínculo con quienes escuchan la “palabra” pero que al mismo tiempo se ven interpelados por quien la dice.
Esta manera franca, directa y provocadora del discurso del Papa Francisco llega a sus feligreses y en general a todos quienes lo escuchan de manera nítida, sin necesidad de traducción. Para el Papa Francisco todos somos interlocutores válidos y esto lo refuerza con la manera en que hace las preguntas a la personas, como en el caso de la pregunta que le hace a la niña sobre “quién es la única persona inmortal”, o cuando se dirige a los jóvenes para que le recuerden lo que no se deben dejar robar, o cuando finaliza la misa, o se va a descansar, pidiendo que recen por él.
Asumir como postura un discurso deconstructivo y transformador lleva implícito una postura ética, y al mismo tiempo política, que moviliza el diálogo, como cuando el Papa Francisco comparte su visión sobre los relatos ofrecidos por víctimas del conflicto armado y dice: "Si me lo permiten, desearía también abrazarlos y llorar con ustedes, quisiera que recemos juntos y que nos perdonemos ?yo tambie?n tengo que pedir perdo?n? y que asi?, todos juntos, podamos mirar y caminar hacia delante con fe y esperanza."
El Papa Francisco le deja a la Iglesia colombiana la tarea de salir a la calle para romper muros, para mostrar con su ejemplo el camino a los creyentes y no creyentes, sin detenerse a intentar convencerlos con la palabra sino con las obras. Al mismo tiempo la pone de primera en la lucha contra la corrupción y “promesa de un nuevo inicio para Colombia, que deja atrás diluvios de violencia”.
Sin lugar a dudas la visita del Papa Francisco ha puesto el listón muy alto a todos los colombianos en lo que tiene que ver con la reconciliación, la búsqueda de la equidad y el trabajo permanente por un mejor futuro; al respecto el Papa le dice a los jóvenes:"¡Cómo no van a poder cambiar esta sociedad y lo que se propongan! ¡No le teman al futuro! ¡Atrévanse a soñar a lo grande! A ese sueño grande los quiero invitar hoy"
(*) Profesor Universidad de Antioquia