El adecuado aporte de Omega 3 en la alimentación de los niños se ha asociado principalmente con el mejor desarrollo de la agudeza visual, aseguramiento del normal desarrollo de la retina, mejor concentración y, según la Revista Chilena de Nutrición, volumen 32-N° 2 de agosto de 2005, un adecuado aporte de estos ácidos grasos de la dieta se relaciona con la disminución de la agresividad, la hostilidad y el comportamiento antisocial; convirtiéndose en una terapia nutricional dentro del trastorno de déficit de atención con hiperactividad, explicó la nutricionista dietista Laura Franco Lopera. 
Su baja proporción se asocia a un pobre desarrollo cerebral y cognitivo y con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares y colesterol elevado, algunas alergias, artritis, desórdenes digestivos y depresión.
Franco Lopera indicó que las fuentes alimentarias en las que se puede encontrar  el Omega 3 pueden ser de origen animal y vegetal. Para el primer caso, en orden de importancia, se recomienda consumir los pescados de aguas profundas y oscuras como el salmón, la trucha, las sardinas y el atún, este en menor proporción. 
En cuanto al origen vegetal, están la linaza o las semillas de chía y algunos frutos secos como las almendras y las nueces. Es importante resaltar que en el mercado existen variedad de alimentos que están fortificados con Omega 3 como el huevo, algunos jugos o zumos y algunas fórmulas lácteas.
Como todo proceso nutricional, aclara la nutricionista, se requiere de un equilibrio, por lo que invitó a que se busque una alimentación variada, que incluya todos los tipos de alimentos, limitando la ingesta de aquellos en los que el beneficio es menor para un buen estado de salud equilibrado, suficiente y adecuado a las recomendaciones y necesidades personales.
Algunas recomendaciones para mejorar el consumo de Omega 3 son:
 Procurar elegir la lactancia materna como fuente natural de alimentación para los hijos.
 Ofrecer a los niños por lo menos dos veces a la semana pescados como la trucha arco iris, el atún y la sardina. La porción recomendada es un trozo del tamaño de la palma de su mano.
 Adicionar una cucharada colmada de semillas de chía o linaza a preparaciones como ensaladas, huevos, sopas, tortas, batidos, pancakes.
 Si los niños han pasado los 18 meses, ofrecer frutos secos como almendras, nueces o maní en licuados o batidos, como mantequillas o cremas esparcibles para disminuir el riesgo de ahogamiento y en mayores de 5 años, en ensaladas o como acompañantes en cualquier plato. La porción sugerida corresponde a una cucharada sopera.
 Limitar la oferta excesiva de frituras.
“Y recuerde que ante cualquier duda, consulte con un profesional en nutrición para poderla resolver”, señaló Franco Lopera.
Adicionalmente, Brian Dixon, director ejecutivo del Departamento de Ciencia y Educación en Usana Health Science, afirma que “una buena nutrición durante la infancia es importante no sólo para apoyar el crecimiento normal y el desarrollo cognitivo sino también para establecer patrones de alimentación saludable que se asocian con un menor riesgo de afecciones y enfermedades crónicas en la edad adulta, como la obesidad, la diabetes tipo 2, las enfermedades cardiovasculares, el síndrome metabólico y la osteoporosis”.

¿Qué es el Omega 3?
Para hablar de Omega 3, explicó Laura Franco Lopera, nutricionista dietista, es importante saber que hace parte de los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga, componentes dietarios que participan en múltiples procesos fisiológicos como la estructura de la membrana de la célula. Dentro de los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga se encuentran dos grupos principales; los ácidos grasos Omega-3 (ω-3) que son el alfa-linolénico, eicosapentanóico (EPA) y docosahexanoico (DHA) y el Omega-6 (ω-6), los cuales son ácidos grasos esenciales para el ser humano ya que no tenemos la capacidad de sintetizarlos nosotros mismos.