A propósito de la conmemoración en Colombia del Día del idioma, este 23 de abril, como homenaje a Miguel de Cervantes Saavedra, expertos explican si hay o no razones para celebrar.
Así entre los conocedores e investigadores de la lengua no haya un consenso sobre si el idioma español afronta buenos o malos tiempos, es un punto en común entre ellos afirmar que está atravesando por vertiginosos cambios y por la adhesión constante de hispanohablantes.
La inclusión de palabras nuevas, los recientes adelantos tecnológicos, el uso de palabras especializadas en cada disciplina, las formas de escritura en chats o redes sociales, la introducción de extranjerismos o el “parlache”, son algunos de los desafíos que generan cambios cada vez más constantes en el vocabulario y en las formas de expresión.
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Edilberto Cruz Espejo, secretario ejecutivo de la Academia Colombiana de la Lengua, aseguró que “los cambios siempre han ocurrido, pero definitivamente ahora ocurren con mucha más frecuencia. La tecnología o el lenguaje técnico de cada profesión influyen en el idioma, porque hay que saber todos los nombres de las nuevas técnicas para poder entender y comunicarnos. Entonces todos los días ganamos palabras, pero también mueren algunas porque caen en desuso, así se va manteniendo un equilibrio”.
Y es que, aunque no aparezcan aún en el diccionario, constantemente surgen nuevos términos que van siendo aceptados por la Real Academia de la Lengua Española como “googlear”, “tuitear”, “youtuber”, y otras más especializadas como “cúbit”, un término de la mecánica cuántica que se refiere a un bit cuántico.
Para Lucila González de Chaves, docente y experta en Lenguaje, estos términos son aceptados porque “la tecnología trae palabras monosémicas, que no se dicen de otra manera y sólo tienen un significado. Esas palabras que aparecen no se pueden desechar de inmediato, sino que hay que analizarlas a la luz de la etimología, esperar si se sigue usando o no, para finalmente agregarlas al diccionario”.
González señaló que “ahora el inglés es el idioma de donde más se han aceptado términos, porque a medida que los países ejercen influencia y penetran la cultura del país, nos traen su lenguaje. Y a la velocidad que van que van llegando, nosotros vamos acogiendo esas palabras”.
Luz Stella Castañeda, doctora en Filología Hispánica y coordinadora del Grupo de Estudios Lingüísticos de la Universidad de Antioquia, precisó que todos los adelantos de la ciencia y de la técnica repercuten en el lenguaje: “cada uno de los acontecimientos importantes marcan un hito en la Lengua. Por ejemplo, con la creación de la imprenta la gente tuvo la oportunidad de leer. En este momento con el correo electrónico y todas las redes sociales la gente se está comunicando con personas de diferentes latitudes y, obviamente, está enriqueciendo su lenguaje”.
Algunos expertos señalaron que hay límites en la incorporación de expresiones y en el uso de las palabras, ya que no seguir las normas del español, puede ser nocivo para el idioma. Esto lo evidencia, sobretodo, el uso del spanglish o del “parlache” de los barrios de Medellín.
González de Chaves afirmó que “el spanglish es un híbrido que empobrece el idioma. Las palabras que vienen del inglés no podemos atajarlas todas. Hay que decidir si usamos la palabra completa en español o si lo vamos a decir en inglés, pero no mezclar. Porque hay palabras en español que significan exactamente lo mismo, entonces hay que usar las nuestras”.
Por su parte, Castañeda aseguró que “el parlache y el spanglish son fenómenos completamente vigentes y son una demostración de la evolución del lenguaje, determinado por factores sociales, económicos y culturales.Yo no miro el lenguaje como empobrecimiento o enriquecimiento, sino como la evolución normal. Son fenómenos que tienen una explicación social”.
La docente de la Universidad de Antioquia y precursora de las investigaciones académicas sobre "parlache", recalcó que en una sociedad con problemas de educación, empleo, salud, donde la mayoría de la gente tiene pocas oportunidades, como en la nuestra, “el lenguaje se da de una manera determinada, que corresponde a todas esas carencias que tiene la comunidad. En una sociedad más desarrollada, donde la gente tiene un buen nivel de estudio y las necesidades resueltas, el lenguaje va a ser distinto”.
Que sea un lenguaje enriquecido o empobrecido por el uso informal es un debate aún vigente. Lo que es un hecho es el crecimiento exponencial del número de hispanohablantes en el mundo, que hacen que el español sea el segundo idioma más hablado.
Darío Villanueva, director de la Real Academia Española, confirmó la expansión del español al afirmar que “no es sólo un idioma de los españoles. Es más que eso. Según los datos que tenemos, es la segunda lengua hablada por nativos en el mundo y, también, la segunda en internet y los negocios. No sólo importan los datos demográficos, esos 500 millones de hispanohablantes, sino también lo que hay detrás de esas cifras: el potencial cultural, político, económico y social”.
En este sentido, el director de la Real Academia resaltó la importancia de las academias de la lengua española en los diferentes países, que han logrado un trabajo conjunto para garantizar la unidad del idioma, que no significa uniformidad en su modo de uso.
“El inglés no tiene academias ni una asociación, pero fue la lengua que ganó la Segunda Guerra Mundial. Ahora todos los académicos trabajamos con la percepción de que los españoles tan sólo somos el 9% de los hispanohablantes en el mundo. Lo que está ocurriendo es esencial para el reconocimiento de esta lengua, que tiene suficientes motivos para que sus hablantes estén orgullosos de su creatividad y relevancia social y política”, enfatizó Villanueva en entrevista con el diario La Razón de España.
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Para Lucila González de Chaves, estos son los años gloriosos de nuestra lengua, ya que “es un ser vivo e igual que todos los seres vivos tuvo niñez, adolescencia y madurez, y está en todo su esplendor, siempre está evolucionando y enriqueciéndose día tras día”.
Asimismo, la investigadora Luz Stella Castañeda comentó que está segura de que “en este momento circulan muchísimas más palabras entre los hablantes en general. Porque el desarrollo del lenguaje depende de la lectura y del nivel de estudio, y en este momento, si bien las personas no leen muchos libros o prensa en papel, creo que ahora la gente lee más que hace 100 años. Es que si vas en el metro o en un bus, el 80% de la gente va leyendo en su celular y escribiendo. Son prácticas distintas, en un soporte diferente, pero yo sí creo que leemos más.
En cuanto a Colombia, aunque el país tiene la reputación de ser uno de los países de América Latina donde menos cantidad de libros leen anualmente las personas, es también uno de los países más reconocidos por la buena pronunciación y el adecuado uso del español oral.
El lenguaje del día a día es quizá el más lastimado por la premura de la comunicación inmediata. El uso informal que se da en los barrios, entre los jóvenes y en los chats, con frecuencia está cargado de imprecisiones o errores.
Mariano Lozano, profesor investigador de Lingüística de la Universidad de La Sabana, señaló que “otro problema ahora son los medios de comunicación y sobretodo los elementos electrónicos que facilitan la comunicación, pero que la afectan y la afean. Esto, porque los jóvenes escriben de cualquier manera, como les provoca, entonces apartarse de la normatividad hace que la lengua entre en deterioro. Por ejemplo, cuando no utilizan bien los signos de puntuación y de acentuación, entonces los textos escritos por los jóvenes muestran que no hay buen uso de la lengua y que hay un deterioro de los elementos lingüísticos.En los chats los jóvenes usan palabras recortadas, mal utilizadas en su sentido, por lo tanto hay imprecisión en el uso de la lengua”.
Dora Cecilia Peña, madre de familia, reconoció que no usa el lenguaje perfectamente, pero apuntó que se esfuerza por usarlo bien. “La verdad es que sí falta mucha lectura y ser más conscientes del uso que le damos al lenguaje, sobre todo en las redes sociales lo estamos maltratando mucho y creo que más el lenguaje escrito que el hablado. Yo trato de no abreviar palabras, de no escribir ‘porfa’, ‘porfis’, ‘sip’, ‘ok’. Yo hago mi mayor esfuerzo para utilizar bien la ortografía y signos de puntuación. Inclusive, cuando mando un mensaje con algún error, trato de corregirlo y reenviarlo. Y procuro que mi hija que tiene 10 años también lo haga. Con los niños es más complicado porque ellos utilizan otros términos y mucha economía del lenguaje”, señaló.
Manuela Acevedo, comerciante, comentó que usa bien el lenguaje según el contexto: “si voy para una entrevista uso un lenguaje más correcto, pero en las conversaciones cotidianas, con los amigos o con los del trabajo, hablo con lo primero que se me venga a la mente. En esas conversaciones uno mete palabras del inglés como what y ok o ‘parce’”.
El Secretario Ejecutivo de la Academia Colombiana de la Lengua, por su parte, argumentó que “decir que los jóvenes no usan bien el idioma es desprestigiarlos. A los jóvenes hay que animarlos a usar más palabras. Ahora, es cierto que a los viejos no les gusta la forma de hablar de los jóvenes, sobre todo si es un lenguaje grosero, pero en general si no existiera la juventud no existiría la movilidad que debe haber en el lenguaje. Los que empobrecen el idioma son los que no lo modifican, los que no lo utilizan”.
Mery Anne Gallego Quintero, estudiante de 14 años, destacó que “el hecho de que nuestro idioma sea tan reconocido como el inglés, tiene que ver con la influencia que nos dejaron nuestros antepasados. Y que no sepamos utilizarlo da dolor. Entonces poco a poco hay que aprender a utilizarlo porque el español es una lengua muy reconocida”.
Según una investigación liderada por la docente Luz Stella Castañeda, realizada en barrios periféricos de la ciudad de estrato 1 y 2, “los jóvenes de grado 11 tienen un desarrollo lingüístico bajo, la densidad léxica es muy baja porque repiten las mismas palabras. Nosotros encontramos que la palabra ´parcero’ es una de las palabras más utilizadas por los jóvenes. También está cucho y vuelta. Pero yo creo que la gente conoce muchas más palabras de las que utiliza”, resaltó la filóloga.