Que la huella de Jorge, prudente y gentil, no se pierda, si yo hubiera captado todo lo que él estaba listo para dar, hoy estaría más capacitada para seguir viviendo.
Cuando mi hijo nació, se usaba que los padres “educáramos” a los hijos y les enseñáramos hasta lo imposible. Personalmente hice lo que leí que se debía hacer y que era bien diferente de lo que se había hecho conmigo. Grave error fue no seguir más bien lo que me indicaba mi corazón. Hoy a los 28 años de su muerte se me ocurre reescribir estas líneas.
Mi intención es que ojalá sirvan a los padres que todavía quieran imponer sus principios en lugar de aprender de los niños, seres puros que nacen con toda la sabiduría auténtica en sus mentes limpias, desprovistas de prejuicios.
Muchos años más tarde, en realidad un año antes de que mi hijo muriera, asistí al ensayo de una de sus obras de teatro-danza, la única autobiográfica, en la cual contaba su historia desde la niñez. Aparecían en escena unos personajes que llevaban anteojos negros y bastones de ciego y que trataban de conducir al joven, dando tumbos por la vida.
Le pregunté a él que significaban esos personajes y me dijo textualmente: “son los educadores que son todos ciegos”. Fue la única velada crítica que recibí de él durante toda su vida. Sin embargo, luego quitó esta escena de la obra, por más que le rogué que la dejara, era muy impactante. La escena me llegó hondo y aprendí mucho, aunque ya tarde.
La pieza continuaba mostrando la época de auto identificación, estudios, problemas, viajes, amores y amistades, hasta la enfermedad que sufrió y que en la pieza el actor representa con elegancia y acierto, sonriendo, llorando, cayendo, arrastrándose, cansado, dejándose llevar y apoyándose en personas que le dan ayuda, o lo desayudan.
Varias veces lo llama la muerte y él se niega a irse con ella porque todavía tiene muchas cosas que hacer, escribir, aunque ya se esté paralizando, para dejar las memorias de su enfermedad, testamento espiritual, forma de acercarse a la muerte con humor.
Organizar sus innumerables obras de teatro, sus coreografías comenzadas en su estadía en Vancouver, para dejar una obra completa que su amiga y colaboradora Kathryn Ricketts continuó mucho tiempo, dirigiendo su grupo de teatro-danza en Dinamarca. Pudimos verlo aquí en Colombia en el II Festival de Teatro. Luego vimos otras piezas en otros festivales, y también en los de cine de Laguado.
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La pieza punzante y dramática se llama Una vida más, con el título en español fue presentada en los escenarios de Copenague. Al final el actor se deja llevar por la muerte cuando ya se siente fatigado, impedido y le parece descortés permanecer vivo.
Hoy me doy cuenta de que si desde el principio yo hubiera aprendido de Jorge, poniendo mi inteligencia y mis sentidos alerta desde que él estaba en la cuna, la vida hubiera sido más grata para él y para todos nosotros. Pero los padres creemos tener toda la verdad. Me di cuenta de que esto no podía ser así, ello, me llevó a estudiar psicología a los casi cuarenta, buscando otra respuesta, las cosas no podían ser como se decía que eran.
Cuando algún paciente me pide “un consejo”, le pregunto qué le dice su corazón y que invente una respuesta nueva sin acogerse a lo establecido.
Que la huella de Jorge, prudente y gentil, no se pierda, si yo hubiera captado todo lo que él estaba listo para dar, hoy estaría más capacitada para seguir viviendo.
Pero como él expresó una vez, tenía en su mente “cosas para las cuáles el mundo aún no estaba preparado”, y yo menos que nadie. Qué tristeza.
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COMENTARIO. De Joaquín Roberto Uribe: “Lectura obligatoria para padres y madres” (2008). Hecha cuando este trozo apareció en la página www.jorgeholguin.com que están muy invitados a visitar