La ley 1732 de septiembre 1° de 2014, ha dispuesto restablecer la Cátedra de La Paz en todas las instituciones educativas del país. Dispone el parágrafo 2° del artículo 1° que dicha ley tendrá como objetivo crear y consolidar un espacio para el aprendizaje, la reflexión y el diálogo sobre la cultura de la paz y el desarrollo sostenible, que contribuya al bienestar general y al mejoramiento de la calidad de vida de la población.

A esto se agrega el proyecto de ley presentado por la senadora Viviane Morales, radicado el pasado 20 de julio en el Congreso y que pretende modificar la Ley General de Educación (115 de 1994) para restablecer la enseñanza obligatoria de la historia de Colombia en todas las instituciones educativas del país. La senadora Sofía Gaviria ha manifestado a los medios de comunicación su apoyo a esta propuesta por considerarla clave en la búsqueda de la identidad colombiana.

Hace algún tiempo, el representante a la Cámara por Santander, Miguel de Jesús Arenas, presentó el proyecto de ley que busca incorporar nuevamente al sistema educativo los lineamientos que según indicó “se han perdido y tienen hoy a la sociedad colombiana en una crisis de valores”. Con esto se refirió a la implementación en los planteles educativos de la cátedra de Educación Cívica y Urbanidad, textos que fueron obligatorios en todos los grados de la enseñanza y que ahora se pretenden restablecer. Porque como lo afirma el profesor Keipo Timaná, “La enseñanza de la urbanidad es el acercamiento a la ética y a la moral y esta tendrá que estar enfocada ahora, si se replantea su papel en el salón de clase, a generar espacios de no agresión en donde a través del diálogo y de la argumentación se fomente el repeto por si mismo y por el Estado”

Esta asignatura que muchos miran con desvío, es la piedra angular sobre la que se cimenta la genuina educación que es en último término, capacitar al individuo para su vida de relación.

Educación para la democracia es desarrollar la personalidad del individuo y el significado de su vida para el mismo y para los demás, como muy atinadamente lo ha significado Grayson Kir. Porque educar no es solamente llenar la mente del discípulo de conocimientos, abrirle los secretos de la sabiduría y dotarlo para ejercer su profesión u oficio, sino algo más fundamental: la dirección de sus facultades intelectuales y éticas, de sus tendencias y aspiraciones, en suma algo más trascendente, vacunarle el alma contra la decrepitud con la profilaxis de la moralidad.

Estamos a la espera de que el Ministerio de Educación dé a conocer los programas de estas asignaturas que se pretende restablecer, para proceder de conformidad, con criterio de vivacidad y orientación científica y que permitan despertar en los alumnos y ciudadanos en general, altísimos sentimientos de afecto, respeto y bondad en el trato con los demás, corrientes de comprensión

humana, de simpatía entre los hombres y de exaltación de la confraternidad entre los mismos.