Por primera vez en nuestra historia el fin de la democracia puede ser una realidad, si Petro llega al poder
Dentro de ocho días el futuro del país quedará delineado por muchos años. Y no es una exageración. Por primera vez en nuestra historia el fin de la democracia puede ser una realidad, si Petro llega al poder:
De manera desafiante, insultante, prepotente y amenazante, la opción encabezada por el señor Petro anuncia que desmantelará la agroindustria para dar paso a la economía de pancoger, si no es que resulta en la destrucción de la producción agrícola, como en Venezuela, en lugar de fortalecer la alianza entre pequeños y grandes productores para hacer del país en una despensa del mundo.
Desmantelará la producción de petróleo y la minería, de manera precipitada, causando la quiebra de la economía nacional y el empobrecimiento generalizado de los colombianos, como en Venezuela.
La coca y la cocaína será legalizada, en virtud de los acuerdos con las Farc, al igual que la minería ilegal y serán la base de la economía, haciendo de Colombia un estado mafioso, construido con esa, las otras guerrillas y bandas criminales, trabajando de la mano con la Venezuela del cartel de los soles. Esto tendrá muy serias consecuencias en el tratamiento de la comunidad internacional al país, como en el vecino país. Un puñado de funcionarios se enriquecerá inmensamente, mientras la inmensa mayoría será inexorablemente arrojada a la miseria, como en el vecino país.
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La lealtad, a las buenas o a las malas, a la ideología castrochvista y al estado mafioso será el criterio decisivo del asistencialismo desbordante, que cobrará con adhesiones las bolsas de comida, como en Venezuela.
Convertirá el sistema de salud colombiano, que ya tiene graves falencias, en un ente estatal monstruoso en manos de soberbios funcionarios del estado que serán dueños de la vida y de la muerte de los colombianos, a los que clasificarán para atender (si es que aún quedan médicos y medicamentos), según criterios ideológicos y políticos, como en Venezuela.
Igual cosa ocurrirá con los servicios públicos, cuya estatalización será su fin, tal como ocurre en Venezuela (y sucedió en Bogotá, con el servicio de aseo durante la alcaldía de Petro).
La represión descarnada y la cárcel o el exilio de los opositores y la venganza generalizada contra el “enemigo de clase”, en cumplimiento de lo pactado con las Farc, serán el pan de cada día, mientras que a ese grupo y a las otras guerrillas les darán impunidad total mediante la JEP; la miseria y la represión sacarán a centenares de miles del país, a un futuro más que incierto, como en Venezuela.
Y claro, no volverán a realizarse elecciones libres durante muchas decenas de años. Petro llegará al poder para quedarse. Como los Castro. Como Chávez. Como Maduro. Como Lenin y Stalin. Como Mao Tsetung. Generaciones de colombianos jamás conocerán la libertad ni tendrán oportunidad alguna sobre la tierra.
Las alternativas de Fajardo, Vargas Lleras y De la Calle parecen no tener opción alguna de triunfar. La única que puede evitar la hecatombe es la fórmula de Iván Duque y Marta Lucía Ramírez, con su propuesta de legalidad, equidad y emprendimiento. Afortunadamente encabezan la intención de voto en todas las encuestas y en el sentir que se escucha en ciudades y campos. Pero la posibilidad de la segunda vuelta está abierta y en ella, la extrema izquierda trataría de construir una alianza contra Duque y el gobierno de Santos movería todos sus recursos, todos sus montajes y todas sus marrullas para tratar de implementar un gran fraude.
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Probablemente, los electores podrían superar estas celadas, porque en todos los escenarios de segunda vuelta gana Duque, pero el país viviría tres semanas de tensión innecesarias. Pero podría ocurrir que las trampas funcionaran y la noche del petrocastrochvismo se precipitara sobre Colombia. Por eso hay que intentar ganar en la primera vuelta. Por eso hay que ganar en la primera vuelta. Ningún colombiano puede ser indiferente a su cita con la historia.