Es cierto que hay menos pacientes en el Hospital Militar, pero aumentaron la inseguridad, el secuestro, el desplazamiento forzado y el narcotráfico.
Sabiamente dice el refrán: “Errar es humano, diabólico perseverar”. Dentro de ese orden de ideas, es necesario hacer seguimiento a los desarrollos del “tal” posconflicto.
Pero antes, es importante también, seguir analizando las justificaciones que se suelen dar al Acuerdo de Paz convenido en La Habana.
Dicen algunos de sus defensores que ”hay menos heridos en el Hospital Militar”. ¡Cierto! Es una consecuencia lógica, porque ya el Ejército Nacional, traicionado por algunos altos mandos, como se ha manifestado repetidamente en esta columna, no está luchando bien sea por su desmoralización o por dar cumplimiento a estrategias fríamente calculadas desde “muy arriba”. Además a los muertos o heridos civiles no los llevan al Hospital Militar. De nuevo: Es cierto que hay menos pacientes en el Hospital Militar, pero aumentaron la inseguridad, el secuestro, el desplazamiento forzado y el narcotráfico, con las consecuentes muertes de civiles, en muchas otras regiones. “El que entendió, entendió”.
Lea también: La fórmula “Santiavélica”
También, en ocasiones, justifican algunos convenios, comparándolos con los alcanzados en otras regiones como en Irlanda o en Sud África, ignorando que en el primer caso había una gran componente religiosa, y en el segundo el aspecto racial. Se olvidaron que: “Una cosa es Dinamarca y otra Cundinamarca”.
Volviendo entonces al posconflicto, es importante mencionar la “Convención” de las Farc recientemente desarrollada en la ciudad de Cartagena. Ciertamente se trata de una verdadera congregación de “olivos y aceitunos”, sin distinción. Por un lado estaban los de la Farc y por el otro sus “socios” o sea el Alto Gobierno: Presidente y los Ministros del Interior y de Relaciones Exteriores, con los consabidos invitados como el “lagarto” expresidente de Uruguay y los garantes que no podían faltar. Faltaron, según trascendió, Humberto de la Calle, Roy Barreras y Benedetti entre otros. Gran decisión tomada: Reanudar las “conversaciones” en La Habana con el Eln. Esta perseverancia como se titula en este escrito, puede considerarse diabólica, y entonces puede hablarse ya de una especie de verdadero “aquelarre”: Una representación tragicómica, de “los mismos con las mismas” incluyendo el perdón pedido por el jefe de las Farc, con la “graciosa” concesión de la viuda del exgobernador de Antioquia asesinado.
El narcotráfico proliferó, “como nunca antes”, con la evidente complicidad del Gobierno, y la consecuencia nefasta de la destrucción de bosques y de ríos, destruyendo, además, el porvenir de la Patria enviciando descontroladamente a la juventud.
En cuanto a la forma de impartir Justicia, es claro que, en las etapas cumplidas para lograr los acuerdos, se presentó una manifiesta infiltración del mamertismo para perseguir a la oposición. Con la conformación de la “tal” JEP, se ha logrado una justicia no infiltrada, sino ya conformada por el mencionado mamertismo.
Se ignoró el resultado del plebiscito que rechazó el “tal” acuerdo que, con dicho resultado, se demostró que no existía, pero sin embargo siguieron con ese engendro. El exceso del gasto público se desbordó y la olla (¿cuál?) no está desbordada porque simplemente ya no existe. Los déficits, por ejemplo, en educación y salud son inconmensurables. Y, por último se ha conformado una “tal” Comisión de la Verdad, cuyos integrantes son claramente exponentes de ese tendencioso y perverso mamertismo.(Son comunistas, Juanito).
Ante tal panorama tan desolador, que, por ejemplo, al considerar la infraestructura, “ya se caen hasta los andenes”, (¡Mucho ojo con Hidroituango!), preocupa demasiado la actitud (¿fríamente calculada?) del Primer Mandatario quien se la pasa de paseo por el mundo y que al decir de nuestras matronas: “No cumple ni años”, pero anda proclamando un falso “Cumplimos”.
Como todo es susceptible de empeorar, eligiendo al candidato de las Farc o del Gobierno que es el mismo, es hora de que la comunidad asuma su papel y salga a defender la Constitución, las leyes y la Institucionalidad de la Nación en las próximas elecciones.