Los periodistas y los líderes de opinión, se siguen esforzando, en su gran mayoría, por mostrar la realidad de la manera políticamente correcta
Dice algún refrán popular que “es muy fácil mirar los toros desde la barrera”, con lo cual estoy pleneamente de acuerdo. Sin embargo, hoy quisiera salirme del día a día y tratar de mirar desde otra perspectiva, algunos aspectos de la realidad local, nacional y mundial.
Qué gran inconsecuencia se nota por parte de los antioqueños y medellinenses, región poco afín al actual presidente, que el Gobierno Central destine los recursos para poder bajar la bandera para el inicio del Proyecto del Sistema del Corredor Vial de la 80 y otras obras de interés. ¿Si creen que ante las marchas y los abucheos programados y organizados para criticarlo, así como la campaña de desprestigio y burla continuada, el presidente tenga algún interés de apoyar a Antioquia más de lo que ya la ha apoyado? Yo no creo.
Por enésima vez, Buenaventura y Chocó hacen reclamos justos por los incumplimientos sistemáticos y consuetudinarios de los distintos Gobiernos, desde Bolívar hasta el presente. Tienen que pasar a la vía de los hechos y aún así no pasa nada. A este par de unidades territoriales deberían sumarse San Andrés, Tumaco, Urabá y la Guajira, por ser los casos más visibles de la desatención estatal y hacer más fuertes sus exigencias. ¿Considera usted amable lector que los habitantes de estos lugares de Colombia se sienten a gusto perteneciendo a Colombia, que tradicionalmente los ha descuidado? ¿Cree usted que se sienten orgullosos y dispuestos a seguir perteneciendo a Colombia? Yo no creo.
Siguen matando gente perteneciente a las organizaciones sociales, a familiares de reinsertados, a campesinos que reclaman legalmente por sus tierras, a guerrilleros que han dejado las armas, a periodistas, a soldados, a policias y a sindicalistas y aún así nos hacemos los de la vista gorda y ponemos el grito en el cielo cuando una organización asociada a los Derechos Humanos, a nivel internacional, hace estas denuncias e inmediatamente procedemos a descalificarla. ¿Es esto libertad de expresión y es este un marco verdaderamente democrático? Yo no creo.
Las regiones y los territorios de frontera, están a merced de las decisiones que tomen los gobiernos vecinos, con las tradicionales consecuencias en los campos económicos y de desestabilización social. ¿Quién entonces manda en la frontera? ¿Es suficiente la presencia estatal y puede el Estado a través de los distintos Gobiernos asegurar la estabilidad de esas regiones? Yo no creo.
Se ven ridículos los seguidores a extremo, los fanáticos, tanto del presidente como del jefe de la oposición, defendiendo a sus caudillos y criticando al oponente. Personalmente me voy a morir de la risa cuando ellos, los que mandan, finalmente hagan las paces, por sus propias conveniencias, y dejen a sus seguidores bravos entre ellos y pegados a la brocha, con una Colombia polarizada, como ya ha sucedido con otros personajes semejantes, en otras épocas, en este mismo país de Macondo.
Siguen los líderes espirituales entretenidos hablando de gays, aborto, matrimonios del mismo sexo, separaciones, entre otras banalidades, en vez de hablar y comprometerse hasta el tuétano con la Justicia, la Paz, la Libertad, la Caridad, la Equidad y la Pobreza.
Los periodistas y los líderes de opinión, se siguen esforzando, en su gran mayoría, por mostrar la realidad de la manera políticamente correcta, sin comprometerse mucho y sin poner en riesgo las jugosas pautas publicitarias.
A nivel planetario, no faltará ni el Trump, ni el Putin de siempre, como lo demuestra la historia. Sin embargo, el que todos miremos a la distancia, impávidos, lo que pasa en lugares como Alepo o Venezuela y nadie diga ni haga nada, es simplemente un mensaje de complicidad y de complacencia, que evidencia simplemente el cómo nos comportamos todos, sin excepción, como fariseos.
Se hacen llamados, ya angustiosos, de que estamos ahora sí al borde de una calamidad ambiental de grandes magnitudes en lo local y en lo planetario, y los intereses económicos, como es obvio, a lo largo y ancho del planeta, siguen prevaleciendo y condicionando los manejos y las decisiones políticas que están en manos de gobiernos débiles e irresponsables.
¡Ya después no habrá tiempo de llorar!
Seguimos insistiendo en la necesidad de dotar a Medellín con un verdadero Centro de Espectáculos.