Cuando se vende miedo para comprar seguridad, se corre el riesgo de fracasar y quedarse con el miedo
El título de esta columna no hace referencia al estado de la salud mental de uno de los concejales de Medellín; sino más bien, sobre el estado de intranquilidad que se está propagando y que ahora parece haber superado las fronteras del temor real de una calle oscura o un semáforo en rojo, para adentrarse en los escritorios de la misma administración municipal.
Lea sobre la silleta que no se perdió
La semana pasada, mientras buena parte de la ciudad estaba frente a la pantalla del televisor siguiendo los pasos de la Selección Colombia en su juego definitivo con el propósito de ir al mundial de Rusia de 2018, se conocía de la denuncia de la Alcaldía de Medellín sobre el hurto de una parte de la escultura El Silleterito, ubicada en el parque de La Floresta e incluida en el inventario de arte público de Medellín.
“La denuncia indicó que a la escultura le hacía falta la silleta que cargaba el personaje”, dijo el comunicado oficial que a renglón seguido hablaba sobre las acciones de las autoridades para dar con el paradero de los responsables del que prometía ser descarado hurto del patrimonio que indignaría a la ciudadanía. Un rato más tarde, tras una exhausta investigación, se difundió desde la Alcaldía —pero esta vez con menos parafernalia— una nueva comunicación en la que se expresó: “Nos dimos cuenta que en realidad la pieza faltante de la escultura está en manos de la Fundación Ferrocarril de Antioquia, quien es la entidad encargada de hacer la intervención de 56 esculturas de la ciudad para su conservación y tratamiento preventivo”.
Las obsesiones cada tanto terminan pasando factura. En el plan de desarrollo de Medellín 2016–2019, se incluyó como uno de los indicadores referentes que la percepción de inseguridad se acabaría al final de esta administración; un absurdo que en su momento no se quiso atender.
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Cuando se vende miedo para comprar seguridad, se corre el riesgo de fracasar y quedarse con el miedo. Precisamente, días antes de la denuncia delirante —del hurto de la silleta y no de las hechas por un concejal— se anunció que el presupuesto para seguridad se incrementaría en 2018 un 101% respecto a lo aprobado para 2017; obviamente la decisión de priorizar una inversión de esa magnitud tiene consecuencias para otros rubros del presupuesto municipal.
Y aunque, según la Encuesta de Percepción y Victimización de Medellín realizada por Eafit en el 2015 para la Alcaldía de Medellín, se asegura que el 52% de los consultados relaciona su sentimiento de inseguridad con la poca presencia policial, no quiere decir que a mayor inversión esos miedos, entre ciertos e imaginados desaparezcan.