Volveremos los colombianos a asistir a las urnas el próximo 17 de junio para decidir si se le apuesta al proceso de paz o si definitivamente se hará trizas.
Lamentablemente el resultado obtenido en las elecciones del domingo pasado dejó claro que el país está polarizado, entre quienes le apuestan al proceso de paz y quienes “quieren introducirles algunas mejoras”; algo que debería concitar el respaldo unánime del país es hoy centro de la discusión electoral.
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De nuevo serán las Farc, ahora denominada fuerza alternativa revolucionaria del común, quienes inclinarán la balanza al candidato que obtendrá la presidencia. Los últimos presidentes han logrado el triunfo en las urnas focalizando su campaña en las Farc; desde Pastrana cuando intento un proceso de paz con esta agrupación, pasando por Uribe quien prometió erradicarlas, luego Santos forjando un acuerdo de paz con este grupo alzado en armas. La incidencia de las Farc en la elección de los presidentes es innegable y la sociedad no cae en cuenta sobre los verdaderos desafíos que enfrenta Colombia camino a superar las desigualdades sociales, la pobreza y su condición de subdesarrollo en un mundo cada vez más globalizado.
Desde diferentes sectores se hace un llamado a Fajardo, De La Calle y Petro para que hagan una coalición que tenga como objetivo la defensa del proceso de paz; en esta iniciativa debería ser bienvenido Vargas quien ha manifestado (de manera inconsistente) su voto a favor del proceso de paz.
Las siguientes semanas serán definitivas para los grupos políticos que participarán en la segunda vuelta para recomponer sus prioridades, buscando acercar a los sectores políticos que participaron en la contienda presidencial pero que no alcanzaron a pasar. Pero como la política es dinámica y la palabra de los políticos fluctúa atendiendo a las oportunidades electorales del momento, no sería nada extraño que el Centro Democrático modere su posición sobre los acuerdos de paz con el fin de atraer a la izquierda moderada y los partidos de centro que se decantan por dar oportunidad a los acuerdos de paz.
Es triste constatar que la elección del próximo presidente de Colombia no será un ejercicio juicioso por parte de los ciudadanos, atendiendo en las propuestas sobre la educación, la economía, la salud, el bienestar social, sobre la manera en que se deberá superar la pobreza y las desigualdades; no, la discusión estará focalizada en los acuerdos de paz.
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PD: Se cerró la semana con la noticia del ingreso de Colombia a la Ocde , meta que se fijó el actual presidente; no sería nada extraño que el próximo presidente de Colombia decida que este esfuerzo no representa algún aporte al país y decida que no vale la pena respaldarlo.
(*) Profesor Universidad de Antioquia