Según información de la Contraloría General de la República, el daño fiscal por irregularidades en la ampliación de la refinería de Cartagena (Reficar) fue de 2.819 millones de dólares, algo así como 8,5 billones de pesos.
Según información de la Contraloría General de la República, el daño fiscal por irregularidades en la ampliación de la refinería de Cartagena (Reficar) fue de 2.819 millones de dólares, algo así como 8,5 billones de pesos. ¿Qué pueblo aguanta golpes de esos, si para sanarlos se apela a subirle los impuestos? Esas cifras, y otras muchas, con marcado acento de desgreño administrativo y, muy seguramente, corrupción, van pasando a ser titulares de prensa que duran un día y como que a nadie se responsabiliza de lo ocurrido. Ecopetrol pidió disculpas por eso, pero… y ¿qué? los pesos, los dólares volaron y vaya a saberse en cuántos bolsillos particulares están. Simplemente se trata de minimizar y se paga, pues para eso el IVA debe subir del 16% al 19%, para eso la sobretasa a la gasolina, para eso el impuesto al patrimonio, para eso gravar los dividendos, etc. y ¡listo!, que los colombianos paguen las ineficiencias y, sobre todo, la corrupción galopante que roba, no lo que sobra sino lo que hace falta.
El crecimiento de la economía colombiana va en franca caída. Que el petróleo y, en general, las materias primas han caído de precio y han afectado seriamente, es cierto, pero lo malo es que entre 2010, cuando llegó Santos, y 2014/2015 cuando esos precios bajaron, ¿qué ahorros se hicieron? ¿No dizque el presidente sabe tanto de economía? Parece que no tanto y, en cambio, sí mucho de gastar en parafernalia, en shows que “favorezcan” su imagen y en mermelada (porque hay que tener contentos a sus amigos que le hacen todo tipo de favores, incluyendo aprobar en el Congreso lo que quiera). En fin, esa caída de precios llegó en el peor momento, no solo porque dependiéramos tanto de ellos, sino porque el plan de gastos se hizo y se mantuvo con un precio por barril alrededor de 80 a 100 dólares y, reitero, sin crear ahorros para los tiempos de vacas flacas.
Qué provechoso sería ver un artículo en la reforma tributaria que cursa en el Congreso que diga algo así como que se obliga al Ejecutivo a rebajar sustancialmente los gastos de funcionamiento, para ver qué cara pone Santos frente a la estrechez que la ley le señala. Pero no, un artículo así jamás pasará el filtro empegotado de mermelada y, por el contrario, las puertas seguirán abiertas al derroche y al uso alegre de los recursos disponibles, que, si no son suficientes, si no alcanzan, se presenta otra reforma tributaria y ahí se sigue pagando el malgasto.
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De país subdesarrollado. Para hacer, por ejemplo, una hidroeléctrica se contratan ingenieros civiles, geólogos, ingenieros eléctricos, electrónicos y de sistemas, operarios, personal para mil tareas. Por último, para cumplir con normas legales, se ha de contratar a un experto ambientalista, sin saberse bien para qué, pero se contrata. Al poco tiempo se dan cuenta de que éste es el más eficiente de todos… va a hacer que la obra jamás se haga.
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Tras el accidente de LaMia empezaron a saltar los tentáculos de la corrupción, pues en la larga lista de “personajes” involucrados en la historia de la aerolínea chárter mencionan venezolanos chavistas, bolivianos entregados al régimen, contactos con la Conmebol, “emparentada” con la Fifa, organización que es como la tapa de la corrupción, al menos, en cabeza de personas que están señaladas de sobornos y malos manejos y de otras que ya pagan condenas. Las investigaciones llevarán a un entramado que tiene que hacer parar en seco a los administradores de equipos como Atlético Nacional, como las selecciones de fútbol de Colombia, Argentina y otros muchos que eran “clientes fieles” de algo tan “raro” como LaMia. ¿No saben que lo barato sale caro? y… ¡muy caro! Pueda ser que las pólizas de seguros de LaMia hayan estado bien tomadas (coberturas amplias) y las primas respectivas canceladas en su oportunidad. Está por verse.
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P.S.- La independencia del Banco de la República, ahora con gerente santista… ¿hasta ahí le llegó?