El Museo de Antioquia tiene abierta al público la exposición 89 noches en la cual, a través de creaciones artísticas con carga política, presenta un panorama de la relación oscuridad-sexualidad en el mundo “neoliberal”.
Bajar la intensidad de la luz en la sala de arte atenúa la oscuridad que quiere lograr la exposición.
89 noches, muestra que el Museo de Antioquia tiene abierta en una de sus salas temporales, pretende presentar cómo ha sido abordada la diferencia, desde que apareció el concepto de neoliberalismo, así como decir que cuando la oscuridad se hace presente sale a la luz la diversidad, tanto en sexualidades como en maneras de representarlas.
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La idea del cuerpo es resuelta a través de geografías diferentes (ya que todos los artistas son internacionales), ampliando la concepción de ser humano más allá de la convencional de hombre y mujer rubios de ojos claros, para colgar en las paredes pezones oscuros, que hablan de cuerpos negados en algunos capítulos de la historia del arte, pero importantes en mitos urbanos como la fogosidad de los hombres afro, como lo plantea en su serie de fotografías Sin título (1994) el cubano René Peña. Creadores latinoamericanos conversan con sus colegas de España, Turquía, Corea, Suiza y Holanda, en total son 20 creadores.
De acuerdo con los planteamientos del proyecto, la curaduría que realizaron Carolina Chacón y Stephanie Noach cuestiona “cómo las herencias de modernidad colonial han influenciado discursos acerca de la oscuridad, la ‘raza’, el género y la sexualidad en el Sur Global, específicamente América Latina”, objetivo que logran desde técnicas como la instalación, el video, la escultura, la fotografía.
La ciudad iluminada, esa que parece medir su éxito por la altura de sus edificios, se ve en la instalación High Heels (2017) del artista turco Fahrettin Örenli, quien con cerámica, condones y sobre una mesa de luz, da la altura a rascacielos pintados de fucsia y azul, o delineados con negro, hablando de los más altos del mundo, casi dando dimensión de la importancia del tamaño para la sociedad actual, porque, a la hora de elegir los rascacielos que recreó, se decidió por los más grandes. Tal vez el tamaño sí importa.
Otra de las obras que llamó la atención de los asistentes a la inauguración fue Mujer para llevar, una instalación que reúne postales de mujeres que han hecho historia en el mundo, permitiendo al visitante que se lleve la foto y reseña de una de ellas, como preguntándose por lo oscura que ha sido la historia en su caso, respondiendo que lo femenino en el panorama actual todavía necesita ver una luz más tenue.
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La muestra amplía la visión de la sexualidad como algo vedado, porque quien la recorre puede encontrarse con obras en las que el autor no sintió miedo al señalar partes del cuerpo, así como con reflexiones desde el video de los estereotipos “masculino” o “femenino”, para decir que no parece haber bombillos tan potentes que alumbren realidades tan duras como la discriminación o la dominación, en el mundo de lo neo-liberal y lo no-liberado.