Cuando el pedal suena…

Autor: Álvaro González Uribe
6 mayo de 2017 - 12:09 AM

Qué absurda polarización en este país de redes y fanatismos, en especial poniendo en el centro a dos jóvenes ejemplares.

No sé qué tantas de las palabras que pronunció Nairo Quintana en contra de la actual dirigencia de la Federación Colombiana de Ciclismo sean ciertas. Al parecer muchas lo son, quizá algunas son mala información y otras susceptibles de interpretaciones.

Sin embargo, ante la autoridad real y moral de Nairo solo basta con que algunos de sus reparos sean ciertos y, en especial, solo basta el descontento que manifestó. No creo en la mala fe de nuestro campeón porque ha demostrado su sinceridad, lealtad y rectitud en todos los campos de su vida. La sabiduría, honradez y juego limpio que le pone a sus pedalazos son los mismos valores que le ha impuesto a toda su corta existencia.

Algo marcha muy mal en la Federación Colombiana de Ciclismo, ya sea en puntos diferentes a los mencionados por Nairo, en otros o en todos. No es solo Nairo quien lo dice. Ya varios lo han manifestado, como los serios columnistas Gustavo Duncan (reiteradamente) y Héctor Abad Faciolince.

Hace cuatro días 80 (sí, ¡ochenta!) ciclistas y exciclistas, muchos de renombre, suscribieron una carta apoyando las declaraciones de Nairo:

"No se puede tapar el sol con un dedo y menos emplear sofismas de distracción como lo hace descaradamente el presidente de la Federación de Ciclismo al tratar de utilizar a la campeona olímpica Mariana Pajón para tratar de limpiar su desdibujada imagen haciendo un burdo mensaje que no hace más que demostrar las argucias, artimañas y sutilezas que emplea siempre para perpetuarse en el poder". (El Tiempo, 3/4/17).

Dura, muy dura la carta. Es que a todas estas se agrega la instrumentalización maquiavélica de las “declaraciones” de nuestra querida medallista olímpica Mariana Pajón. “Declaraciones” (las iniciales, ya que luego se pronunció oficialmente) que agravaron el episodio porque no fueron tales, pues una declaración es pública y las palabras de Mariana fueron privadas -a su papá- como ella misma lo dijo.

No se sabe quién las hizo públicas, pero fue clara la mala leche del agente oficioso, quien intentó, por un lado, desviar irresponsablemente la atención hacia una disputa tonta e inútil entre nuestros máximos y más queridos exponentes del ciclismo, y, por otro lado, defender de una manera baja a los directivos de la Federación usando a Mariana.

Muchos hemos escuchado que varias ligas y federaciones deportivas en Colombia están politizadas, no sé cuáles, pero es un rumor que se destapa a veces por temas financieros, a veces en las elecciones respectivas y a veces por falta de resultados, achacados injustamente por lo general a los deportistas que son quienes dan la cara en carreteras, pistas, estadios, coliseos y canchas, mientras los dirigentes están en cocteles, carros, viajes y oficinas maquinando.

Los competentes para vigilar las ligas y las federaciones deben actuar ya. De todas maneras, sea como fuere su labor, fue bastante desafortunada la forma como el presidente de Fedeciclismo, Jorge Ovidio González, expresó su defensa. De “actitud retadora”, fue calificada en la carta por los 80 ciclistas y exciclistas.

Fueron unas declaraciones retadoras hacia Nairo, pero, además, con un tono -y fondo- de menosprecio. Un menosprecio que se acercó a la humillación. Intentó hacerle ver al país que ese humilde joven de Cómbita no tiene la inteligencia ni el criterio para hablar sobre el manejo directivo de su profesión. ¡Qué equivocado! La sola carta de los 80 debería provocar la renuncia del presidente de la Federación tan solo por dignidad.

Las palabras de Mariana fueron diferentes: Primero, porque se dieron en un ámbito privado de donde fueron tomadas sin su consentimiento, y lo que se dice privadamente pertenece solo a ese ámbito. Segundo, porque su forma de divulgación (una grabación) impide conocer su contexto y su totalidad. Tercero, porque quien quiere ofender o menospreciar lo hace generalmente de manera pública. Y cuarto, porque ella se disculpó y aclaró púbicamente; es espontánea, sincera y de gran corazón.

Por último, sea lo que sea, intentar enfrentar a Mariana con Nairo es un despropósito. Esto no es una lucha de clases. Qué absurda otra polarización más en este país de redes y fanatismos, en especial poniendo en el centro a dos jóvenes tan ejemplares y valiosos.

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