Datos de la ONG Transparencia Internacional indican que Colombia mantiene en los últimos tres años un alto índice de corrupción. El país se encuentra en el puesto 90 del listado, que mide de cero a cien la percepción de corrupción en las instituciones gubernamentales de 176 países, siendo el cero el puntaje de mayor corrupción y el cien el de cero corrupción.

Con 37 puntos en esta escala lo que indica un nivel naranja en el mapa de calor del mundo, este país no supera a Venezuela (con el mayor índice de Latinoamérica) que obtuvo 17 puntos en 2016, Haití con 20, Nicaragua 26, México y Honduras con el mismo puntaje de 30, Ecuador presentó 31, Bolivia 33, Perú 35 y El Salvador y Argentina ambos con 36 puntos; lo que sitúa a los colombianos en el puesto 11 después de estos países.

Pese a este índice con relación a otros países, el panorama no es favorable para Colombia . Según cifras de la Oficina del Inspector General de Colombia, la corrupción cuesta al país 7.500 millones de dólares cada año, lo que suma casi el 10% del presupuesto del Gobierno para 2017. Es decir, este delito cuesta a cada contribuyente colombiano $165 (dólares) al año (tres cuartas partes del salario mínimo mensual: $495.000), equivalentes a 41.250 pesos mensuales.

En cuanto a la justicia los funcionarios públicos que se ven involucrados en delitos en contra del erario, estadísticas del Observatorio Transparencia y Anticorrupción de la Presidencia señalan que el 50% de los condenados por delitos de corrupción no pagan reclusión intramural, que un 25% recibe beneficio de prisión domiciliaria y solo un 25% va a la cárcel. Diversos casos han demostrado en los últimos años (ver línea de tiempo) que los casos de corrupción aparecen cada vez de manera más frecuente, motivo por el cual, como reconocen el país ha empezado una lucha para erradicarla o disminuirla, motivo por el que en enero de 2017, el presidente Juan Manuel Santos instaló la Comisión Nacional Ciudadana de Lucha contra la Corrupción.

Los acontecimientos más recientes presuntamente de corrupción se han presentado de manera continua: la captura del fiscal anticorrupción, Luis Gustavo Moreno Rivero, por corrupción; la del secretario de Seguridad de Medellín, Gustavo Villegas, por supuestos nexos con bandas criminales; y la del contralor de Antioquia, Sergio Zuluaga Peña, por no haber pagado los gastos médicos, de quirófano y medicamentos de una cirugía estética realizada en el hospital La María.

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Frente a estos emblemáticos casos, los cuales están en proceso de juzgamiento en el que los implicados tienen derecho a defenderse, Francisco Javier Valderrama Bedoya, decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Medellín, enunció que “qué va a pensar un ciudadano común y corriente si el Secretario de Seguridad está con los que nos dan inseguridad, si el contralor que es el que vigila está en corrupción, si el fiscal anticorrupción que debe evitarla es corrupto. De todas maneras esas personas tienen derecho a defenderse, el problema es que cuando ya sale la noticia la sociedad se alerta”.

La corrupción no es nueva Académicos consultados por EL MUNDO insistieron en que estos casos no son aislados, que existen muchos otros y que no solo se presentan en el sector público, sino también en el privado, incluso desde las acciones del ciudadano del común. “Si pensamos que se trata de casos particulares y coyunturales, no logramos aprender que es una situación cultural e histórica y que tradicionalmente hay prácticas de corrupción muy fuertes. Decir que se trata sólo de individuos sería fácil, pero es necesario entender el fenómeno de una manera más compleja y sistémica” expuso Alejandra Ríos Ramírez, jefe de la carrera de Ciencias Políticas de Eafit.

En ese sentido, es necesario revisar otros eventos en la historia que han influido en que aparezca la corrupción en la cultura colombiana, o en la antioqueña, tal y como lo señaló Eufrasio Guzmán, profesor investigador del Instituto de Filosofía de la Universidad de Antioquia: “hay que tener en cuenta la estructura histórica cultural que hemos tenido, es decir, la mentalidad. Hay una tradición que en Antioquia en particular ha sido muy destructiva. Antropólogos e historiadores coinciden en que pudo haberse dado una industria ilegal como el narcotráfico porque ya había en ciertas regiones el antecedente de cadenas de transacciones de contrabando a finales del siglo XVIII”.

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Desde su punto de vista, Ríos Ramírez criticó que con los últimos casos se han señalado personas olvidando el pasado. “Cuando uno presenta un tipo de casos como este, decir qué está pasando con la sociedad es como si antes no pasara, eso hace que nosotros olvidemos la propia historia de corrupción que ha tenido el país”. Por su parte Valderrama Bedoya opinó que Colombia no es corrupta, sino que cuenta con personas que lo son: “Todo profesional tiene que partir de una enseñanza de hace más de mil años: hay que hacer lo correcto evitando lo corrupto. Las universidad enseña los conocimientos que se deben llevar, qué se debe aprender,pero desde la teoría de cada uno, la gente cambia las condiciones y hace lo corrupto evitando lo correcto”.

Aunque señalan la importancia de la historia, la corrupción ha llegado a niveles preocupantes, presente en la historia del país, como lo expresó el senador Juan Manuel Galán en una columna publicada por EL MUNDO en febrero de este año: “desde hace varios años somos testigos de un desfile de empresarios, alcaldes, congresistas, y gobernadores que abusan del poder público en busca de una ganancia personal. La indignación crece y busca una interpretación”.

¿De dónde viene la corrupción?

Al indagar por qué ocurren los casos de corrupción, la explicación se puede abordar desde la concepción de la ética, la educación, los valores de crianza y la falta a la dignidad humana como al postulado de la Constitución Política de 1991.

Por un lado, la doctora en Filosofía y presidente de la Fundación Colombiana de Ética y Bioética (Fuceb), Nubia Posada González, explicó que este tipo de fallas en el sistema o la “mayoría de los errores éticos se debe a no acertar en la jerarquía de bienes, que se logra practicando la unidad y el desarrollo armónico e integral de sí mismo y procurando el de los demás, respetando enteramente su libertad”.

Por otro lado, el decano de la Facultad de Derecho de la Medellín explicó que esto va en contra de la Constitución Política, donde prevalece “el interés general y de las oportunidades laborales. Ese el alcance de la corrupción acaba con los valores del Estado social de derecho. Resultado: la crisis social que vivimos. La clase política de este país está confundiendo los valores de la sociedad”.

Desde otra perspectiva la docente Alejandra Ríos considera que cada persona comete actos de corrupción cada día, por lo que los casos que se dan a conocer pese a que no deben ser demeritados, sólo son los visibles. “Ellos (los corruptos) son la expresión, la punta del iceberg de toda una estructura y una historia de creer que las reglas son laxas para uno y para los cercanos, que deben hacerse cumplir para los extraños y ajenos con mayor fuerza que para nosotros mismos”.

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Como la falta de ética civil definió el docente de filosofía Guzmán el problema que se presenta en Colombia, pues según él “lo que hay detrás de la alta corrupción es el egoísmo delirante de funcionarios que no han pensado ni en el país ni en los otros, ni siquiera en su familia”.

“Le han causado un terrible daño moral a sus hijos, a sus iguales porque la búsqueda del lucro personal excesivo estuvo por encima de las consideraciones sobre la dignidad humana”, sostuvo Eufrasio Guzmán. Posada González acotó que “en todo acto corrupto se comete una falta contra sí mismo y contra los demás, desde el punto de vista ético. Cada falta de ética distancia a la persona de la verdad acerca del bien que es”. Por tanto, en concepto de las fuentes consultadas, hace falta una mayor intervención en la corrupción, la transparencia y la rendición de cuentas para hacer una mayor revisión a los servidores públicos, tanto a los que son elegidos de manera democrática como los seleccionados por libre nombramiento.

Punto de referencia

Un ejemplo que se puede tomar de otros lugares del mundo para prevenir la corrupción es el de los países nórdicos, donde hay campañas fuertes sobre rendición de cuentas a la gestión pública con estrategias online , digitales, con las que desde cualquier plataforma el ciudadano puede acceder a la información pública. Esto sirve para “hacer control a los funcionarios que el mismo ciudadano eligió, en el caso de los que se eligen por voto, pero también para los que son de libre nombramiento que igualmente están sujetas a ese control social”, explicó Alejandra Ríos. La académica de Eafit ejemplificó con un caso de Alemania, país en el que a “un político muy importante lo cogieron en un plagio y al otro día renunció. Aquí hemos visto casos de esa magnitud y no pasa nada, la gente no tiene la entereza y la dignidad pública de decir no estoy capacitado para ese cargo porque me equivoqué”.