De un instrumento para facilitarle la vida al trabajador, la libranza pasó a ser el equivalente de una acción especulativa del mercado financiero.
Ya son siete las firmas dedicadas al comercio de pagarés libranzas en proceso de liquidación por la Superintendencia de Sociedades (Supersociedades), lo que lleva a la pregunta, ¿son malas las libranzas, hay que regularlas o evitar que se negocien en otros mercados? Por lo pronto las asociaciones de cooperativas buscan regular el negocio y evitar los malos manejos de un recurso del trabajador que consideran positivo.
Este lunes fue la medida más reciente, cuando la Supersociedades ordenó la liquidación judicial como medida de intervención por captación ilegal, de los bienes, haberes, negocios y patrimonio de Elite International Américas SAS y 16 personas naturales vinculadas al negocio.
También se ordenó la intervención para que se suspendan las actividades de captación ilegal en Corposer, Credimed del Caribe, Inversiones Alejandro Jiménez y Credicaribe.
¿Significan estos hallazgos que la libranza es un mecanismo peligroso o con tendencia a causar desfalcos?
Carlos Acero, presidente ejecutivo de la Confederación de Cooperativas de Colombia (Confecoop) quiere poner cada cosa en su lugar y explica: “La libranza, que no es otra cosa que un pagaré para descontar a un trabajador de su salario un monto determinado para solventar una deuda con un tercero, funcionó bien durante 50 años. Nunca se generó ningún problema, fuera de procesos normales”.
Sin embargo, en 2012 se expide una ley que permite a muchas entidades entrar en el mundo de las libranzas, al reformarse. De esta forma, precisa Acero, se permitió que estos pagarés funcionaran como un título valor, como una acción, susceptible de venta o intercambio en un mercado secundario y se empezó a mover esa actividad. Y como en todo “algunos, no todos, encontraron que era un mercado no regulado y ofrecieron el mismo pagaré por segunda o tercera vez, según lo dicen los organismos de control, y eso generó una compra y venta de papeles, que no tenían soporte financiero”. En definitiva, explica el líder cooperativo, mucha gente que invirtió en ese negocio terminó perdiendo dinero y llevando a la situación actual.
Por todo lo ocurrido, en la Comisión tercera del Senado se está tramitando un proyecto de ley que busca ajustar los mecanismos de control y supervisión de este tipo de operación. “Confecoop está de acuerdo con que se haga ese ajuste, ya que así como alertamos todo el tiempo sobre las irregularidades, somos los más interesados en que haya unos mecanismos de control y de información al ciudadano”.
¿Cómo queda el trabajador?
Carlos Acero explica que en todo este proceso los trabajadores que han usado el mecanismo de libranza no tienen por qué estar preocupados. “El trabajador asociado a una cooperativa o fondo lo que hace es acceder a servicios de crédito y aquel le presta para su bienestar. Lo que dice el trabajador es ‘señor, yo como estoy trabajando en el lugar X, doy la autorización para que usted cooperativa o fondo -a través de la libranza- mi patrono le pague (después de descontarme) lo que yo le voy debiendo’. Así que el trabajador no tiene ningún riesgo, ya que es un tercero ajeno a esta operación y no tiene que responder ante estas situaciones que se han presentado. No son su responsabilidad”.