Contratación pública 2.0

Autor: Sergio I. Prada
26 enero de 2017 - 12:00 AM

Sí el pasado colombiano es algún indicativo del presente y el futuro, no es difícil predecir que ni siquiera el caso Odebrecht va a cambiar la corrupción del país, sino hacemos algo que sea radicalmente distinto.

Sí el pasado colombiano es algún indicativo del presente y el futuro, no es difícil predecir que ni siquiera el caso Odebrecht va a cambiar la corrupción del país, sino hacemos algo que sea radicalmente distinto.

En Colombia pagamos todo más caro gracias a la corrupción. La reforma tributaria que nos regala cada par de años el Ministro de Hacienda de turno es fruto en parte de este problema. El diagnóstico esta claro. Existe una bolsa jugosa de muchos billones de pesos a la que acceden los corruptos vía contratación pública. La inversión pública esta en manos de los hombres y mujeres elegidos popularmente. De forma que los corruptos garantizan su acceso a la bolsa ganando las elecciones en cuerpo ajeno.

En el país ya hemos tenido escándalos de corrupción y ¿qué ha pasado?, no mucho. La justicia ha tomado años en proceder por que es fácil de dilatar, o en el peor de los casos de comprar. Al final se encarcelan uno o dos personajes que estuvieron de malas y los verdaderos zares se salvan. Esta vez no será diferente.

La solución de fondo es una clase política no corrupta, pero tenemos que cambiar la cultura del país y eso tardara años en cristalizarse. Necesitamos hacer algo ya y no precisamente haciendo cambios marginales al status quo.

Es necesario hacer un alto en el camino, suspender el sistema actual de ejecución de la contratación pública, reemplazarlo por un método alternativo transitorio, sujeto de altísimo escrutinio público y manejado de manera gremial y no individual. Mejor dicho hay que esconderles la plata a los políticos corruptos, y pasarla temporalmente a organizaciones de altísima respetabilidad, que se comprometan con los más altos estándares de transparencia y que les duela el país, pero sobre todo su reputación.

Sería, por ejemplo, ideal que el famoso programa de alimentación escolar (PAE) del Ministerio de Educación fuera entregado a una fundación grande, ojala de esas que tienen el nombre de la empresa detrás (Fundación Éxito, por poner un ejemplo) y a la que le interesen genuinamente los niños. Que mejor que un programa de estos fuera manejado por unos empresarios serios, con gran experticia en logística y con un bolsillo que pueda responder ante las contingencias del programa, y que por lo demás podrían apalancar más recursos. Estoy seguro que muchos donarían felices más dinero al PAE sí se conoce la seriedad del que lo opera.

Así podríamos buscar otros ejemplos. En últimas lo que quiero decir es que la solución a la corrupción está en la unión de las organizaciones de la sociedad civil de bien en pos de construir país. Para eso se necesita una versión de Contratación Pública 2.0, que innove y rompa paradigmas. ¿Será mucho soñar?

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