Contra la impunidad

Autor: Darío Ruiz Gómez
10 abril de 2017 - 12:10 AM

No puede hablarse de paz con impunidad.

Este 8 de abril el movimiento terrorista Eta (Euskadi Ta Askatasua, en español “País vasco y libertad”) entregó sus armas en territorio francés. Fundada en 1958 abandonó hace cuatro años la lucha armada. A través del más crudo terrorismo con bombas en lugares públicos que dejaron decenas de víctimas, el asesinato a sangre fría de cientos de lo que consideraron enemigos, con la extorsión a grandes y pequeños empresarios, fueron expertos en la utilización de la dinamita, crearon las llamadas cárceles del pueblo, cuevas bajo tierra que copiaron con rapidez las Farc y el Eln e impusieron por la fuerza un modelo cultural que terminó con la libertad de expresión y llevó al exilio a muchísimos intelectuales, profesores. El odio fue el motor que aceleró su prepotencia y su ensañamiento contra quienes consideró sus enemigos. A pesar de que hablaran de libertad y de socialismo son en realidad un grupo de fascistas apoyados por lo que Aurelio Arteta ha llamado con razón “el mal consentido” una sociedad que, calló, ante estos horrores mientras a su lado caían aquellos que se negaron a doblegar su conciencia ante este fascismo desmedido. El Gobierno español ha solicitado al Gobierno francés que revise las armas que van a entregar para investigar crímenes que aún permanecen en la oscuridad, los de Eta han pedido impunidad. Carmen Ordoñez quien preside el Colectivo de Víctimas de la Eta, un colectivo que se ha negado al diálogo con los asesinos, ha señalado algo muy importante: “que, quienes han gestionado el terror quieran ahora gestionar la paz”. La referencia es, entre otros, hacia Otegui un dirigente de Eta puesto en libertad después de pagar una larga condena, y, a quien el Consejo Electoral debió recordarle en las últimas elecciones que al ser condenado por terrorismo sus derechos a una representatividad política le fueron negados durante ocho años. Es curioso que el factótum de las Farc, Enrique Santiago recordara en unas declaraciones dadas a “En Marea” una publicación socialista gallega, que, “España debería tomar ejemplo de la justicia colombiana que había otorgado impunidad a todos los cabecillas de las Farc y concedérselas a Eta”. Santiago, por supuesto es muy amigo de Otegui.

Hay aquí algo que guarda en estos momentos una insospechada sincronía entre el proceso de Paz con Eta y el proceso de Paz con las Farc – se habla de “artesanos de la paz”- pero con una deferencia en lo que respecta a la libertad de disensión crítica respecto a este proceso donde las víctimas han contado con una presencia necesaria, como por intelectuales, profesores, empresarios quienes públicamente han condenado el terrorismo y las políticas del odio; distinto a Colombia, un país donde hacer reparos válidos a un Pacto de Paz que muestra ya sus falacias, se ha convertido en una peligrosa tarea ante un grupo de politiqueros, de intelectuales aquiescentes, ante medios de comunicación que ejercen abiertamente la verdad posmoderna a pesar de que hablan de defender la democracia. La condena al terrorismo, al odio institucionalizado, justificados bajo sofismas populistas, constituye objetivamente la defensa de la humanidad, de la diversidad, la posibilidad de salvaguardar el lenguaje. Por eso más de 5.000 intelectuales, empresarios, ciudadanos firmaron de inmediato una carta abierta condenando la impunidad a los terroristas que no han demostrado su arrepentimiento. La firman entre otros Fernando Aramburo el autor de la excelente novela Patria, Luis Trapiello, Fernando Savater: “Cambiar las armas de matar por las armas de mentir”. Firman también Luis Castells, Javier Díaz. Pero la unánime condena contra Eta ha contado con los argumentos del pensador Félix Ovejero, de Santiago Abascal, y de todos aquellos pensadores, de juristas y grandes medios de comunicación que no puede hablarse de paz con impunidad.

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