Por razones de ley y costumbre hay deficiencias en la democracia en nuestras universidades y ellas son ámbito privilegiado de formación de ciudadanos y dirigentes.
Que la democracia en Colombia es deficiente no tiene discusión. Un ejemplo es el surgimiento del movimiento insurreccional armado. Su origen hay que buscarlo en la gran limitación de espacios para la expresión y el trámite de las diferencias y los intereses de los grupos humanos excluidos. Otro ejemplo es la forma como el egoísmo descomunal de los poderosos ha concentrado la riqueza y deformado la nación. Le corresponde a las instituciones sociales el desarrollo de formas de convivencia que permitan el mejoramiento de lo que tenemos.
Primero, la familia. Predominan formas de familia profundamente patriarcal, autoritaria y despótica. Es un reto modificarlas y así la forma como aportan a la construcción de la vida civil y ello empieza eliminar la supeditación de la mujer al dominio masculino y la erradicación del maltrato infantil. Abrir espacios a nuevas formas de organización familiar es urgente.
Lea también: Rectores en perspectiva
Segundo, la educación. Esta institución puede fortalecer la convivencia pero ya sabemos que este lugar se usa para el incremento del autoritarismo, la violencia y la exclusión. Son muy valiosos, por el contrario, los proyectos educativos que insisten en la construcción colectiva de los procesos, confían en maestros y estudiantes para hacer la diferencia y dejan de pensar que rectores o pequeños grupos tienen de manera exclusiva los conocimientos y la autoridad.
Por razones de ley y costumbre hay deficiencias en la democracia en nuestras universidades y ellas son ámbito privilegiado de formación de ciudadanos y dirigentes. En dos de las principales universidades del país se desarrollan procesos de selección de rectores. La escasa participación en estas decisiones la explican profesores y estudiantes mostrando cómo son los Consejos Superiores quienes tomas esas decisiones, en ocasiones a contrapelo de las consultas. No dejan de tener razón pues el ser consultado y no ser atendido es una suerte de burla inaceptable. Lo que hay que entender en este punto es que el diseño de modos de seleccionar las autoridades universitarias ha sido una manera de contener el populismo.
El populismo es una seria amenaza para un democracia sólida pues distorsiona el sentido de la participación. Las mayorías son muchas veces ciegas a las razones de largo plazo, a los planes trazados con cuidado y parecen en ocasiones guiadas, como los seres humanos, por gratificaciones inmediatas y soluciones aparentes.
El déficit de democracia en la nación se resuelve con ilustración y educación sobre los propios peligros de la democracia, entendida superficialmente como participación masiva y ciega; hay que saber cultivar el liderazgo orientado hacia el cambio y este está fundado en el conocimiento de alta calidad, en la experiencia probada en el manejo de los asuntos públicos. En el caso concreto de las elecciones de rectores en las Universidad Nacional y de Antioquia es deseable que la participación esté orientada por el conocimiento de las propuestas, la historia del país y de las propias universidades, contando siempre con visiones de futuro que puedan ser examinadas de manera racional.