Colombia en La Haya

Autor: Pedro Juan González Carvajal
29 noviembre de 2016 - 12:00 AM

Teniendo en cuenta que en Colombia vivimos ensimismados con los temas y los asuntos que nuestra clase dirigente ha planteado durante los últimos 200 años, y retomando a Gabriel García Márquez cuando se refería a la visión ombligocéntrica que los colombianos tenemos del planeta y de lo que en él sucede, 
 

Teniendo en cuenta que en Colombia vivimos ensimismados con los temas y los asuntos que nuestra clase dirigente ha planteado durante los últimos 200 años, y retomando a Gabriel García Márquez cuando se refería a la visión ombligocéntrica que los colombianos tenemos del planeta y de lo que en él sucede, ha pasado casi desapercibido el hecho de que el pasado jueves 17 de noviembre el Gobierno Nacional radicó ante la Corte Internacional de Justicia de la Haya, su contramemoria   por la demanda interpuesta por Nicaragua por el supuesto incumplimiento del fallo de ese tribunal, emitido hace ya 4 años, en noviembre de 2012, y que le quitó soberanía a Colombia sobre aguas de su propiedad en el Mar Caribe. 
Se avecinan pasos de animal grande, y nosotros entretenidos con la zarzuela que crean y desarrollan nuestro presidente y dos expresidentes, alrededor del pos plebiscito. Recordemos que gracias a la metida de pata por la cual se aceptó el que Nicaragua llevara el caso ante la Corte Internacional de La Haya sin que tuviéramos ninguna obligación y menos ningún interés, y agravado el hecho por una segunda metida de pata, esta vez, firmando el Pacto de Bogotá mediante el cual se obliga a acatar los fallos de la Corte Internacional de La Haya, cada uno de estos lamentables hechos bajo la responsabilidad de los señores expresidentes en mención, estamos muy próximos a perder cerca de 170.000 KM2 de mar, dentro del cual se ubica el arrecife Sea Flower, el cuarto más importante del mundo.
Es difícil para mí hacer abstracción y tratar de dimensionar a que equivalen 170.000 KM2 de mar. Recordemos que la extensión de Antioquia es de 63.000 Km2, lo cual quiere decir, palabra más, palabra menos, que hemos perdido el equivalente a casi 2.7 Antioquias, lo cual es un área para nada despreciable.
Ya la leche está derramada y no hay nada que hacer. En su vida como República independiente, Colombia ha perdido casi 300.000 KM2 de su extensión continental original y a esto hay que sumarle los 170.000 KM2 de esta tragedia reciente, que lamentablemente la incultura política, la pobreza en términos de conciencia geográfica e histórica y la casi inexistente civilidad, producto de una consuetudinaria mala educación, no nos permiten evaluar esta catástrofe, en su verdadera dimensión.
Nuestra política de fronteras, como todo lo nuestro, es una colcha de retazos. Además, nuestra incoherencia es absoluta. Hace cuatro años se les prometió a los raizales (población aborigen insular de nuestro archipiélago) en medio de la calentura de la sabana y del espíritu nacionalista que se enciende ante este tipo de acontecimientos, que podrían seguir pescando tranquilos, que por fin tendrían su Planta Eléctrica para suministro continuo de energía, que además se construiría la planta desalinizadora para la potabilización de agua, y que como es apenas obvio, se atenderían sus necesidades básicas insatisfechas.
Han pasado cuatro años, y nada de nada. Qué pena con nuestros hermanos sanandresanos. ¿Si tendrán la motivación suficiente para seguirse considerando  colombianos? ¿A razón de qué?
Recordemos que San Andrés y Providencia y Roncador y Quitasueño, son un verdadero tesoro: gracias a ellos, tenemos derecho a proyectar 200 millas de mar territorial. El Océano Atlántico tiene 3 canales navegables naturales hacia Europa y el Norte de África: El Canal de Yucatán que pasa por el Golfo de México, el Canal de Barlovento que pasa por Grenada y el Canal de la Mona que pasa por San Andrés. Su potencial turístico es inmejorable: El Mar de los 7 colores lo pone a competir de igual a igual con todos los destinos del Caribe. Falta colocar su infraestructura a nivel internacional. Por estar frente a Nicaragua, con su proyectado Canal Interoceánico, cada embarcación que pretenda pasar por el futuro Canal de Nicaragua, tendría que “pagarnos peaje” como se dice en el argot popular. En épocas del Alca, antes del desbordamiento en número de los TLC, San Andrés era considerado por todos como el Eje Multimodal de las Américas. Para redondear, se ha comprobado la existencia de yacimientos de petróleo en su plataforma submarina. Todo lo anterior, llevaría sin lugar a dudas, si este fuera un país serio, a que debido al enorme valor geoestratégico de nuestro San Andrés, a justificar la idea de trasladar la sede del Gobierno Central de manera definitiva a nuestra gran isla, y así enviarle un mensaje contundente a aquellos países que puedan tener alguna apetencia sobre él, que San Andrés es nuestro, solamente nuestro. Recordemos que en el Congreso Anfictiónico de Panamá en 1826, ya los Estados Unidos hablaban del Canal de Panamá, y nosotros como si nada, mirando para el páramo, como siempre, y obviamente, perdimos a Panamá.  
Ojalá San Andrés, la esquina del Chocó y Antioquia por donde pasaría el Canal Interoceánico Atrato - Truandó y parte del Amazonas, sigan siendo nuestros.
En su debida proporción, si de verdad queremos prepararnos para cuando nuestro potencial Canal Interoceánico esté listo, para cuando se concluya la Carretera Panamericana y se solucione su paso por el Darién, para cuando tengamos los nuevos Puertos y contemos con las tan cacareadas autopistas, teniendo todo ello como epicentro al Urabá Antioqueño, no tiremos en saco roto la posibilidad de trasladar la sede de la Gobernación de Antioquia para Urabá. Qué pena pero está demostrado que el desarrollo de Urabá no se logra desde la Alpujarra, ni desde la capital del departamento.
Recordemos que no por hacer más de lo mismo, podremos esperar resultados distintos.
Insisto en la necesidad que tiene Medellín de contar con un adecuado Centro de Espectáculos, propio de una ciudad que se pretende internacionalizar. 

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