La bailarina Claudia Cadena reflexiona sobre el oficio de la danza, a propósito de la reciente conmemoración de su día mundial y las decenas de actividades realizadas para celebrar este arte en movimiento.
Hace más de tres décadas, la bailarina Claudia Cadena soñó con tener su propia academia, con el ánimo de proponerle a Medellín un contacto más cercano con este arte, sobre todo en etapas como la infancia y la juventud. La Academia de Danza Claudia Cadena nació en 1988, con el objetivo de “desarrollar y potenciar los beneficios físicos, sicológicos y mentales del movimiento en los niños, jóvenes y adultos a través de la práctica de la danza”.
Lea también: Un libro para celebrar el Día de la Danza
En el 2007, este centro de formación en danza fue nombrado representante de las academias e instituciones de formación de danza en Medellín, y líder del sector de la danza en el proyecto de Prevención de Anorexibulimia de la Alcaldía de Medellín. Un año después recibió la Orden al Mérito Don Juan del Corral por parte del Concejo de Medellín como reconocimiento a su labor de 20 años de trabajo en la difusión y enseñanza de la Danza en la ciudad, y el año pasado fue invitada de honor por la Bienal de Danza de Lyon en Francia.
Su directora, Claudia Cadena; comunicadora Social de la Universidad Pontificia Bolivariana, comenzó a los siete años estudios de danza clásica en Bogotá. Viajó a Estados Unidos y Francia donde estudió diferentes programas de danza en las universidades de New York, Harvard y Cannes.
Le puede interesar: Música para ver, espectáculo innovador
Cuando se acerca la tercera década de su Academia, ella está convencida que Medellín debe encontrarse más con la danza, ante lo que prepara sorpresas para la ciudad. Después de festejar el Día de la Danza el pasado 29 de abril, con puestas en escena de sus alumnos y dictar una conferencia en la Universidad de Antioquia sobre su oficio, Claudia Cadena habló con EL MUNDO sobre los retos, necesidades y oportunidades de la danza en Medellín.
¿Necesita la danza en Medellín más trabajo con los adultos, más público mayor?
Quizás si hace falta más invitación a los adultos. Es más bien la responsabilidad de despertar en cada persona ese niño que llevamos dentro. El adulto ha sentido la emoción del baile, de alguna manera. Entonces, a veces esa emoción se ha quedado en un recuerdo y lo que tenemos que hacer quienes trabajamos en la danza es precisamente darle la oportunidad de salir, despertar a ese niño, invitarlo a la danza como una cita para el encuentro con los otros, con la música, con el cuerpo y el corazón.
Es una población que se ha ignorado en algunos casos, podemos hacer mucho para volver a invitar a adultos, a jóvenes, como lo hemos hecho tanto con la infancia.
¿Los niños y jóvenes que se están formando en danza son más sensibles que antes?
Hay una recepción muy importante, lo que se evidencia en la Licenciatura de Danza, lo que el Sena está aportado a la certificación. De alguna manera se está formalizando esta profesión. Hemos ganado terreno, pero ha sido un poco más difícil que la gente entienda que la danza no es sólo para las mujeres, que también los hombres tienen la posibilidad de bailar, pero se ha ido logrando.
Acciones como las que hemos desarrollado quienes estamos en academias, diciendo que los niños pueden bailar desde que lo que les gusta, con el apoyo de sus papás, cada vez va generando más conciencia, no demasiada como uno quisiera, pero siento que el panorama es más alentador.
La emoción, la alegría, la creatividad que la danza les ofrece cada día tiene el reto de ser más acogida. Es una responsabilidad de quienes estamos desde la formación, incluyendo escuelas y colegios, llegarles a más personas.
¿Qué tan difícil es el papel de gestor que tienen que asumir quienes quieren hacer realidad proyectos de danza en esta ciudad?
Es difícil. Siento que nos falta hacer una unión más sólida de quienes somos gestores de la danza. También, que nosotros mismos lo hagamos más formalmente, este ha sido un medio muy informal, entonces quienes se están formando para ser profesores muchas veces no tienen claridad cómo es un trabajo con una contratación formal, porque nisiquiera se las dan.
Una responsabilidad de quienes tenemos un proyecto es formalizarnos, decir que tenemos un estatus como cualquier otro oficio, para generar mayor tranquilidad, incluyendo a los gerentes de las empresas. Cuando ya estemos sólidos, vamos a poder tocar más puertas y tener más apoyo.
Debe ser una labor mutua, no es decir soy súper teso, ayúdeme con este proyecto, sino generar dinámicas para crear cosas grandes. Hay gente, hay talento, pero falta formalizarnos.
¿Cuál es la tendencia de la danza en el mundo y qué tanto esta ciudad se está conectado con ella?
Hay un boom de la danza urbana, sobre todo del hip-hop, que se conecta con lo que está pasando en el mundo.
Lo que pasa es que en países como Francia, donde la cultura urbana es muy fuerte, se han organizado mucho, y estos chicos, que bailan en la calle, se han unido para ganarse espacios, se han abierto a entender que tienen que formarse en otras disciplinas, con propuestas innovadoras. Combinan la música clásica y el hip-hop, el folklor y lo urbano.
Cada uno desde su especialidad en su terreno debe abrir las fronteras, que es lo que debemos lograr aquí. Y no son sólo las fronteras entre la danza misma, sino con las otras artes: con la literatura, con la música, con las artes plásticas, la poesía, el teatro.
Eso es lo que está pasando en el mundo, uno se encuentra cada vez más propuestas innovadoras, que unen diferentes artes. Se ha fortalecido que cada uno desde su especialidad aporte, para lograr más.
Tenemos que cruzar las fronteras para que se den las relaciones que vemos en el mundo, eso estimula a los creadores y se vuelve llamativo para el público.