Tienen gente de sobra —y en la sombra— para ocupar esos escaños con sedicentes ‘líderes sociales’ originarios de zonas donde tienen o han tenido manifiesto dominio
Las 16 curules de la Cámara de Representantes acordadas en La Habana para supuestas víctimas del conflicto, en realidad estaban destinadas, sin duda alguna, para gente de las Farc. El hecho de que a esas circunscripciones no se pudieran inscribir miembros del partido de las Farc —como de ningún otro partido— no las alejaban de su influencia, pues simplemente recaerían en supuestas víctimas del paramilitarismo o de los organismos de seguridad del Estado, que pertenecen a las Farc bajo paraguas como la ‘Marcha Patriótica’, el ‘Congreso de los Pueblos’ o alguna ‘asociación campesina’ de aquí o de allá.
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Es que las Farc no son (¿eran?) solo los 7.000 desmovilizados, de los cuales ya no se sabe en qué pasos anda más de la mitad. Ese grupo terrorista tiene más de 7.000 milicianos que no fueron incluidos en el circo de “la paz”, y una cifra no determinada de personajes de todos los pelambres sociales que hacen parte del PC3, o Partido Comunista Clandestino de Colombia. Es decir, tienen gente de sobra —y en la sombra— para ocupar esos escaños con sedicentes ‘líderes sociales’ originarios de zonas donde tienen o han tenido manifiesto dominio y que fueron escogidas por sus mismos negociadores en La Habana. Así que no pequemos de ingenuos.
Y no se trataba de una cifra menor. 16 escaños constituyen el 10% de la cámara baja, y sumados a las 5 curules gratis que las Farc tendrán en esa corporación, alcanzarían un total de 21 asientos, superando los 19 que actualmente posee el Centro Democrático, o los 16 de Cambio Radical. De hecho, si se conservara la composición actual, las Farc y las ‘circunscripciones de paz’ podrían conformar un importante bloque para votar proyectos con sus aliados naturales del Polo Democrático (3) y la Alianza Verde (6), sumando así 30 representantes, con los que superarían al Partido Conservador (27) y quedarían muy cerca de las dos mayores bancadas: el Partido Liberal (39) y el Partido de la U (37). Incluso, podrían integrar una fuerza aun mayor atrayendo a movimientos minoritarios como la Alianza Social Independiente (1), así como la representación de las autoridades indígenas (2) y de las negritudes (2), para un total de 35. Nada mal para empezar, ¿no?
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Estas no son cuentas alegres, es una visión muy aproximada del peso que adquirirían las Farc en la Cámara de Representantes de aprobarse las 16 circunscripciones de paz. Eso lo sabían todos los congresistas y por eso hubo tanta resistencia sobre este tema, aunque no fue lo único que se atrevieron a modular en el trámite del ‘fast track’.
Sin embargo, el gobierno no se va a quedar quieto; ‘Juampa’ se robó el plebiscito —y hasta su reelección en 2014—, por lo que está suficientemente probado que es capaz de cualquier cosa. Ya el trámite de conciliación se había votado dos veces en el Senado, como manda la ley, alcanzando tan solo 38 votos en la última ocasión, pero Santos consiguió fraudulentamente que se votara una tercera vez y volvió a perder. Ahora quiere que se interprete que la mayoría calificada no se calcula con base en el número de senadores, que es de 102, sino que habría que hacerlo sobre 99, pues en el momento hay tres senadores en detención preventiva imputados por delitos de corrupción. Lo más absurdo es que a dos de ellos es que Santos debe su reelección: Musa Besaile y el ‘Ñoño’ Elías.
Que no le quepa duda a nadie de que Santos hará valer su interpretación y que la corrupta Corte Constitucional le dará la razón sin importar el concepto de verdaderos juristas como José Gregorio Hernández, para quien “el segundo debate ya se había repetido (…) y no se podía repetir (otra vez) porque eso solamente se puede hacer una vez”, y “la Constitución exige mayorías calificadas, para algunos temas, como las reformas constitucionales, en que se cuentan los votos no sobre el número de los asistentes sino sobre el número total de los miembros”.
Es que se trata de un tema vital para las Farc en su intento de tomarse el poder por la vía política. Sin esas curules de asalto, poco o nada podrán hacer y el acuerdo Farc-Santos pasará a convertirse, sin pena ni gloria, en la jubilación de los miembros del Secretariado. Así sea.