Termina el 2016. Los medios tuvieron demasiado material para cada día. De hecho podría decirse que hubo suficientes acontecimientos como para dos o tres años.
Termina el 2016. Los medios tuvieron demasiado material para cada día. De hecho podría decirse que hubo suficientes acontecimientos como para dos o tres años.
Magnificas noticias en lo deportivo, lo cultural y lo simbólico (premio Nobel de Paz). Malísimas en torno a las posibilidades de la democracia (Brexit, Referendo en Colombia, Donald Trump). Pero sobre esto todo esta dicho. Hay una historia que no esta contada en los medios y que es la mas importante de todas. La nuestra.
Para algunos, el 2016 trajo la alegría de una nueva vida representada en un bebé, la felicidad de encontrar el amor de una pareja, la tranquilidad de encontrar un trabajo o alguna forma de estabilidad económica, el beneplácito de recuperar la salud o haberla mantenido en buenos niveles, o la satisfacción de alcanzar un grado académico superior.
Para otros, el 2016 trajo no tan buenas noticias. La partida de un ser querido, la ruptura de una historia de amor, intranquilidad financiera, quebrantos de salud y en general la frustración que da incumplir metas propuestas.
Cada año es igual, lleno de lo esperado y lo inesperado. Una mezcla tan interesante e incierta que cada mañana al despertar nos obliga a preguntarnos: ¿Y qué traerá este día para mi?. La suma de todos esos acontecimientos es la historia de nuestras vidas.
La literatura de autoayuda esta repleta de mensajes de reflexión, de cómo mejorar y qué cambiar para que el año siguiente sea mejor. Mucho de esto es posible, cambiar comportamientos puede llevarnos a vivir mejores vidas. Pero en el fondo, lo incierto, las consecuencias de lo inesperado son las que marcan nuestro destino.
Mi historia personal de 2016 tuvo demasiadas cosas inesperadas, tanto de las buenas como de las malas, y estoy seguro que la suya también. Celebremos nuestras historias, las que no salen en la prensa, las que están escritas en el libro de lo inesperado. Las que marcaron mañanas, tardes, semanas y quizá meses enteros. Las que hoy nos marcan: a usted mientras lee y a mi mientras escribo.
Por mi parte lo malo que me paso lo recibo con humildad, y lo bueno que me paso también. Hasta luego 2016 y bienvenido 2017. Feliz año para todos.