A quienes hicieron y siguen haciendo posible el proyecto Filarmed, nuestra sincera felicitación y reconocimiento por su decisiva contribución a hacernos mejor ciudad, verdaderos ciudadanos y escuchas comprensivos de la música.
El 16 de abril de 1983, el médico y músico Alberto Correa, acompañado por varios alumnos e intérpretes, dio vida a la Orquesta Filarmónica de Medellín. No parecía ese (crisis económica y surgimiento de la violencia del narcotráfico) el momento favorable para un proyecto tan costoso y arduo como formar y mantener una orquesta filarmónica competente en la interpretación de grandes obras universales y la formación de públicos. Era, sí, en cambio, el tiempo preciso para ofrecerle a la ciudad esperanza y espacios de resistencia a través de la cultura, que es la defensa de la vida, la creación y la posibilidad de construir colectividad y bien común, o sea sociedad.
Contra viento y marea, escepticismos, escaseces y dificultades, la Filarmónica de Medellín llega hoy a sus 35 años gozando de cabal salud; con el orgullo de haber convocado el apoyo del sector privado en reconocimiento a su actividad y el muy importante de haber construido en forma significativa a la actividad cultural de la ciudad, a través de la formación de públicos, por medio de proyectos específicos creados para distintos sectores, y por haberse convertido en estímulo para que alumnos de la Red de bandas y escuelas de música, de Batuta o de la facultades de música de la ciudad busquen llegar y mejorar profesionalmente con el grupo de intérpretes que hoy goza de reconocimiento a sus calificadas interpretaciones.
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Para celebrar estos 35 años, la Filarmed vuelve a arriesgarse con una obra monumental, el Réquiem alemán de Brahms. Antes lo había hecho, exitosamente, con el Mesías de Haendel, Carmina Burana o las versiones sinfónicas de clásicos de la música popular, obras de gran exigencia interpretativa con las que tuvo notorio éxito. Para su concierto del 29 de abril, la orquesta ha invitado a la soprano Juanita Lascarro, el bajo-barítono Valeriano Lanchas, y tendrá como director al maestro Andrés Orozco Estrada, quien el pasado 1 de abril fue nombrado director titular de la Orquesta Sinfónica de Viena, cargo que ejercerá a partir de 2021 y con el cual toca un punto culminante de una carrera que lo ha puesto al frente de grandes orquestas mundiales. Con su presencia, el maestro Orozco festeja a uno de sus hogares en Medellín, junto a la Red de bandas y escuelas de música y el Colegio musical Diego Echavarría. De allí partió a Viena para completar su exigente formación.
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En esta celebración, la Filarmónica reconocerá a los directores que le han dado su característica personalidad y con ella han contribuido a forjar la cultura musical de la ciudad. Alberto Correa, su fundador; Francisco Rettig, su actual director, y Alejandro Posada, director invitado con gran frecuencia y otro de los músicos antioqueños con gran proyección internacional. Junto a ellos, distinguimos a los músicos y administradores que logrado mantener para Medellín una orquesta que cumple con acierto su doble función de formar y atender públicos para el conocimiento y goce de las más elaboradas y exquisitas manifestaciones del bello arte de la música.
Esta fiesta merecida que tiene Filarmed invita a que el sistema educativo busque revaluar el papel secundario que está dando a la formación artística en los currículos, poniéndola muchas como actividad complementaria, hecho que desconoce su rol fundamental en la formación de ciudadanos felices y la activación de la creatividad del ser humano. También lo es para que los responsables políticos estudien y den valor a la actividad cultural como uno de las más eficaces, y sin duda menos costosas, para la formación de ciudadanos, vida pública y sociedad, calidades muy distintas a la de adorno que algunos le atribuyen.
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