El trasegar de los humanos por el planeta, está lleno de vicisitudes. El camino no es precisamente un sendero de rosas, pero muchas de las veces, los humanos nos las sabemos complicar, pues luego de dar algunos pasos hacia adelante, salimos con las sorpresas de desandar los pasos y perder así el tiempo y la experiencia invertidos y adquiridos, en el entendido que cada cual, ve la realidad y se aproxima a ella, de acuerdo con sus intereses. Por lo tanto, los comentarios y reflexiones que vamos a plantear son obviamente, subjetivos.Después de varios decenios de ser declarada como Museo y además Patrimonio de la Humanidad, y después de haber sido aceptadas estas condiciones por todas las religiones interesadas, el controvertido gobierno turco de Erdogan, declara que Santa Sofía (Aya Sofya) en Estambul, vuelve a ser mezquita después de 86 años, volviendo a alborotar el avispero de los fanáticos de todas las religiones, fanatismo que siempre ha estado ahí y que no requiere sino de una buena excusa para explotar. La buena excusa está servida. ¡Amanecerá y veremos!En lo local, la nueva Constitución Política abrió la posibilidad de la dosis mínima de consumo de marihuana, el actual gobierno la frena a través del nuevo Código de Policía y hoy los altos tribunales vuelven a aceptarla. ¡Qué pérdida de tiempo y qué falta de sindéresis!Se anuncia por parte de EPM que su planta piloto Jepírachi en la Guajira, funcionará hasta el 2023, noticia, que nos deja apesadumbrados, ya que la energía eólica es una de las mejores alternativas para la producción de energía limpia. Razones técnicas y financieras debe tener EPM para tomar esta decisión que esperamos sea compensada con el montaje de un nuevo campo eólico ya no como piloto, si no como planta de producción de energía limpia en propiedad.Como periódicamente sucede, el actual contralor general de la Nación recorre el país “descubriendo” elefantes blancos, es decir, obras inconclusas que están ahí, a los ojos de todo el mundo, sin que hasta el presente se hayan tomado las medidas y las acciones necesarias para culminarlas, que sería lo obvio, o para tumbarlas.Debería existir un punto dentro de un Plan de Desarrollo serio, para destinar los recursos necesarios para que este tema sea resuelto y obviamente los responsables asuman las responsabilidades de todo orden que les competan. No es suficiente la alharaca mediática, si no se toman las decisiones apropiadas y oportunas dentro de la extemporaneidad.Un ir y venir de discursos se pronuncian por kilómetros, alrededor del problema de la deforestación y de los programas de reforestación. Lo cierto es que a la fecha no hay un control efectivo contra la deforestación generada por parte de cualquiera de los varios actores involucrados que la provocan, como tampoco un proyecto serio y continuado para recuperar y ampliar la extensión forestal en el país.Ojalá aprovechemos la nueva producción de nuestro grande Carlos Vives, CUMBIANA, para volver los ojos hacia la Ciénaga Grande de Santa Marta y hacer lo que haya que hacer para intervenir las infraestructuras viales mal diseñadas y volver a permitir mediante obras apropiadas, la circulación de las aguas del mar y del Magdalena para que renazcan los manglares y reviva ese maravilloso ecosistema destruido por imbéciles.Por último, ya aparecen las pilatunas legales para evitar o demorar la demolición del Edificio Aquarela construido cerca al Castillo de San Felipe en Cartagena, el cual no debió haber recibido nunca licencia de construcción, entregada en su momento por otros imbéciles. Ya la UNESCO dio como plazo hasta el 2021 para que la construcción sea demolida, o sino Cartagena y Colombia perderán la calidad de Patrimonio de la Humanidad que hoy posee el Castillo de San Felipe.Excelente el programa que ha emprendido la Alcaldía de Medellín para aprovechar estos nuevos días de cuarentena para intervenir zonas en estado de deterioro y recuperar el espacio público que se había perdido. Las acciones inicialmente emprendidas en los sectores de La Bayadera y el Sagrado Corazón o Barrio Triste, son ejemplarizantes y deben servir de estímulo y de ejemplo para intervenir otras zonas en franco deterioro. ¡BRAVO!Como una cosa es planear y otra planificar, y otra cosa es no planear y no planificar, es prudente que aquellas construcciones de vivienda subsidiada que se entregan en obra negra después de muchos trámites y una alta dosis de paciencia por parte de los beneficiados, -que en la mayoría de los casos se originan por una tragedia previa como un derrumbe, una inundación, un incendio, un temblor u otra calamidad-, sean dotados de los servicios públicos elementales, entre ellos, ya no como cosa marginal, sino estructural, la conexión a INTERNET. Pongo como ejemplo la urbanización La Cabañita en San Cristóbal, una Unidad de 9 bloques de 6 pisos ocupada recientemente por sus nuevos dueños, un poco más de 50 familias cuyos niños no tendrán como acceder a la educación virtual forzada, a la cual nos tiene sometida la bendita pandemia.NOTA 1: Mi completa solidaridad con el Señor Gobernador Aníbal Gaviria Correa y su distinguida familia.NOTA 2: Mis agradecimientos a la casa EL MUNDO por haberme permitido comunicarme con ustedes a través de las 900 columnas que ajustamos hoy y que coinciden con la suspensión de actividades para el Periódico y mil gracias a ustedes por tomarse el tiempo para leer esta Columna de Opinión.Es un golpe duro para el fortalecimiento democrático y para el ejercicio de la pluralidad y la tolerancia, pero esta es la realidad que nos corresponde enfrentar, en un país como el nuestro. Una última invitación, a que vayamos siempre, con prudente optimismo, ¡DE CARA AL PORVENIR!
Puede ser que algunos de los escritorios en los que nos sentábamos quienes trabajamos en el Periódico EL MUNDO hayan estado ahí desde siempre, desde que lo crearon, a finales de la década de 1970. Sí, caminar hoy por su sala de redacción es como si se apreciara una instalación de Doris Salcedo, la melancolía de esos muebles parece decir que se apaga un sueño que comenzó el 20 de abril de 1979, cuando empezó a circular en Antioquia un diario con ideas fundamentales, como la de la libertad. Esa libertad no podía escapar de la cultura. EL MUNDO fue pilar del inicio de proyectos culturales que transformarían la vida de la ciudad, del departamento y del país. Basta con entrar al Archivo, buscar los folios del Pequeño Teatro, el Matacandelas, el Taller de Artes, La Fanfarria y darse cuenta cómo el Periódico de logo rojo, liberal, entrevistó a miles de artistas, entonces emergentes, creyendo en que nuestra realidad podría existir un sector cultural que se hiciera preguntas importantes.Lea también: Un sector que sigue sacando el sombreroAna María Cano, quien después fundaría La Hoja de Medellín, fue la primera periodista cultural de EL MUNDO. Después la reemplazó Ana Piedad Jaramillo, directora de los Eventos del Libro y exdirectora del Museo de Antioquia y el Teatro Colón. Vino entonces el tiempo de Maryluz Vallejo, hoy doctora en Ciencias de la Información, profesora Titular de Tiempo Completo del Departamento de Comunicación y jurado del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar este 2020. Cuenta Carmen Vásquez, periodista de moda, que cuando Darío Arizmendi era el director de EL MUNDO le dio a cada una su “reino”, le dijo a la periodista cultural que ella se encargara de lo artístico, mientras a Vásquez la mandó a los cocteles, a buscar a la “gente linda”, le permitió tener la primera página exclusiva de moda en estas tierras, guiado en lo que hacía la Revista Hola en España, para que así estuviera clarísimo qué era cultura, qué era entretenimiento, qué era moda y qué era sociedad.Desde sus inicios, EL MUNDO dedicó páginas enteras a la agenda cultural, que eran las más difíciles de editar, porque tenían la agenda de cine, la de teatro, los conciertos, los recitales, las presentaciones de libros, todo, independiente de los artículos periodísticos de una y dos páginas que hacía la sección de cultura.Antes de que su experticia fuera el periodismo político y de opinión, Luz María Tobón, directora de EL MUNDO, fue periodista cultural. Todavía tiene en su oficina una foto de su entrevista a un joven Fernando Botero. Ella, de mamá artista, de familia siempre amante de la cultura, defendió el periodismo cultural hasta el cierre, influyendo, de alguna manera, en que siguiera con cada cambio de dirección. Con la llegada de don Guillermo Gaviria Echeverri, quien respetó lo que hacía el Periódico en este campo, se dio vía libre a que ese saber no se apagara.Nombres como el de Pilar Velilla, exdirectora del Jardín Botánico y el Museo de Antioquia; María del Rosario Escobar, exsecretaria de Cultura Ciudadana de Medellín y actual directora del Museo de Antioquia; la maestra Patricia Nieto, quien guía la Editorial Universidad de Antioquia y es docente de la Alma Mater; o el crítico de cine Pedro Adrián Zuluaga, escribieron una historia cada día, por varios años, en la redacción de EL MUNDO, cubriendo cultura.El Mundo Semanal, el Imaginario y Palabra&Obra fueron los tres suplementos culturales que dijeron cosas muy importantes a la ciudad, al país. Óscar Valencia, jefe de diseño de EL MUNDO, contaba que Imaginario fue osado, despertando muchas molestias en algunos “paisas de Medellín”, cuando su editora puso en la portada la foto de dos hombres homosexuales, desnudos, después de una Marcha del Orgullo. Sus contenidos hablaban de la cultura como lo que somos, reflexionaban sobre la ciudadanía cultural. Palabra&Obra, por su parte, buscaba hacer reportajes de largo aliento con personajes que se destacaban en el campo cultural, teniendo en su portada a importantes creadores como Débora Arango, Gilberto Martínez, Víctor Gaviria, Fernando Botero, Félix Ángel, Cristóbal Peláez, Beatriz González, Alberto Sierra, Antonio Caro, Dora Ramírez, Leonardo Padura, René Uribe Ferrer, entre muchos otros. Una vez, el artista Richard McGuire, reconocido por ilustrar publicaciones como The New Yorker, nos hizo el honor de hacernos una edición especial de Palabra&Obra. Publicamos un especial completo sobre la salvaguarda del patrimonio de Frida Kahlo y Diego Rivera, hecho en Ciudad de México, analizamos muchas veces lo que hacían en el Ministerio de Cultura, cubrimos la Bienal de Venecia, la Feria Internacional de Arte de Madrid (España), Artbo, el Salón Nacional de Artistas, el MDE, la Fiesta de las Artes Escénicas, el Festival de Tango, los diez años de la Fiesta del Libro con edición especial, siempre estuvimos ahí, en cada evento, en cada lanzamiento, en cada nacimiento.Y cometimos errores, muchos, porque EL MUNDO siempre fue una escuela de periodismo cultural. Cómo les parece que una vez, matamos a alguien que revivió. Olga Elena Mattei estuvo muerta durante unos minutos, nos llamaron directamente desde la clínica a contarnos tal suceso. Lloramos, planeamos un especial, llamamos a Héctor Abad Faciolince, él nos dio su declaración sobre la importancia de Mattei para la literatura nacional y corrió a publicar en su Twitter que había muerto.Hasta que, de esas cosas que pasan, los médicos la revivieron, la reanimaron y no se murió. Desde entonces, Faciolince ha sido muy lejano. Es que en el Código Caracol, María Lucía Fernández publicó lo que pasó, en la edición de las 7:00 de la noche: “la inmediatez de las redes sociales le jugó una mala pasada al escritor Héctor Abad Faciolince”. Casi nos ahorca, publicó en su cuenta en esa red: “serán imbéciles los de EL MUNDO”...Vale la pena decir que defendimos causas importantes. Hay que agradecerle a Irene Gaviria y Luz María Tobón que nos permitieron ser autónomos en el contenido cultural. Fuimos nosotros quienes cuestionamos el cambio de vestido que les hicieron a los Silleteros, desconociendo que eran un patrimonio, con lo que hubo polémica nacional, cuando Aníbal Gaviria era el alcalde. No nos censuraron.Fuimos nosotros quienes iniciamos a hablar de los “hipster”, cuando todavía esa manifestación cultural era bastante desconocida.Gritamos duro con investigaciones. Nosotros nos dimos cuenta de que las Bibliotecas Públicas de Medellín habían sido cerradas por el gobierno de Federico Gutiérrez, desconociendo su importancia en la transformación social, con la excusa de ahorrar recursos del presupuesto público. Vaya error de visión política, por eso insistimos con varios artículos en que los Parques Bibliotecas eran la opción que tenía un niño de cualquier comuna de no caer en las redes de tráfico, su puerta de escape muchas veces a la violencia física y sexual. Incomodamos a Sergio Fajardo sobre la responsabilidad en las fallas en la fachada de la Biblioteca España, tanto que salió en portada diciendo “voy a hablar de la Biblioteca España, cuando yo quiera”, los memes no se hicieron esperar en las redes sociales.Cuando iban a sacar al maestro Alberto Correa de la Filarmónica, nosotros lo contamos. Insistimos en que el presupuesto para cultura siempre debía subir en el gobierno nacional, el departamental y el local. Y, sobre todo, le dimos voz a un sector que no encontraba en otros medios un espacio que valorara sus obras, que escuchara sus demandas, que necesitaba, en pleno siglo XXI, más que nunca, una presencia en la agenda pública.EL MUNDO insistió en la importancia de la formación artística para la infancia. Con su proyecto Educar Mientras se Informa y su Concurso Personitas de Colores, invitó a que los niños pintaran sus sueños. Otra cosa que hizo fue premiar con el Mundo de Oro a quienes durante decenios trabajaron por el sector, entre los ganadores estuvieron Graciliano Arcila Vélez, la Emisora HJCK de Bogotá, Guillermo Abadía Morales, Fanny Mickey, la Orquesta Sinfónica de Antioquia, la Cámara de Comercio de Medellín, la Biblioteca Pública Pilotoy la Emisora Cultural de la Universidad de Antioquia, Débora Arango, la Biblioteca Central de la Universidad de Antioquia, Carlos Castro Saavedra, el Instituto de Integración Cultural Quirama, Luis Alberto Correa, Rafael Sáenz Moreno, el Museo de Arte Moderno de Medellín, Luis Alberto Álvarez y la maestra Cecilia Espinosa, su última galardonada.En los comités de redacción, muchas veces nos peleamos con quienes nos preguntaban “y ese, ¿a quién le ha ganado?”, poniendo en duda la idoneidad de los artistas emergentes, peleamos por ellos como el futuro del sector y del arte nacional. La cultura también era un tema para abrir el Periódico, nosotros le dimos la portada al Salón Nacional de Artistas, cuando volvió a Medellín, en su edición 43. Juliana Restrepo y Jaime Cerón, sus directores, llegaron con la edición impresa de EL MUNDO a la apertura de aquel certamen, que durante sus tres meses contó con un cubrimiento diario, detallado, sobre lo que intentaban decir los curadores, que propusieron como tema el oxímoron “Saber-desconocer”.Cuando la notoriedad no abarcaba la obra de Pablo Montoya, cuando parecía que a la crítica local y nacional le faltaba creen en tal talento, nosotros reseñamos su Tríptico de la infamia, sin necesitar que el Premio Rómulo Gallegos nos validara lo grande el autor, porque pudimos verlo.Le puede interesar: ¿Seguro les hace falta la crítica?Que sea el momento para decirles gracias a los cientos de artistas, gestores, investigadores, profesores, curadores, comunicadores y colegas que nos buscaron para pedirnos una opinión, para ofrecernos sus contenidos, así como para criticarnos. Aprendimos juntos, crecimos juntos, hicimos historia juntos.EL MUNDO fue y será la casa de la cultura de Medellín, como quedará para la historia en su archivo, porque aquí pasaron hitos como que Gabriel García Márquez quisiera que la redacción del medio que soñó fundar se pareciera a la del diario liberal de Medellín, donde estuvo dando talleres y compartiendo con los periodistas.Gracias, EL MUNDO, gracias porque nos dejaste soñar que esa utopía que adoptamos, la de cambiar el mundo haciendo periodismo cultural, podía ser posible.
Con todo respeto, no comparto el criterio de quienes han venido criticando a la Corte Constitucional por haber declarado la inexequibilidad del Decreto Legislativo 580 de 2020, por el cual se dictaban medidas en materia de los servicios públicos de acueducto, alcantarillado y aseo, por el motivo que condujo a la adopción del fallo y que también expuso la Secretaria Jurídica de la Presidencia de la República: aunque, según el comunicado de la Corte, se dictó y promulgó en desarrollo del Estado de Emergencia Económica, Social y Ecológica, se expidió dentro del término de vigencia del estado de excepción y se encuentra brevemente motivado y lleva la firma del Presidente de la República, no fue suscrito por todos los ministros del despacho. Faltaron las firmas de los ministros de Salud –lo cual llama la atención en cuanto la emergencia fue provocada por la pandemia- y de Ciencia y Tecnología.Lea también: Cumplir la ConstituciónComo señala la providencia,” el mandato constitucional referente a que los ministros suscriban los decretos legislativos que se expiden en virtud del estado de emergencia económica, social y ecológica constituye una condición indispensable de validez de dichas normas, en la medida en que con este se garantiza, el principio democrático, durante el estado de excepción, pues se contrarresta el déficit de deliberación y se limita la facultad discrecional del presidente”.La exigencia constitucional de que estos decretos, además de las firmas del presidente, lleven las de los ministros –todos- no corresponde simplemente a un requisito de forma y sin mayor trascendencia. Por una parte, cuando hablamos de los estados de excepción –entre ellos el de emergencia- aludimos al ejercicio de una potestad extraordinaria del Ejecutivo, que normalmente no tiene a cargo la función de expedir las leyes –atribución que, por cláusula general de competencia, corresponde al Congreso-. Por otro lado, la Constitución es clara cuando expresa (art. 115) que las firmas de los ministros en los decretos los comprometen y por medio de ellas asumen una responsabilidad por las medidas y decisiones que adopta el Gobierno Nacional. Y, además, las normas superiores relativas a los estados de excepción exigen expresamente “las firmas de todos los ministros” y subrayan su responsabilidad. El 215, para el caso del Estado de Emergencia Económica, Social, Ecológica o por calamidad pública, estatuye: “El Presidente de la República y los ministros serán responsables cuando declaren el Estado de Emergencia sin haberse presentado alguna de las circunstancias previstas en el inciso primero, y lo serán también por cualquier abuso cometido en el ejercicio de las facultades que la Constitución otorga al Gobierno durante la emergencia”.Le puede interesar: Sobre las sesiones virtualesDe manera que no estamos ante un mero formalismo. Ni se puede sindicar a la Corte Constitucional de haber sacrificado el fondo de la medida en aras de la forma, o de no haber hecho prevalecer el derecho sustancial, como lo exige el artículo 228 de la Carta. Ella tiene a cargo la guarda de la integridad y supremacía de la Constitución, que exigió, en estados de excepción, las firmas “de todos” los ministros, no de algunos.Y el vicio no era subsanable, toda vez que al momento del fallo el decreto ya había sido promulgado y había entrado a producir efectos. En estas materias no se puede improvisar.
Duele la desaparición de EL MUNDO, después de más de 40 años de actividad ininterrumpida, con periodismo de calidad informativa y pluralidad de opinión. Desde hace dos años, cuando la publicación impresa diaria le dio paso a una semanal, el diario quedó herido de muerte porque había perdido su esencia. La desaparición de los periódicos impresos es una de las consecuencias nefastas de llamada revolución digital; nefasta porque los ha destruido sin sustituirlos por nada mejor.Lea también: Harry Sasson, la renta del suelo y las sopas MaggiLa prensa impresa, que resistió los embates de la radio y la televisión, agoniza en todos los países. Se cuentan por centenas los diarios desaparecidos y los que subsisten lo hacen en formatos cada vez más escuálidos y pobres en contenido. Sin la palabra impresa, la fuerza de la vieja sentencia, “lo escrito, escrito está”, se desvanece y con ella las exigencias del rigor informativo y de la clara separación entre la opinión y la noticia.Estas dos fueron las características señeras de EL MUNDO que nunca ocultó su carácter de diario liberal militante, pero abierto siempre a una amplia diversidad de opiniones, tanto en la época de Don Guillermo Gaviria, como en los últimos años bajo la orientación de su hija Irene y de mi querida amiga Luz María Tobón.El de Don Guillermo fue un liberalismo doctrinario, más bien clásico, cuya orientación intervencionista no lo apartó nunca de la defensa de la iniciativa privada como fundamento de la actividad económica en una sociedad verdaderamente libre. Por supuesto que, como periodista, fue también un liberal en el sentido partidista, aunque, el gran hacedor de empresas que fue, seguramente se habría sentido contrariado por la orientación anti-empresarial que aqueja a sectores amplios del que fue siempre su partido.Quizás a causa de la bancarrota ideológica del Partido Liberal, el liberalismo de EL MUNDO de los últimos años perdió su matiz partidista y se hizo más conceptual y de principios, buscando irradiar los valores de la democracia liberal y la iniciativa privada con responsabilidad social a las gentes de todos los partidos y la sociedad entera.Esa defensa de la democracia liberal se expresó en sus cuestionamientos al proceso de paz por su indiferencia frente a las víctimas de la Farc y las grandes concesiones hechas a lo que no era más que organización criminal que no representaba a nadie, como quedó en evidencia con las paupérrimas votaciones recibidas en las dos elecciones en las que ha participado.Su reconocimiento de la iniciativa privada como fundamento de la actividad económica y de la creación de riqueza, se manifestó recientemente en su insistente reclamo de la reactivación de la economía acompañada de la flexibilización de la contratación laboral.Pero quizás la más firme posición de EL MUNDO en los últimos años fue su incansable y persistente reclamo al gobierno a cumplir su misión fundamental de proteger la vida de los ciudadanos. No importa lo que el gobierno haga en cualquier ámbito, si no protege la vida de las personas está incumpliendo gravemente su obligación constitucional y lo que es en definitiva su razón de ser.Muchos años atrás, cuando, por incompatibilidad con mi actividad profesional, decliné la invitación que me hiciera a escribir en el periódico que acababa de adquirir, Don Guillermo, insistente, me dijo que escribir en EL MUNDO sería un honor.Le puede interesar: Una propuesta ilegal, inconveniente y peligrosa, pero imparableHace algunos años, por invitación de Luz María Tobón, EL MUNDO acogió generosamente mis artículos. Me sentí cómodo y complacido de hacer parte de tan noble empresa periodística y muy honrado, como había anticipado Don Guillermo.
Hoy he recibido la noticia: EL MUNDO, después de una tarea periodística de 41 años, ha decidido cerrar su fase de periodismo impreso. El entorno es cambiante, la evolución de hechos, tecnologías, épocas, conduce a decisiones y nuevas direcciones en los caminos que nos presentan horizontes distintos y nos hacen dejar atrás paisajes familiares a los cuales habíamos tomado un cariño como el del poeta cartagenero a los zapatos viejos. Algo diferente se abre en las perspectivas del futuro inmediato. Mis mejores deseos para FundaMundo, para la querida y admirada familia Gaviria Correa, y para la buena ventura de sus proyectos y su liderazgo, siempre inspirados en el bien para la comunidad y para Antioquia. Algunos de estos cambios son dolorosos, como lo es, en lo personal, este: se trata de una pérdida para el periodismo escrito en la región, y en Colombia. Pero EL MUNDO cierra este ciclo, como lo manifiesta su directora Luz María Tobón Vallejo, con la satisfacción del deber cumplido.Lea también: Alatriste: la punta de su espadaTermina para Antioquia una tribuna de decencia, de buen periodismo, de compromiso con la verdad. Se culmina la etapa de un esfuerzo colosal en pro de los intereses sanos de nuestro departamento, pionero para Colombia en tantos aspectos de progreso, de desarrollo, de apertura al futuro. EL MUNDO ha cumplido y constituye un gran honor ser parte, modesta y pequeña, de esta locomotora de la honradez y de la opinión crítica y creadora.Después de escribir la columna “Vestigium” durante veinte años -un total de 492 columnas, de periodicidad quincenal, casi ininterrumpidamente- vienen a mi teclado unas palabras que no puedo evitar, pues las asocio necesariamente a esta tribuna periodística: agradecimiento, aprendizaje, disciplina, creatividad.Cada uno de mis textos fue acogido respetuosamente por parte de los editores y de la dirección en estos años. Nunca he recibido la más mínima interferencia respecto a los temas y enfoques para los cuales con total libertad se me ha cedido el espacio. Siempre he sentido la presencia viva y efectiva de un genuino respeto por el diálogo inteligente, por el ir y venir de ideas ordenadas y rigurosas, expresadas dentro del marco de la consideración hacia la verdad y hacia el lector como un interlocutor merecedor de un trato digno y humanizante. Por parte de la dirección del periódico siempre recibí palabras de aliento, de buen criterio, de magnífica atmósfera de ejercicio de la inteligencia.Escribir Vestigium, con la variedad de tonalidades presentes en el entorno de las realidades contemporáneas, fue un hábito de disciplina, de investigación, de contrastes, de búsqueda de fuentes verificables. Una tarea constante de enriquecimiento y educación personal que tuvo que pasar por el tamiz del lector crítico y exigente, a quien también debo expresar agradecimiento. Mi padre, Hernán Gómez Atehortúa, fue el mejor lector, crítico y corrector que tuve. También asumí una tarea constante de aprendizaje en cuestiones de estilo y de forma periodística. No puedo olvidar las didácticas exposiciones de Arturo Giraldo Sánchez.Un “Vestigium” es la señal, la huella, la marca que deja el pie de un viajero sobre el camino. Hay algo relacionado con la memoria, con el registro de los datos de alguien que ha pasado por un lugar y ha dejado su impronta. Es el indicio de que por allí ha estado un “homo viator”: un viajero, frágil, perecedero, fugaz. Es también el rastro de un caminante que se esfuerza por perfeccionarse en una tarea que se ha impuesto. También el investigador es un sujeto que anda tras las huellas; la realidad -variada y múltiple- ofrece ante sus ojos algunas facetas, y es su tarea, la del investigador, hallar la parte de verdad que está inscrita en esas huellas. Para mí ha sido culminación de un rasgo esencial de mi vida: la búsqueda de explicaciones a las cosas que pasan, y de las cuales apenas tengo un entendimiento parcial en un entorno de asombro constante, infinito, inacabable. Mis columnas fueron posibles por aquella conversación inicial con Luz María Tobón Vallejo, cuando acogió, con tolerancia y generosidad, mis imperfectos intentos de practicar el arte de la columna.Le puede interesar: Incertidumbres y certezasTodos somos viajeros. También las instituciones dejan su huella: EL MUNDO deja un vestigio, una huella de decencia, de amistad, de buena escuela periodística: mi abrazo y mi voz de agradecimiento.
Este cabezón no sirve para nada…Con esa pereza no vas a llegar a ninguna parte….Te comés todo esto o te lo hago tragar…Si no me hacés caso te vas a ganar una pela…Estoy cansado, harto de tu grosería…Mejor no hagás nada que todo lo hacés mal…No te comportés como una nenita, vos sos un varón”. Y como complemento, muchas veces esas embestidas verbales van acompañadas de un correazo, un chanclazo o un pellizco.Pero lo peor es que ese castigo físico y/o humillante tiene licencia y es aceptado en un alto porcentaje de los hogares colombianos y del mundo como el mejor modelo para educar a niños, niñas y adolescentes, cuando en realidad lo que se está haciendo es cultivar en ellos temores y violencias que después van a desatar contra otras personas en su vida adulta y en otros ámbitos.Lea:La niñez en Colombia vive en permanente riesgoPor eso, y con motivo de los 29 años de la Convención Sobre los Derechos de la Niñez que se conmemoraron el pasado martes 20 de noviembre, el llamado es a abolir el castigo físico y humillante, que es diferente al maltrato, capítulo ya abordado y en el que entran en juego instancias como Medicina Legal, juzgados y el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf).Pero en el caso del castigo humillante en Colombia no existen siquiera estudios sobre su incidencia real y las serias consecuencias que ello produce, lo cual es claro reflejo de la “normalidad”: no se investiga lo que no “hace ruido”, lo que es habitual.“Pegarle a los niños y a las niñas es tan normal que cuando se habla de abolir el castigo físico y humillante se hacen encuestas sobre a quién le parece que está bien y a quién no le parece… como si no estuviéramos hablando de pedir que se respete un derecho humano. ¿Cómo sería la misma encuesta preguntando si les parece o no pegarle a las mujeres? Los niños son seres humanos. Y eso no habría que recordarlo”, recalca en su informe la Alianza por la Niñez Colombiana.Ximena Norato, miembro de la Alianza y directora de la Agencia Pandi, explica que “los niños y niñas que recibieron formas de castigo físico o humillante como palmadas, encierros, agarrones o cachetadas, tienen más riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, artritis y obesidad. Deterioro de la capacidad cognitiva, baja autoestima, y tienen además más probabilidad de ser agredidos o agresores en su vida adulta”.No hay diferenciaNingún adulto soporta que lo golpeen o lo humillen, ni en su trabajo y mucho menos en su casa. Incluso cuando son situaciones inmanejables y repetitivas se les pide a las personas que denuncien, entonces ¿cuál es la diferencia entre golpear a un niño y golpear a un adulto?Fácil, es aprovecharse de la ventaja, del tamaño, de la fuerza física, del poder porque el menor de edad está indefenso, porque no tiene independencia económica, porque tiene miedo.Incluso se ha vuelto común escuchar a orientadores, profesores, padres y líderes recomendando usar el castigo físico como método de educación y formación, al punto que muchas de esas voces pregonan que algunos de los problemas de Colombia se deben a la falta de los golpes y los gritos en la crianza de los hijos. “A mí me pegaron y no me pasó nada”, dicen otros, pero nada más lejos de la realidad.Elizabeth Gershoff, investigadora y profesora de psicología del desarrollo en la Universidad de Texas, publicó en la revista Psychological Bulletin los resultados de su trabajo sobre los efectos del castigo físico y/o humillante en la niñez: Sí nos pasó algo.“Incremento de las conductas indeseadas, niños y niñas aprenden a mentir, a romper reglas, a engañar, se afecta la salud mental del niño o la niña, lo que desencadena en tristeza, depresión o ansiedad; se aumenta el riesgo de formar una persona más violenta, agresiva”, concluye el estudio.Por eso, países como Perú, Argentina, Bolivia, Venezuela, Brasil, Uruguay, Paraguay y Costa Rica, ya tienen una ley que prohíbe cualquier tipo de castigo físico, y Colombia camina hacia allá. “Vamos bien, se ha avanzado en el marco legal, que si se cumpliera se podría decir que Colombia hace la tarea. Sin embargo nos falta en el marco social, cultural y familiar, de comprender que niños y niñas son nuestros pares como humanos y superiores en derechos”, dice Norato.“Lo más difícil de la crianza no es controlar a los niños y a las niñas, es aprender a controlarnos como padres y madres. Criar hombres y mujeres de bien se hace con amor, dedicándoles tiempo para el aprendizaje, la recreación, respetándoles en su dignidad humana y en cada uno de sus derechos”, recuerda la Alianza por la Niñez.El castigo físico y humillante es la forma de violencia más usada en contra de los niños y las niñas en todo el mundo. Este tipo de violencia se diferencia del maltrato porque el uso de la fuerza se da para hacerle vivir al niño/a una experiencia de dolor, sin causar una herida, o al menos no visible.Pero nunca se puede olvidar que, además de ser un ser humano, ese menor de edad tiene derechos prevalentes. Es decir, que sus derechos están por encima de los derechos de cualquier adulto, recalca la directora de Pandi.Qué hacerFedra Rubio, miembro de la Alianza, recomienda que en el acompañamiento, la formación y la educación de niños y niñas, es mejor reforzar la conducta deseada que recurrir al castigo físico y/o humillante.“Lo primero es reconocerlo, si con nosotros lo hicieron no vamos a repetirlo con nuestros hijos. También hay que saber que los adultos somos ejemplo para ellos, si pego, ellos pegan; si grito, ellos gritan, es decir, reforzamos con el ejemplo”, por lo que insiste en que lo ideal es “reforzar la conducta que se quiere del niño o la niña. Por ejemplo, en vez de pegarle o castigarlo por no hacer una tarea del colegio, acompáñelo en la siguiente, elogie cada paso bien logrado, frente al error aliéntelo a volver a intentarlo, felicítelo en público por el logro”. Así le gustará tanto el tiempo compartido y la forma de relacionarse, que entenderá que es esa la forma en que sus padres le prestan atención. Este tipo de elogios descriptivos le ayudan a niño/a ir comprendiendo y queriendo las conductas aceptadas y adecuadas.Y no es que se deba llevar un manual para la crianza de los hijos, porque no existe, nadie lo tiene. Pero sí “hacer esa tarea con amor, con afecto”, porque eso es lo que más percibe el niño/a, y lo hace sentir amado, valorado, respetado.En esa misma línea, señala el informe de la Alianza, uno de los principales retos es “fortalecer la familia, utilizando siempre el diálogo como estrategia para transmitir mensajes. Los niños son seres humanos que entienden explicaciones e instrucciones, responden muy bien a esta clase de estímulos al estar en continuo aprendizaje”.Según su experiencia, Rubio apunta que es conveniente establecer normas básicas de convivencia y buen comportamiento en el hogar y fuera de él, llegar a acuerdos con sus niños y niñas sobre los temas que generalmente son foco de discordia, esto implica negociar, escuchar, exponer ideas y llegar a un consenso, y también conciliar con él o ella la sanción que deberá cumplir por faltar a una norma”. Así entenderá que los actos tienen consecuencias y que requieren reparación, pero eso sí, “que siempre se cumplan”.Respetar a los niños y niñas en sus derechos y dignidad humana, y protegerlos integralmente, se traduce en capital social y por qué no, en capital económico. Un capital humano tratado con dignidad, educado y amado, reduce para la sociedad el costo de las consecuencias de la violencia y de la vulneración de los derechos humanos.29 años de crecimientoEl 20 de noviembre de 1989 se aprobó la Convención sobre los Derechos de la Niñez, un acuerdo que ha permitido corregir, cambiar y mejorar muchas prácticas en la formación y crianza de los menores de edad, pero que aún demanda mucho esfuerzo y compromiso de gobiernos, organizaciones y sociedades para hacerlo más convincente e incuestionable en todos los rincones del mundo.En 1959, Naciones Unidas aprobó una Declaración de los Derechos de la Niñez, pero no era suficiente para proteger los derechos de la infancia porque, legalmente, no tenía carácter obligatorio. Por eso en 1978, el Gobierno de Polonia presentó a las Naciones Unidas la versión provisional de una Convención sobre esos Derechos.Tras diez años de negociaciones con gobiernos de todo el mundo, líderes religiosos, ONG y otras instituciones, se logró aprobar el texto final, cuyo cumplimiento es obligatorio para todos los países que la ratificaron.La Convención sobre esos Derechos se convirtió en ley en 1990, después de ser firmada y aceptada por 20 países. Hoy, la Convención ya ha sido aceptada por 195 países. Los 54 artículos que la componen recogen los derechos económicos, sociales, culturales, civiles y políticos de todos los niños y niñas.
Nuestra vida en los ámbitos nacional o local no puede seguir estando a oscuras, bien sea porque a unos se les impide nacer y la mayoría de los que alcanzan a nacer, no logran crecer con equidad por estar dedicados a sobrevivir.Estamos en una ciudad donde la mejor luz es externa, pero pertenece al Estado y hay que pagarla; interna y moralmente estamos viviendo a oscuras no sólo ahora sino también a corto y largo plazo, como lo advierten las reformas mal hechas y las que faltan por hacer, el postconflicto como continuación del conflicto, la corrupción de los partidos, el Estado y el sector privado, sumándole la inseguridad rampante.Una alternativa, la salLa sal tenía un gran valor en la Palestina de tiempos de Jesús, ya que era indispensable para mantener los alimentos y se usaba en los pactos como signo de su firmeza y permanencia. Un saco de sal era tan precioso como la vida de un hombre. Además de ser la sal el gusto de los alimentos también los preserva de la corrupción. Jesús en cabeza de los discípulos de ese momento invita a todos los que tengamos interés por el país a cambiar de corazón y mentalidad para convertirnos en sal y luz.Con frecuencia una pizca de sal es suficiente para el alimento de un mayor número de comensales y proporcionalmente si se trata de los habitantes de un país. La sal tiene la ventaja que, por volverse invisible, sólo puede ser reconocida por el sabor; la sal es cuestión de calidad más que de cantidad.Otra alternativa, la luzEn el judaísmo existe el marcado simbolismo de cuatro noches santas, dos de ellas son pésaj, pascua judía, y la noche del advenimiento del Mesías; para iluminarlas fue creada la luz. Cuando Leasing inauguró la época de la ilustración se inspiró en la tradición bíblica de la luz interpretando y secularizando el entendimiento como nueva luz en medio de la oscuridad, la luz de la razón en lugar de la fe y el espíritu humano en reemplazo del espíritu santo.Tanto Jesús como Pablo caracterizan a los cristianos como hijos de la luz; a Pablo lo deja ciego una gran luz en el camino de Damasco; de ahí que el seguimiento cristiano lo convirtió al encontrarse con la luz del Crucificado-resucitado. Es Jesús mismo quien afirma en Juan “Yo soy la luz del mundo”; razón para decirle a los discípulos: “Vosotros sois la luz del mundo”, para desmarcarlos del resto de aparentes luces que hay en el mundo.La luz no es otra cosa que encender una vela; advirtiendo que el cristiano no es sólo iluminado sino hijo de la luz para hacer obras de todo tipo que vayan en beneficio de los demás. “Hermanos les convencí por medio del Espíritu (luz) y del poder de Dios (sal), a fin de que la fe de ustedes dependiera del poder de Dios y no de la sabiduría de los hombres” (Primera Lectura).Única alternativaDejemos que la primera lectura nos explique y actualicemos la lista y traducción de cuanto significa convertirnos en sal y en luz para cambiar la sociedad: “Comparte tu pan con el hambriento, abre tu casa al pobre sin techo, viste al desnudo y no des la espalda a tu propio hermano. Entonces surgirá tu luz como la aurora y cicatrizarán de prisa tus heridas, te abrirá camino la justicia y la gloria del Señor cerrará tu marcha.Entonces clamarás al señor y Él te responderá; lo llamarás, y Él te dirá: “Aquí estoy”. Cuando renuncies a oprimir a los demás y destierres de ti el gesto amenazador y la palabra ofensiva; cuando compartas tu pan con el hambriento y sacies la necesidad del humillado, brillará tu luz en las tinieblas y tu oscuridad será como el mediodía”.(Primera Lectura).Evangelio deSan Mateo 5, 13-16En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos”.
La razón de ser de la existencia en el derecho administrativo de la categoría “servicios públicos” son los usuarios y la necesidad de la intervención del Estado en la economía, con el fin de garantizar que todas las personas que habitan su territorio puedan acceder a un mínimo de bienestar, en condiciones dignas de existencia.Lea también: Transformación de la ley de servicios públicos domiciliariosLos avances en la aplicación de las cláusulas de “estado social de derecho”, y “economía social de mercado” han incidido notoriamente en la adopción de medidas en el sector de los servicios públicos, ello se debe a la acertada intervención de la Corte Constitucional que ha sentado su doctrina social en esta materia, posibilitando un desarrollo equilibrado, pues no solo se registran avances económicos y tecnológicos, sino que además ellos han estado acompañados de avances sociales, en particular en lo relativo al acceso al mínimo vital y a la protección de los derechos de los usuarios.Tanto las formas de intervención del Estado, como el tipo de servicios que deben ser calificados como servicios públicos, y sus modalidades de prestación, son asuntos que han variado sustancialmente, pues del Estado prestador que actúa en escenarios monopólicos, hemos pasado a un Estado que debe garantizar la prestación de los servicios en condiciones de competencia, y de unos pocos servicios públicos hemos pasado a un amplio número de los mismos.A pesar de que la ley 142 de 1994, mantiene su vigencia y que su núcleo todavía resulta aplicable, la realidad es que debemos aceptar que lenta y contundentemente se acerca su fin, pues desde hace varios años, se ha venido perdiendo una de sus aspiraciones sustanciales, que es la de contener un régimen jurídico único y especial que se aplique a todos los servicios públicos domiciliarios, pues, cada vez el régimen es más disperso y el concepto “servicio domiciliario” más confuso.Las trasformaciones que ha tenido el sector en más de veinticinco años han sido de diferente orden, pues desde el año 2009, los servicios de telecomunicaciones han dejado de ser tratados como domiciliarios y la doctrina constitucional ha generado mutaciones sustanciales al régimen jurídico, especialmente en lo relativo a los derechos de los usuarios, y con la expedición de la Ley 1955 de 2019, se ha posibilitado la existencia de nuevos servicios sujetos a la regulación de la Ley 142, además, que los servicios existentes se presten bajo nuevas modalidades, como son los esquemas diferenciales y las soluciones alternativas; pero, lo que más ha impactado al sector es el desarrollo de nuevas tecnologías, y la evidencia de que la aspiración de tener servicios universales eficientes no puede ser construida con la aplicación de lógicas regulatorias basadas exclusivamente en la libertad de los mercados. Varias son las circunstancias que impiden pensar que el sector de los servicios públicos domiciliarios en la actualidad corresponde al mismo en el que fueron expedidas las leyes 142 y 143 de 1994, pues las realidades y prioridades son otras: se han desarrollado nuevos servicios; se ha consolidado la doctrina constitucional en asuntos asociados a los derechos de los usuarios, y el modelo de prestación de los servicios ha demostrado que no es posible obtener su prestación universal, a partir de someterlos a precios sin la intervención del Estado.Las nuevas realidades han determinado que el plan de desarrollo contenido en la ley 1955 sea la base para la construcción de un nuevo escenario, en el cual se promueven nuevas tendencias sectoriales, y que además los prestadores de los servicios se vean obligados a dar respuestas a las nuevas realidades, de tal manera que les permita atender en forma eficiente las nuevas demandas de los usuarios.Las novedades más importantes que se registran en el sector se materializan en: (i) nuevos servicios, (ii) las formas de prestación de los tradicionales; (iii) los agentes habilitados para ser prestadores; (iv) las modalidades de pago, (v) la utilización de las tecnologías de la información; (vi) la protección judicial de los derechos de los usuarios; (vii) las políticas públicas de universalización; (viii) el fortalecimiento de la policía administrativa y (ix) el nuevo rol de las comunidades organizadas y los usuarios¸ lo que es sin duda una nueva realidad, que exige el tratamiento jurídico adecuado.Le puede interesar: Los servicios públicos en el plan nacional de desarrolloOjalá todos entendamos que se trata de un nuevo escenario, pero que el núcleo de la teoría del servicio público, que es la solidaridad no puede ser desplazado.
La música es esencialmente movimiento, nunca se encuentra en un estado de absoluto reposo. Un simple sonido mantenido, un stacatto, inducen al movimiento, incluso aunque aparezca aislado. Ese era el principio fundamental que dio forma a la obra de Blas Emilio Atehortúa y que hoy recordamos como un principio estético en la música.Lea también: “Sinfonías” en percusión y un eco resonanteSu obra partió en dos la historia de la música en Colombia. Seguramente para muchos resulte un poco difícil apreciar sus composiciones, pero es innegable que el maestro logró traspasar las cuatro paredes montañosas del Valle de Aburrá y proyectarse al mundo como un creador que transformó la historia musical del país, poniéndola a tono con el lenguaje que se desarrolló en el siglo XX.Los que tuvimos la fortuna de recibir sus enseñanzas no podemos olvidar al hombre tímido, cargado de dulzura y generosidad que en su música reflejaba. Los elementos de composición que utilizó estuvieron acordes con el desarrollo histórico de la música, pues para él, y eso nos consta, era muy fácil componer a la manera de Vivaldi, Mozart, Beethoven, Stravinski, etc.Maestro Blas Emilio AtehortúaRecuerdo con mucha gratitud sus indicaciones en cada tarea que nos encomendaba: “nunca olvides la melodía, es la que le da el encanto a la obra de arte y es la que quedará en la memoria de quien la escucha o interpreta”. Toda su obra se fundamenta en un trabajo intelectual que se estructura en explorar al máximo las posibilidades tímbricas de cada instrumento, era impecable en su escritura siempre a lápiz y papel, nunca olvidaba ponerle a sus obras signos de expresión y cuando firmaba la obra era porque estaba convencido de que nada tenía para agregar o modificar. Su obra sinfónica, su música de cámara y su obra coral tienen el sello inconfundible de un lenguaje que identifica al compositor que transformó sin reservarse nada, todas las posibilidades para ser un “grande” del lenguaje musical del siglo XX, a lado de los más importantes compositores: Béla Bartók, Sergei Sergeyevich Prokofiev, Igor Fyodorovich Stravinsky, Francis Jean Marcel Poulenc, Alberto Evaristo Ginastera, Heitor Villa-Lobos, Olivier Eugène Prosper Charles Messiaen, Aaron Copland, entre otros.“La música tiene que ser fácil” lo promulgaba siempre, y su armonía nunca le debe dar rigidez a la estructura musical, así es su música que componía a toda hora, la tenía siempre presente en su cabeza. Su habilidad en mantener la continuidad musical, la estructura rítmica, sin perder en ningún momento el sentido de su obra, es tal vez una característica que transmitió siempre a sus alumnos e insistía permanentemente en un lenguaje pedagógico que dejara huella.Fragmento de la obra coral En los labios cansados, obra manuscrita del maestro Blas Emilio Atehortúa (Cortesía Jorge Hernán Arango)Él hizo especial énfasis en los procesos de formación, que debían estar íntimamente ligados a la lúdica en primer lugar; en segundo lugar, a la realización de cuadros estructurales muy simples en los cuales se diseña el contenido musical sin notación musical, solo las ideas; en tercer lugar, crear conciencia, desde pequeño, que en la composición musical y en general en la música, si hay un buen planeamiento y una buena organización, los resultados serán altamente positivos; en cuarto lugar, se debe hacer de la práctica musical una disciplina.Siempre insistió en escribir líneas melódicas con su textura: armónica y contrapuntística y como último paso a seguir, hacer una buena instrumentación, donde se reelabora el material con su copiada en limpio de partituras. Esto, a grandes rasgos, es lo que resume una correcta orientación o dirección en la enseñanza de la música en la parte de creatividad musical infantil. El maestro Atehortúa fue feliz enseñando y dejando sus ideas para que sean retomadas por el estado y sigamos avanzando en la tarea del arte musical.Fragmento de la obra coral En los labios cansados, obra manuscrita del maestro Blas Emilio Atehortúa (Cortesía Jorge Hernán Arango)Ensamble Vocal de Medellín, igual que algunos coros y orquestas de todo el mundo, tuvo la oportunidad del feliz estreno de muchas de sus obras: Racamandaca (para coro mixto a capella), Elegía de Septiembre para Coro y Orquesta sobre un texto de Porfirio Barbajacob, Primavera en la ventana, y Gloria a ti alma mater, propuesta de Himno para la Universidad Nacional de Colombia.Le puede interesar: Maestro Blas Emilio Atehortúa, siempre vigenteEn toda su música estaba comprendida toda la historia de su vida: nunca le faltó una nota y jamás le sobró ninguna indicación para que sus obras sean siempre el mejor legado de un compositor que entregó su vida por darle el mas alto valor a la estética musical del mundo. R.I.P.
Por fin ha aparecido una película colombiana que destaca valores reales, positivos. Presenta lo justo, lo bello, lo verdadero, precisamente cuando lo usual es oscurecer la virtud en medio de una catastrófica crisis de estética y de valores. La producción de cine, series televisivas, literatura, incluso las artes plásticas, en Colombia, en los últimos años, han sido monotemáticas y mal olientes: vulgaridad, violencia, narcotráfico, corrupción, prostitución, trata de personas, todos los colores de la miseria humana. Tales han sido los temas usualmente explotados con fines comerciales por industriales de lo grotesco, cuyos beneficios económicos se derivan de lo que hacen creer al mundo: lo que muestran y de lo que se lucran, muchos lo creen así, es la “realidad”. Como si la realidad local se limitara a lo amarillista, a lo detestable. Por supuesto, las cosas no son así. Aunque, a fuerza de repetir las malas imágenes, esto sea algo difícil de explicar a los extranjeros –y a muchos locales- que creen saber algo de estos lugares pues son “informados” por esos oscuros y repetitivos productos del comercio mediático. Y así lo han hecho desde hace décadas, generando una mala estrella y una penosa imagen que sólo se borrará en décadas.Lea también: Caminando por las historias de los árbolesPor el contrario, en la preciosa película de Iván Obando Me llevarás en ti, al fin nos encontramos con una realidad que tenemos en nuestro entorno, pero que al mismo tiempo, ha permanecido opacada por las razones anotadas.Don Gonzalo Mejía, el legendario industrial antiqueño, un creador, un ejecutor, un “fabricante de sueños”, es uno de los poderosos caracteres propios de esta región, cuyos méritos personales hablan para ser genuino modelo y ejemplo. Jugó gran papel en el nacimiento de la aviación colombiana, la industria cinematográfica, la comunicación vial de Medellín con nuestro Urabá, la generación de industrias… Son muchas las facetas de este ciudadano especial. Y a ellas se hace referencia de modo honrado en la película. Algo y alguien de quien nuevas y viejas generaciones de antioqueños tenemos siempre mucho que aprender.Puntos a destacar: el decoro y alto sentido humano con que es presentada la historia de amor juvenil del paisa con Isolda, una bellísima aristócrata polaca, con sus altibajos, proximidades y lejanías. Hay nobleza e intensidad afectiva en Me llevarás en ti. Hay decoro y profundidad en la presentación de sentimientos, “congelados en el tiempo” y enriquecidos por unas anécdotas y circunstancias históricas de gran complejidad: revolución bolchevique, guerras europeas, circunstancias familiares muy verosímiles, aquí en este trópico y allá en la convulsionada Europa.Las imágenes y hechos son tratados con sentido estético: escenas rurales que hacen parte de la memoria y la genética de los antepasados de cada antioqueño, el poderoso verde del río Cauca, la navegación por el Magdalena, la evocadora arquitectura de fincas y caserones, corredores, patios, puertas, ventanas, pisos, establos. Se obtiene el máximo efecto del elegante carácter de nuestro hospital San Vicente, también protagonista, junto con la canción del médico y compositor huilense Jorge Villamil, Me llevarás en ti, con excelentes interpretaciones.Lo invitamos a leer: El ensayo como obra literariaSe trata de una obra cinematográfica digna de ser tenida en cuenta por nuevas y viejas generaciones. Se elogia en ella lo que merece elogio, la vida y obra de un hombre y una familia que hizo mucho por su región, don Gonzalo Mejía y su ilustre parentela. Es bueno llamar las cosas por su nombre, cuando es verdad que también hemos tenido el ejemplo, el decoro, el buen gusto, y la puesta en práctica de las virtudes humanas de la fidelidad, la constancia, el afán de superación, laboriosidad, creatividad y progreso: la obra del director Iván Obando es respetuosa con la realidad y con el amor, y los exalta. Merece aplausos.