Los cuatro incendios que asolan desde hace días el noroeste de Los Ángeles han dañado más de 200 edificios y provocado cierre de escuelas y universidades, carreteras y la caída del servicio eléctrico.
Los cientos de bomberos que intentan controlar este jueves los incendios que arrasan miles de hectáreas en el sureste de California y han obligado a evacuar a unas 200.000 personas, se enfrentan a dos de sus peores enemigos, ambiente seco y vientos con rachas huracanadas de hasta 128 kilómetros por hora.
Los cuatro incendios que asolan desde hace días el noroeste de Los Ángeles, donde han dañado más de 200 edificios y provocado cierre de escuelas y universidades, carreteras y la caída del servicio eléctrico, están lejos de controlarse a pesar de los esfuerzos de los bomberos.
Ken Pimlott, director de la agencia estatal californiana de protección contra incendios Cal Fire, reconoció que con vientos que pueden alcanzar los 128 kilómetros por hora los bomberos no tienen "ninguna capacidad para luchar contra los incendios".
Tal es el peligro que las autoridades de California declararon la "alerta morada" este jueves por vientos "extremos", algo que no habían hecho nunca hasta la fecha en el estado.
Así, los conocidos como "Vientos de Santa Ana", propios de esta época del año, comprometen sobremanera el trabajo para atajar los cuatro incendios, que siguen lejos de estar controlados.
El mayor de ellos, denominado Thomas, continúa su destructor paso por el condado de Ventura, 100 kilómetros al noroeste de Los Ángeles, y ya quemó más de 96.000 acres (38.850 hectáreas) y sólo ha podido ser contenido en un 5%, según datos de Cal Fire.
Este fuego, que se desató el pasado lunes, ha obligado a evacuar a unas 50.000 personas en este condado, con un 42% de población latina y donde por lo menos 150 edificios resultaron dañados.