Burocracia hace lento el avance de hidroeléctricas en Antioquia

Autor: Mónica Andrea Saavedra Crespo
5 marzo de 2017 - 02:00 PM

Las licencias ambientales para los proyectos de más de 100 MW las otorga la Anla, que es una entidad adscrita al Ministerio de Medio Ambiente, mientras que para las pequeñas y microcentrales que están por debajo de esa potencia, lo hacen las Corporaciones Autónomas Regionales de cada departamento.

Medellín

Según el libro Potencial Hidroeléctrico de Antioquia. Inventario, perspectivas y estrategias, editado por la Escuela de Ingeniería de Antioquia, el departamento tiene un potencial de generación abundante y de buena calidad, “gracias a la combinación de aguas ricas en caudal y regulación natural, caídas topográficas abundantes y condiciones geológicas estables en el subsuelo”. Hoy los 5.585 Megavatios (MV) instalados son evidencia de ese potencial, al que se le suma el desarrollo de nueve proyectos nuevos, los cuales, en su mayoría, avanzan sin tropiezos; pero unos pocos, entre ellos el más importante del país, esperan por decisiones regulatorias que, de tardarse, tendrían impactos económicos de consideración.

El más importante de todos los proyectos, no sólo para Antioquia sino para Colombia, es la Hidroeléctrica Ituango, más conocida como Hidroituango, ya que cuando entre en operación generará cerca del 12% de la energía del país con 2.400 MW de capacidad instalada, 13.930 GWh de energía media anual. Este proyecto cuenta con socios como el Instituto para el Desarrollo de Antioquia (Idea), la Gobernación de Antioquia y Empresas Públicas de Medellín (EPM). Localizada sobre el río Cauca, debería entrar en operación en diciembre de 2018.

Pero para que entre en operación efectiva hace falta un detalle: aunque a Hidroituango ya le otorgaron la licencia ambiental, que fue la que le permitió iniciar su construcción, avance que llega al 67% en cuanto a obras civiles y electromecánicas, tiene un freno debido a la falta de la licencia para instalar las líneas de transmisión, que deberían estar aprobadas por la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (Anla) el 18 de abril de este año para evitar retrasos en los cronogramas establecidos, según precisa un boletín del Idea.

El gerente de la institución, Mauricio Tobón Franco, explicó que las líneas de transmisión son de suma importancia porque tienen el fin de distribuir la energía en el sistema interconectado del país. Por lo que, si llegara a existir alguna demora en el otorgamiento de esta licencia, significaría que tendrían una represa lista para generar energía, pero sin capacidad para distribuirla; eso sin contar las pérdidas económicas que surgirían de esta problemática: “Antioquia perdería entre $3.000 millones y $4.000 millones por cada día  de retraso y no operación de la Hidroeléctrica”, señaló Tobón Franco.

En febrero de 2015, ISA fue ganador de la Convocatoria Pública de la Unidad de Planeación Minero Energética (Upme) 03-2014, que  incluía el diseño, adquisición de los suministros, construcción, operación y mantenimiento de dos nuevas subestaciones y cuatro líneas de transmisión de alto voltaje asociadas al proyecto, que permitiría la evacuación de energía de la central Hidroituango.

La filial encargada del proceso es Intercolombia, que ha adelantado todos los trámites requeridos por las autoridades para que le sean otorgadas las respectivas licencias ambientales, pero manifiesta retraso en la aprobación de las mismas. “Hasta ahora (hay) un retraso de 234 días en el cronograma de puesta en servicio del proyecto”, indicó oficialmente la filial de ISA.
Mientras tanto, Intercolombia estima que la aprobación de los Estudios de Impacto Ambiental (EIA) se produzca entre finales de marzo y principios de abril, para así poder iniciar la etapa final de construcción de las líneas, ya que los diseños, materiales y equipos de montaje están listos.

Aunque el directivo del Idea considera que las autoridades ambientales están actuando de manera prudente, piensa que deberían actuar un poco más rápido. Ángela Montoya Holguín, presidente ejecutiva de la Asociación Colombiana de Generadores de Energía Eléctrica (Acolgen) manifestó que si los proyectos de generación no van paralelos a las líneas de transmisión, “tenemos un atraso de cómo sacar la energía al sistema interconectado nacional. Entonces, con todo el respeto a la Anla y a su funcionalidad, el llamado es que los tiempos se cumplan para que el inversionista sepa que la licencia va a ser negada o no”.

Al respecto, Jesús Arturo Aristizábal Guevara, exdirector de energía de EPM y miembro de la Junta Directiva de ISA, comentó que esa es una situación bastante compleja y delicada para el desarrollo del sector eléctrico colombiano, ya que evidentemente se podría poner en riesgo la entrada en operación comercial de proyectos que ganaron, a través de subastas, compromisos de energía firme y, por lo tanto, podrían afectar no sólo los cierres financieros, sino los ingresos definidos por lucros cesantes “por no estar a tiempo listas las líneas de transmisión para evacuar la energía”. Aristizábal Guevara  recordó que en el caso de Hidroituango, máximo en el mes de agosto de 2018 deberían estar terminadas las líneas de transmisión para hacer las pruebas necesarias que permitan la evacuación de la energía.

EL MUNDO se comunicó con el Ministerio de Medio Ambiente y la Anla pero no obtuvo respuestas sobre el tema al cierre de esta edición.

Otras con dificultades
Una central cuya construcción ni siquiera ha empezado pero ya genera dolores de cabeza es la propuesta en San Luis, en el río Dormilón. A finales de enero, más de 200 habitantes del lugar realizaron una marcha junto a líderes ambientalistas con el objetivo de mostrar su rechazo ante la propuesta de construcción de una microcentral.

Hernando Muñetón Bustamante, coordinador de la Federación Colombiana de Pescadores Artesanales y Ambientalistas manifestó que no se oponen al desarrollo, aunque “lo que sí vemos con preocupación es que se afecte el medio ambiente. La comunidad está dispuesta lo que haya que hacer entre los lineamientos, hacer la reclamación por las vías de derecho o sino de hecho”.

Pero ante la alarma de la comunidad, Javier Parra Bedoya, subdirector de Recursos Naturales de la Corporación Autónoma Regional de las Cuencas de los Ríos Negro y Nare (Cornare) expuso que en este momento la microcentral de San Luis está tramitando ante la Upme el concepto sobre el potencial hidroenergético, es decir que en la Corporación no han pedido la licencia. “Solamente un permiso de estudio para que puedan hacer evaluaciones hidráulicas, recolección hídrica y geológica, pero nada más”.

Peor le fue a Isagén. El permiso ambiental para su central conocida como Cañafisto, ubicada en el suroestre antioqueño, cerca de Bolombolo, fue negado en segunda instancia por la Anla, especialmente por los efectos que tendría sobre el bosque seco natural.

Luis Fernando Rico Pinzón, gerente general de Isagén, explicó que en el proyecto de Cañafisto tenían como “plan del manejo ambiental reemplazar las áreas que iban a ser inundadas en una relación de uno a nueve, es decir que por cada hectárea de bosque seco tropical que se inundara, nosotros íbamos a reforestar en el mismo ecosistema por bosque seco tropical nueve veces”.

Ante la negativa de la autoridad que otorga las licencias ambientales, el gerente general de Isagén señaló que replantearán el proyecto con una capacidad de cerca de 370 o 380 MW, muy por debajo de los 937 MW originalmente planteados. Sin embargo, utilizarán el mismo sitio del proyecto que propusieron pero con una presa sustancialmente más baja, es decir que tendría una altura casi a la mitad de la propuesta anterior. “En la práctica lo que hace es que disminuye sustancialmente el área del embalse y por lo tanto la afectación y todos los impactos ambientales y sociales”, puntualizó Rico Pinzón.

Los que van bien
Pero, como se dijo al principio, a otros proyectos todo les está saliendo bien, aunque se trata de centrales de menores dimensiones. Celsia tiene la hidroeléctrica Porvenir II, que tendrá una capacidad de generación de 352 MW y una generación media anual de 2.074 Gwh-año, para lo que aprovechará un tramo equivalente a la quinta parte del río Samaná Norte y que además estará localizada en una zona rural poco habitada y con población dispersa. “No impactará centros poblados, vías o infraestructura”, señaló la filial de Grupo Argos. Tiene una licencia vigente tramitada entre junio del 2009 y febrero del 2015 y ratificada en junio de 2015 (Resolución 0726).

Celsia también cuenta con la pequeña central hidroeléctrica San Andrés, que es un proyecto a filo de agua, lo que significa que no requiere embalse. Tiene una capacidad instalada de 20 MW y una generación media anual de 167 Gwh-año, ubicada en San Andrés de Cuerquia. Su estado actual es pre-construcción y tiene licencia vigente (Resolución 130 TH-7469 de enero de 2010).
Otro constructor importante es Gen+, filial del Idea. Su gerente, Luis Oliverio Cárdenas Moreno, dijo que existe un potencial en el desarrollo de pequeñas centrales que son las de menos de 20 MW, ya que son rápidas y sencillas de construir para ponerlas en operación, lo que genera leves impactos ambientales y sociales.

Es por ello que Gen+ está construyendo la central San José de la Montaña ubicada en el municipio del mismo nombre y que tendrá una potencia instalada de 1,1 MW, también la central Juan García localizada en Liborina, Sabanalarga y Olaya con una potencia de 4,56 MW.

Por otra parte, Gen+ tiene otras tres hidroeléctricas pero aún están en estudios finales de construcción. Ellas son: Conde, en Valparaíso, con una potencia de 3,5 MW, Penderisco 1 y Penderisco 2, en Urrao, con 19,9 MW cada una.

Los pro y contras de la hidroelectricidad
Todo el desarrollo requiere hoy energía afirma Luis Guillermo Gómez Atehortúa, exgerente general de la Sociedad de Hidroituango y exgerente Técnico de EPM, quien recordó que la energía eléctrica era la que determinaba el índice de desarrollo de un país, el cual se basaba en el consumo de la misma.

Otra ventaja de la hidroelectricidad es que es una energía muy limpia. Cárdenas Moreno sostuvo que con las pequeñas centrales no se genera bióxido de carbono sino que el proceso se basa en tomar el agua, pasarla por una turbina y devolverla al río. “En los municipios donde está ubicada la central hidroeléctrica, al no ser una inversión tan alta como en las grandes, los municipios podrían entrar como socios y recibir recursos, no sólo por las trasferencias de ley, sino por el hecho de ser socios de esta”. Asimismo, el gerente de Gen+ destacó que su construcción es rápida y oscila entre dos años y 30 meses.

La electricidad, por otra parte, ayuda con el problema de la contaminación ambiental. “Medellín va a exigir rápidamente un transporte totalmente electrificado como es el metro y como van a ser necesariamente los buses y los trenes que van a trasportar nuestras poblaciones a futuro, en donde se verá la necesidad de la energía”, agregó Gómez Atehortúa.

Ahora bien, cualquier intervención que se haga en el entorno natural para una obra de infraestructura tiene sus aspectos negativos.

Carlos Augusto Giraldo Castro, antropólogo con maestría en Ciencias Ambientales y coordinador de la línea de trabajo en Comunicación Ambiental y Ecología Política de la Universidad de Antioquia, expresó que “el beneficio se ve en términos de producción de energía, en ganancias económicas para unos inversionistas y para un Estado que puede garantizar la energía a unas poblaciones”. Asimismo, indicó que de los conflictos sociales, como desplazamiento, que estas temáticas han generado, los dueños de los proyectos han aprendido.

Mauricio Jaramillo Vásquez, ingeniero forestal y consultor, expuso que al realizar este tipo de proyectos; dependiendo del caso, de la zona y de la ubicación geográfica, se afectaría "el área directa en la ocupación del embalse y el área periférica en términos del impacto ambiental". Además, lo referente a "las relaciones de la evapotranspiración, la refracción del calor y del sol en ese espejo de agua. También los movimientos de fauna que se dan en el ambiente natural por la mancha de ocupación".

Luis Ramírez Piedrahíta, ingeniero electricista, sostuvo que, en cuanto a la generación energética en Colombia, lo más fácilmente aprovechable serían los recursos renovables como es el caso del agua y la energía hidroeléctrica. “Además, por la cantidad de riqueza hídrica, el futuro siempre va a estar allí, y si se lograse superar el impasse de Hidroituango, este no tendría impactos a corto plazo en lo que respecta a nuevas intervenciones”.

Sergio Lopera Castro, ingeniero de Petróleos con maestría y doctorado en Economía y profesor de la Universidad Nacional, puntualizó que el país está muy vulnerable al fenómeno de El Niño y en su concepto, el río Cauca sería una buena opción para tener un respaldo desde el punto de vista energético: “Seguramente con Hidroituango y Cañafisto casi que evitarían que en Colombia haya otro apagón, es un debate, si no, ¿cuál es el plan?”.

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