La banda colombiana se presentó en el festival más grande de Alemania al ritmo de la cumbia y el tecno.
Bomba Estéreo puso este sábado un poco de sabor caribeño al comienzo de la edición berlinesa del festival musical Lollapallooza, que este año se encontrado con un clima gris y una llovizna pertinente lo que no ha impedido que miles de aficionados a la música se den cita en el hipódromo Hoppegarten.
"Este es el sabor caribeño", exclamó la cantante Li Saumet, en medio de una llovizna que parecía más bien andina y con un buen número de aficionados bailando al lado de escenario al ritmo de una música en la que se confunden la cumbia y el tecno.
El estilo híbrido de Bomba Estéreo era algo adecuado para darle apertura a un festival que mezcla el rock más puro, con la presencia de "Beatsteaks", con DJs como "Marshmello" que cerrará esta noche la función en el Perry Stage, donde se dan cita los aficionados a la música electrónica o con representantes del hiphop como Marteria.
La mezcla era la constante en la música que se oía en el concierto y hasta por momentos era posible preguntarse si el grupo no habría estado en el Perry Stage con los DJs y la música electrónica.
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Sin embargo, era claro que no podían estar en ningún lugar donde imperara ningún tipo de purismo. Pese a sonidos electrónicos y a elementos del tecno, usaban también instrumentos tradicionales.
Li Saumet mostraba una vez más, con su traje exótico y lleno de colores, que es una gran maestra de ceremonias para impulsar una fiesta, pero más allá de ello se percibía cierta complejidad en los arreglos instrumentales.
La presencia de banderas colombianas y brasileñas cerca del escenario principal, donde se realizó el concierto de Bomba Estéreo, mostraba que el grupo latino había dado un motivo especial a muchos para asistir al festival, que dura dos días y que este año no ha tenido suerte con la metereología.
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El escenario del hipódromo del Hoppegarten es el tercero que tiene que buscar el festival en los últimos tres años.
En 2016 se vio obligado a abandonar su acostumbrada sede en el antiguo aeropuerto de Tempelhof debido a que en parte se había habilitado como hogar de refugiados y probó suerte con el Treptowpark.
El escenario hubiera podido considerarse como ideal de no ser por las protestas de los vecinos que obligaron a buscar una alternativa y así el festival pasó a celebrarse en las afueras de la ciudad.
Se calcula que durante los dos días del festival se den cita en el mismo cerca de 85.000 personas con lo que, según los organizadores, se convertirá en el festival más grande de Alemania.
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